Una importante cantidad de personas, como sostiene el director de cine y teatro George C. Wolfe, no ve mucho gris, solo ve en blanco y negro... y luego comprende. Miguel Cotrina pertenece a esa minoría que aguza la vista y logra una mirada que percibe matices y gradientes muy difíciles de advertir para lograr una experiencia más compleja que la simple comprensión. Cotrina, en sus dos primeros libros, confronta a partir de la verdad de la belleza todo aquello que pretende convertirse en afirmaciones incuestionables. Ahora da un paso más en su propósito de perturbar al lector, pues sabe que el ejercicio literario debe alejarse de la complacencia y las zonas de confort. Haber organizado su libro en tres espacios para la decantación —negros, grises y blancos— supone un transcurrir desde el asombro hasta la certeza, desde la duda hasta la admiración, desde el placer hasta la deconstrucción. Los sesentaiséis microrrelatos de «Degradé» configuran un amplio espectro de la realidad, con un alto grado de simbolismo, que hurga en lo peruano y lo universal, en lo personal y lo colectivo, en lo propio y lo ajeno. El lector descubrirá en «Degradé» que comprender no se compara en nada con trascender.