Alberto Loza Nehmad
Alberto Loza Nehmad

Desde la otra esquina:
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El renacimiento de las bibliotecas públicas de Nueva York: 217 espacios de activa vida comunitaria
Por Winnie  Hu
 
Originalmente publicado como “Adding Classes and Content, Resurgent Libraries Turn a Whisper Into a Roar”, NY Times, 4 de julio de 2016 (https://www.nytimes.com/2016/07/05/nyregion/resurgent-new-york-city-libraries.html?_r=0). Traducido por Alberto Loza Nehmad.
 
El refugio veraniego de Matthew Carter no está en los Hamptons, Catskill o en las playas de Jersey. No requiere de un viaje en auto o de una pequeña fortuna para mantenerlo.
 
El Sr. Carter, profesor adjunto de música en el City College de Nueva York, simplemente se encierra en la Biblioteca Inwood del norte de Manhattan con sus libros de investigación. Es silenciosa, con aire acondicionado y abre todos los días.
 
“Soy una sanguijuela de las bibliotecas públicas”, dice él. “Es donde paro en los veranos. Aquí es donde paso la mayor parte del tiempo, y donde soy de lo más productivo”.
 
Es también un lugar donde tiene mucha compañía.
 
Lejos de ser irrelevantes en la era digital, las bibliotecas de la ciudad de Nueva York y en todo el país están boyantes: añadiendo horas nocturnas y los fines de semana; contratando más bibliotecarios y personal; y expandiendo sus catálogos de clases y servicios, para incluir cosas como asesoría laboral, clases de programación y grupos de tejido.
 
No más como simples repositorios de libros, las bibliotecas públicas se han reinventado como centros comunitarios de múltiples servicios que se dirigen a ofrecer algo para cada uno. Al hacer eso, ellas están reafirmando su rol como parte esencial de la vida cívica en Estados Unidos, al hacerse indispensables para nuevas generaciones de usuarios.
 
La hora de los cuentos en Manhattan y el Bronx es ahora tan popular que se hacen colas para obtener entradas, mientras las clases de programación tienen listas de espera que llegan a los miles. Una biblioteca en Prospect Heights, Brooklyn, administra un estudio de grabación totalmente equipado que puede reservarse sin costo alguno; muchas bibliotecas en esa zona prestan laptops y artefactos portátiles inalámbricos para las personas que carecen de Internet en casa.
 
En Queens, que tiene una gran población del sur de Asia, una biblioteca en Jamaica ofrece clases de costura en Bengali para mujeres de Bangladesh, algunas de las cuales ahora pueden ganarse la vida como costureras. Los bibliotecarios en Flushing y el sur de Jamaica enseñan habilidades en medios sociales a dueños de pequeñas empresas.
 
A nivel nacional, las bibliotecas públicas están redefiniendo su misión en una época en la que se afirma que el acceso a la tecnología, y la capacidad de usarla, profundizan la estratificación de clases, dejando atrás a muchas comunidades pobres y desfavorecidas. Sari Feldman, presidenta de la American Library Association dijo que los trabajadores bibliotecarios han mostrado a la gente cómo llenar en línea solicitudes de beneficencia, y han enseñado clases de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática a niños que no podían costear un campamento de verano.
 
“Todas las bibliotecas están teniendo un renacimiento”, dijo la Sra. Feldman. “Estamos viendo que las bibliotecas realmente se han esforzado en asumir roles que son necesarios en una comunidad”.
 
Las 217 bibliotecas públicas de la ciudad de Nueva York se han recuperado en los pasados dos años en medio de una infusión de dólares municipales, después de años de cortes en los presupuestos y los servicios. Un flujo de apoyo desde los amantes de las bibliotecas ha servido como un recordatorio de que esas instituciones son una parte crucial para muchas vidas.
 
Un reciente concurso para reconocer a las bibliotecas de barrio subrayó su vitalidad: 18,766 nominaciones en línea y en papel fueron enviadas en un mes, muy por encima de las 4,300 con las que esta competencia comenzó en 2013. Casi todas las bibliotecas han sido nominadas al menos una vez. Algunas recibieron cientos de votos.
 
Un joven escribió que él estaba sin un techo cuando comenzó a ir a la sucursal Arverne de la Biblioteca de Queens, donde el personal no solo le ayudó a estudiar para convertirse en un vigilante de seguridad, sino que también lo contrató para trabajar como mentor de adolescentes. Actualmente, ese hombre, Richard Johnson, tiene dos trabajos y su propio apartamento.
 
“Desde el momento en que me hice miembro de la Biblioteca de Queens he estado mejorando mi vida”, escribió en su ensayo.
 
Los tres sistemas de bibliotecas de la ciudad —la Biblioteca Pública de Nueva York, la Biblioteca Pública de Brooklyn y la Biblioteca de Queens— han intensificado sus esfuerzos para movilizar al público. Una exposición del año pasado en el edificio emblemático de la Biblioteca Pública de Nueva York, en la Quinta Avenida, resaltó la donación de Andrew Carnegie de 1901, de $5.2 millones de dólares, para construir una red de bibliotecas en la ciudad, en un incisivo recordatorio de que la ciudad había prometido, por su parte, pagar por el mantenimiento y operaciones de dichas bibliotecas.
 
En los pasados dos años, más de 250 personas, incluidas la escritora Judy Blume y la música Patti Smith, firmaron una carta en apoyo de las bibliotecas. Los trabajadores de las bibliotecas han tenido una hora de los cuentos en las gradas de la casa municipal, y se hicieron presentes en las discusiones sobre el presupuesto con brillantes camisetas anaranjadas que tenían estampadas las palabras: “Sigan invirtiendo en Bibliotecas, Sigan invirtiendo en los neoyorquinos”.
 
