Con un lenguaje a veces poético y otras expresivo –pero siempre adecuado a la vida y a la psicología de sus personajes- el autor nos ayuda a tocar la naturaleza de la condición humana tal como una tangente toca al círculo: apenas, pero significativamente. En la vida de pescadores que transcurre a orillas de un mar generoso pero ignoto, en calles conocidas pero sembradas de sombras, en cantinas repletas de esperanzas y en hogares humildes que cobijan sueños imposibles, los habitantes de Culebras nos permiten vislumbrar las eternas verdades y pasiones que hacen de nuestra humanidad un proyecto inconcluso. Estos cuentos huelen a mar, saben a platos típicos, suenan a un romper de olas. (Braulio Muñoz) 180