Este libro analiza las diferentes representaciones que sobre la violencia política se han producido en el Perú a partir del estudio de tres “lugares de enunciación”: el senderista, el de las víctimas y el de un reconocido intelectual peruano. Al autor le ha interesado observar cómo cada narración trae consigo un conjunto de explicaciones sobre lo que considera que son las causas de la violencia y cómo incorpora, además, una imagen sobre lo que cree que es el Perú, vale decir, una idea particular acerca de lo que nos define (o debe definirnos) como comunidad nacional. Su argumento propone que la violencia se encuentra relacionada con un momento en que las representaciones sociales dejaron de satisfacer las necesidades de la gente y así se puso en cuestión el sentido de pertenencia y participación dentro de la comunidad nacional. (250)