El mensaje fue escuchado. En el año fiscal de 2016 las bibliotecas recibieron $360 millones de dólares para costos operativos. $33 millones más que el año anterior, el más grande incremento en tiempos recientes. Para el año fiscal de 2017, que comenzó el viernes, el financiamiento para las bibliotecas de la ciudad se incrementó ligeramente a $365 millones. Pero en una victoria más significativa, los líderes de la ciudad acordaron preservar los incrementos para los futuros presupuestos, la diferencia, por decir, entre recibir un bono en un año y un aumento salarial permanente.
 
El concejal Andy King, quien representa al Bronx del noreste y quien es director del Subcomité de Bibliotecas, dijo que los años previos de recortes presupuestales habían dejado a las bibliotecas en estado de recibir soporte vital para su supervivencia. “Estoy complacido de que estemos en una posición financiera que permite a la sangre seguir fluyendo”, dijo el Sr. King, demócrata. “Las bibliotecas son un sustento vital, y no podemos permitirnos dejarlas caer otra vez”.
 
Tony Marx, presidente de la Biblioteca Pública de Nueva York, la cual tiene 92 sucursales en el Bronx, Manhattan y Staten Island, dijo que los funcionarios de las bibliotecas ya no tendrían que preocuparse por tapar huecos presupuestarios y que más bien podrían enfocarse en desarrollar servicios y programas. Ellos han contratado 120 nuevos empleados, incluidos 67 bibliotecarios profesionales dedicados a la literatura para niños y adultos jóvenes. Han gastado $1.1 millones en libros y materiales, y expandido los asientos para programas de alfabetización de infantes.
 
“Estamos a solo un año de esta reinversión, y los resultados son inmediatos: más horas de atención, más bibliotecarios y miles de asientos adicionales para la programación de clases y talleres”, dijo el Sr. Marx. 
 
Las bibliotecas ahora abren los sábados, y en algunos casos, también los domingos. En la Biblioteca de Queens, la cual tiene 65 locales, más de 765,000 personas asistieron solamente los sábados, desde el pasado noviembre hasta mayo. Funcionarios de la biblioteca han contratado 129 empleados nuevos, y han gastado más de $2.6 millones en libros nuevos, incluidos revistas y libros electrónicos.
 
“Estamos energizados y atendiendo las necesidades de la gente que ha traspuesto nuestras puertas”, dijo Dennis M. Walcott, presidente de la Biblioteca de Queens y anterior director de escuelas, quien trabaja desde un escritorio que se encuentra en el primer piso de la Biblioteca Central en Jamaica, de modo que pueda responder a preguntas y quejas en persona.
 
La Biblioteca Pública de Brooklyn ha contratado a 95 nuevos miembros del personal, cuyas dos terceras partes son bibliotecarios profesionales, y ha comprado 50,000 libros nuevos y otros materiales. El año pasado, cerca de 8.7 millones de personas usaron sus 60 bibliotecas, un aumento de 3 por ciento sobre el año anterior.
 
Linda Johnson, presidenta de la Biblioteca Pública de Brooklyn, dijo que 552 bibliotecas satélites habían sido implementadas en colegios, centros para adultos mayores y asilos para gente sin techo, para promover el alfabetismo y llevar libros, tecnología y otros servicios a quienes no son capaces de visitar las sucursales. Veinte de esos satélites están en Rikers Island, el principal complejo penal de la ciudad, donde los internos ahora pueden leer libros a sus hijos en las sucursales mediante videoconferencias.
 
El concurso de bibliotecas que atrajo tantas nominaciones fue idea de Reynold Levy, de 71 años, ex presidente del Centro Lincoln y un usuario de bibliotecas de toda la vida.
 
Para entonces, los recortes en el presupuesto habían obligado a muchas sucursales a eliminar las horas de fines de semana. El Sr. Levy vio el concurso como una manera de que la gente mostrara a los líderes de la ciudad cuánto valoraban ellos a las bibliotecas, y para que expresaran su apreciación hacia quienes trabajaban en ellas. El concurso fue auspiciado por la Fundación Charles H. Revson y la Fundavión Stavros Niarchos, y entregó un total de $170 mil dólares en premios a once bibliotecas, incluidos $20,000 para la sucursal Inwood.
 
El Sr. Levy, director del consejo de administración de Revson, recordó que su primer empleo, a la edad de 14 años, fue en la biblioteca de Brighton Beach en Brooklyn, de donde se prestaba libros. Cuatro días a la semana, él ayudaba a registrar los préstamos, cobraba multas y recorría los pasadizos para asegurarse de que todos los libros estuviesen muy bien alineados, para lo que usaba una banca en caso de no alcanzar los estantes. “Mi sueño era ser lo bastante rico como para construir una biblioteca y comprar libros”, dijo.
 
Los logros recientes de las bibliotecas han encantado a Christian Zabriskie, bibliotecario y director ejecutivo de Urban Librarians Unite, un grupo educativo y bibliotecario que organiza un evento anual de lecturas, en el cual la gente hace turnos para leer sin parar por 24 horas, para apoyar a las bibliotecas.
 
“En Nueva York siempre hay alguien usando los materiales de las bibliotecas, cada segundo, cada día del año”, dijo el Sr. Zabriskie: “Esto muestra que las bibliotecas son el tejido de la sociedad”.
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