Livio Gómez
Livio Gomez: la morada final de la poesía

Por Boris Espezúa Salmón
Fuente: Los Andes, Puno 22 ago 2010
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20100822/39944.html

El último martes 17 de agosto, nos conmovió la noticia que en Tacna había fallecido el poeta Livio Gómez de origen ancashino, que en los últimos 40 años vivió en Tacna, donde fue reconocido como uno de sus baluartes en el quehacer literario, recibió de dicha ciudad la medalla de la ciudad de Tacna y la medalla de la Cultura, siendo docente emérito de la Universidad Nacional Jorge Basadre, apreciado y recordado por docentes y generaciones de estudiantes.

Es reconocido como una de las voces poéticas más importantes de las provincias, a quien le ha costado mucho ser antologado en los principales compendios poéticas del país, alejado de las bondades de una literatura del cánon y del centralismo, Livio Gómez siempre se caracterizó por su decencia, prudencia y su recato que traslució en su poesía, casi podríamos decir que no difiere mucho su vida a su poesía. Perteneciente a la generación del 60, a una etapa donde se discutía la poesía social y pura y se introducía la poesía beat y coloquial norteamericana, Livio Gómez iniciaba una poética atípica entre lirismo, coloquialismo, visión social-crítica, jamás se afanó por las primeras planas, ni por el protagonismo vanidoso.

Lo conocí en la década del 80 cuando – como siempre- acogía a los jóvenes poetas y en ese entonces nos llevó a almorzar a su casa el picante tacneño, era el año de 1985, junto al narradores como Dante Castro, Oscar Colchado a propósito de una encuentro de Nacional de Literatura en la ciudad del Caplina, nos hablaba de sus espantos por Lima y de los limeños que tenían desdén al Perú profundo, en el evento en mención extrañó que no estuvieran en él personas como Livio Gómez y Freddy Gambeta, quienes eran los más referenciales en aquella década y en las posteriores, así que salimos del evento para buscarlos y después de encontrarlo a Fredy Gambeta fuimos a casa de Livio Gómez a intercambiar textos y a saborear el vino tacñeno.

Era una persona afable, de hablar parco, pero puntual, de leve sonrisa que combinaba muy bien con su sencillez y su carisma, muy modesto en el hablar, sin embargo en Lima, en aquél entonces era el modelo más destacado de la poesía concreta muy parecida al haiku reconocido por Pablo Guevara, Marco Martos en el taller de poesía de San Marcos.

Livio Gómez apreciaba a los poetas puneños, desde Oquendo de Amat, Miranda, Jospani, Ayala, Aramayo, y narradores como Padilla, Flores Aybar, decía que nosotros debieran seguir una gran tradición y si es posible superarla. En su producción poética tuvo bastantes poemarios como: “Letras de Abril”, “ Infancia del Olvido”, “ Fraternidades y Contiendas”, “ Alrededores” entre otros y últimamente el compendio de su poesía en el libro “Selección arbitraria” su poética era singular y modélica, sus poemas epigramáticos de condensada imaginería y realismo era un verdadero maestro en el arte de puntear las palabras, en crear una verdadera artesanía poética, algunas frases que los novísimos debieran de tener en cuenta de él, es cuando decía “Toda redacción es una prueba de fuego”, “El que con talento persiste en la palabra encontrará el hallazgo” Sus poemas más memorables tienen sabiduría, equilibrio y una hondura que refleja ese oficio persistente de pulir la palabra en la escritura poética.

Así tenemos la siguiente muestra: LA DEFINICION: “Definir es poner diques / al desparramiento y sacar a flote a la esencialidad”. LENGUAJE: “El Lenguaje hace pensar al pensamiento / le construye su casa a la realidad / le estira las alas a la imaginación / y le jala las orejas al silencio” LEGITIMA DEFENSA: “Que los tamaños de tu debilidad / no sean medidas por la vara del malvado” ANIQUILAMIENTO: “Hizo trizas a la eternidad / y se quedó con el polvo del instante / y no le importó ser nada en la nada / en el viajero morir de la inmensidad”. Estos últimos versos parecen encarnar su partida, parecieran estar hecho por los temblores y estertores de alguien que con resplandor eterno supo sacarle pasión a las palabras, y acalorar la piel de los días, de la persistencia y de la inmortalidad donde será su morada final.

Quisiéramos volverlo a escuchar cuando hablaba con vehemencia de Mariátegui, de la causa que deben forjar los poetas de provincias, de lo terriblemente entrañable que era Tacna para este poeta que a veces no era entendido por aquellos que sienten espanto por el talento y la generosidad.
Quedará de él su apuesta por la poesía como arma de liberación y de redención humana de una persona que a los 77 años, supo que en nuestro país, la poesía es un acto heroico, una forma de personificar como decía Octavio Paz los silencios que también hay que escucharlos, y de iluminarse con las sombras que contienen el fuego trascendido. Para su morada eterna extraemos un verso del poema: “ Elegía Mínima” “El dolor muerde su propia lágrima, cuando muere un ser querido” parafraseando a Livio Gómez diremos que el dolor que significa tu ausencia contiene todas las lágrimas para que riegues las flores de versos alrededor de tu lecho de muerte. Descansa en paz apreciado y respetado poeta con la seguridad que tu lección de asumir el trabajo poético sea ejemplo inconmensurable en la renovable cosecha de los hacedores de la palabra.

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