José María Arguedas
Su paso por la Universidad La Cantuta.  El Arguedas olvidado Su paso por la Universidad La Cantuta. El Arguedas olvidado

Por José Vadillo Vila
Fuente: Variedades Nº 222, Lima 25/04/11

Casi todas las áreas de la vida de José María Arguedas, desde su personalidad depresiva hasta el legado de sus trabajos literarios han sido estudiadas a plenitud. Un investigador escarba el paso del autor por la Universidad de La Cantuta y recuerda al Arguedas educador.

¿Por qué José María Arguedas dejó con la mano en el aire a Jorge Basadre? ¿Por qué este entendió el desaire y fue a disculparse con Arguedas, diciendo que cuando fue ministro se equivocó con el tema de La Cantuta?

Un machote que lleva por título Arguedas en La Cantuta, es la creación del profesor Raúl Jurado Párraga. Ahí están algunas de las respuestas.

Ese conjunto de hojas anilladas, resume el trabajo al que le ha dedicado el catedrático los tiempos libres de los pasados tres años que le deja su labor docente. Así, ha investigado la relación entre José María Arguedas y la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (UNE), La Cantuta.

Para Jurado Párraga, quien también dirige la revista Sol de Ciegos, tanto la relación del autor con la UNE como con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos no han sido exploradas debidamente. Ha buceado en los archivos para conocer más la relación entre el sujeto y el docente Arguedas. Dice que la relación del escritor andahuaylino con la famosa universidad de la sierra de Lima se remonta a los años cuando La Cantuta quedaba en Lima, se llamaba Instituto Superior de Varones, y funcionaba en el colegio Fanning, en Jesús María.

AÑOS DE ENSEÑANZA
Al poco tiempo de licenciarse en Literatura por la universidad de San Marcos, el escritor se fue a trabajar al colegio Mateo Pumacahua, de Sicuani, Cusco, donde enseñó los cursos de Castellano y Geografía, entre 1939 y 1941.

Después de esa experiencia, el narrador vino a Lima y fue docente en el colegio Guadalupe entre 1945 y 1948. Cuenta Jurado que, tanto sus años por este centro de estudios como los del año siguiente, cuando enseñó en el colegio Alfonso Ugarte, son "pasos invisibles", porque no queda registro de ello.

Entre 1949 y 1953, José María enseñó Quechua en la universidad de San Marcos. Es en 1951 y 1952, que Arguedas inicia su relación con La Cantuta, que se denominaba Instituto Pedagógico Nacional de Varones (el que, junto al Pedagógico de Mujeres, se trasladarían a la Escuela Normal Central, que sería La Cantuta).

Ahí, José María enseña por horas los cursos de Quechua y El Perú y sus problemas culturales, invitado por el filósofo y educador Walter Peñaloza Ramella, quien conocía a José María desde los tiempos de estudiante en San Marcos y luego frecuentaron juntos la peña Pancho Fierro.

UN APORTE EN LAS SOMBRAS
Después, José María vuelve a La Cantuta, ya movilizada a su sede en Chosica, entre 1956 y 1959. A la vez enseña en San Marcos entre 1958 y 1959, y en 1962 es nombrado profesor en la universidad La Molina.

"Junto a maestros como Luis Jaime Cisneros, Arguedas aportó a la renovación de la enseñanza del castellano también desde el colegio experimental que había en La Cantuta. Hay un 'fantasma pedagógico', un libro que necesitamos buscar para ver si es real, que se dice escribieron a partir de esas experiencias Arguedas, Cisneros y otros", cuenta Jurado.

El principal problema para su investigación es que, a diferencia de lo que sucede en la universidad Agraria, en La Cantuta no hay archivos de los documentos "de ida y vuelta", y registros de notas. Probablemente en el traslado de una sede a otra, cree, se perdieron o se quemaron muchos de ellos.

"Creo que por lo menos los documentos de los nombres importantes deberían de mantener las universidades y los colegios. El caso de La Molina es muy distinto. Sí hay un buen registro de los memos y de las notas, hasta cuando se suicida en 1969; se sabe de lo irregular que es su estancia porque siempre está viajando por salud o trabajo, y se conoce, en las cartas personales publicadas, de su malestar cuando no le quieren dar permiso".

A la ausencia de documentos se suma que no todos "los viejitos" que dicen que fueron discípulos de Arguedas, realmente lo fueron. Para eso se necesita rastrear las actas de alumnos, que muchas veces también se han perdido. "En el caso del colegio Guadalupe, por ejemplo, se conoce por alumnos que hablan sobre su maestro, pero son impresiones a la distancia".

ANÉCDOTA CON BASADRE
"Creo que más que laboral, la cercanía con La Cantuta fue muy amical, de compromiso", opina Jurado. "Arguedas fue profesor de La Cantuta por horas (lo cual era la forma común en que trabajaban los maestros en esa época), pero venía mucho a la casa del poeta Manuel Moreno Jimeno (1913-1993), aquí en la universidad, donde escribió parte de sus obras", cuenta Jurado.

Y el compromiso de Arguedas con el profesorado de La Cantuta se resume en el encontronazo que tuvo con Jorge Basadre. En una reunión, a inicios de la década de mil novecientos sesenta, Arguedas dejó con la mano en el aire al historiador.

El autor de Perú, problema y posibilidad, lejos de molestarse, se acercó a José María y le pidió disculpas, porque fue durante sus años como ministro de Educación de Manuel Prado, entre 1956 y 1958, que a la Escuela Normal Central (Cantuta) se le quitó el rango universitario y la autonomía, a través de una norma aprobada en esa época.

PERSONAJE DEL MUNDO EDUCATIVO
Para el profesor Julio Yovera Ballena, el protagonista Rendón Willka, de la novela Todas las sangres (1964), igual que el de Paco Yunque (1931), de César Vallejo, son personajes producto de la sociedad compleja y la diversidad étnica en el Perú.

Explica que Willka encarna el trauma de la asimilación, el alumno indígena insultado por los otros niños, mestizos y blancos, y ante los cuales no puede defenderse ("la boca del indio no puede", le grita a Rendón, uno de los intérpretes, cuando este habla mal el castellano).

Pero hay un detonante más importante para el personaje de Todas las sangres, dice Yovera, y es la relación del escritor con los alumnos. Para Yovera es en este lugar donde desarrolla su didáctica en la capacidad de comunicarse con los demás, "una enseñanza de comunicación no vertical sino como actividad de diálogo e integración: Willka y Yunque nos invitan a no permanecer con los brazos cruzados", opina.

APORTE OLVIDADO
El doctor Walter Peñaloza Ramella, en un texto titulado José María Arguedas en mi recuerdo, recordó que recién en la Reforma Educativa de 1972 se tomó en consideración para el curso de Lenguaje el método educativo de hablar, leer y escribir, "dedicando tres de las cuatro horas del curso a la práctica de la lectura en clase, la elocución oral y la redacción, y solo una hora de nociones gramaticales básicas".
Sin embargo, dice el propio Peñaloza, este método novedoso había sido aplicado ya treinta años atrás por el ministro Oliveira, a sugerencia de José María Arguedas, quien lo había aplicado en sus tempranos años de enseñanza.

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