La soledad, como protagonista, se impone en la construcción de imágenes sugerentes que nos abren la puerta de una habitación vacía, donde hace tiempo dejo de habitar el poeta. De él, solamente encontraremos sus nostalgias cantada por unas aves que revolotean en derredor de quienes asomamos la mirada en busca de nuevas emociones.
La vida es convertida en una prisión de barrotes invisibles donde, el poeta, se ve asimismo en cautiverio y a un tiempo, condenado a vagar entre laberínticas paredes que le llevan al mismo punto de partida, que es la nada.
Leer su poesía, me provoca la necesidad de montar sobre el lomo de los pájaros que ahí pululan entre jardines, océanos sin barcos, leña podrida, vidrieras, pueblos brillantes, coronas sin un sólo reino… (Carlos Ernesto García)