Las fronteras que Jurado traza en el horizonte poético se extienden como líquidos explosivos que se hacen canciones, y terminan desorbitando al amor. El poemario está escrito para un cuerpo excitado que el rocío deja sin explorar.
El amor/deseo se humaniza en el recorrido literario, es un canto a la diosa-mujer, de cuerpo vidrioso, de ojos apasionados por la lluvia de verano, en fin, el poeta piensa una vez más y garabatea su sueño en su rostro. Miguel Lescano (115)