El regreso —y todo lo que este implica en el plano emocional— es un tema literario que ha encendido la imaginación de no pocos autores desde que la humanidad descubrió el arte de contar e inventar historias. La Odisea es el gran referente de esta tradición en la que el individuo se enfrenta a sí mismo como sujeto de cambio en un contexto de revelación. Ángel Málaga se inscribe en este derrotero del retorno, hallando la manifestación sostenida sobre cualquier otra virtud literaria. Con esto consigue un libro muy orgánico temáticamente, pero también variado en el formato de la extensión y el pulso que imprime para sorprender, deleitar y hacer de lo cotidiano un asunto excepcional. Ángel Málaga, con Final del viaje, su primer libro, ha logrado muy rápidamente lo que la mayoría de escritores tarda mucho tiempo en consolidar: un estilo sosegado que no se ata a modas ni tendencias artificiosas dictadas por criterios comerciales. Lo suyo es un pleno ejercicio literario ofrecido con madurez que decanta una visión muy particular sobre la existencia y el arte de narrar. Los dieciséis relatos de este libro dan mejor cuenta de ello.