Róger Antón Fabián
El Paraíso recuperado de Róger Antón Fabián

Por Harold Alva
Fuente: La Primera, Huaraz 26/08/08
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/huaraz/noticia.php?IDnoticia=5367

Róger Antón Fabián (Chimbote, 1975) es un narrador a quien conocí hace poco menos de un año en casa de Ricardo Ayllón. Había leído artículos suyos que enviaba vía lista de correo electrónico, que lo presentaban como alguien que manejaba bien el lenguaje. Hace unos meses Ediciones Altazor publicó  “El paraíso recuperado (Historia libresca de un ladrón)”, una obra elaborada con destreza. Lo interesante es que ya agotó casi todo el tiraje y no en Lima, sino en una de las ferias que Altazor promueve al interior del país. Contento después de leer una historia que cumple su objetivo me animé a entrevistarlo.

Eres chimbotano, llegaste a Lima para estudiar en San Marcos. ¿Participaste de la movida chimbotana?
Sí, es verdad, llegué a Lima para estudiar filosofía pura en la Universidad de San Marcos y me quedé en esta ciudad, muy a mi pesar dado que paulatinamente descubrí cuan chimbotano era, sin excluir el sentimiento de ciudadano del mundo, al estar alejado del pueblo en el que amanecí a la vida. Y creo que me quedé en Lima, sencillamente porque encontré en mis caminatas por la ciudad la literatura regada en los suelos, a cada travesía uno encontraba libros y era la realización de un sueño maravilloso, lo que toda la vida hasta entonces había buscado, como un personaje de las Mil y una noche, solo me dediqué a husmear entre tanto papel difuminado por entre las frías callejas de la Ciudad de los reyes. San Marcos me dio un cobijo, después de vagar por toda la ciudad que quise hacerla a pie mientras escribía mi “diario limeño” (Esbozos de vida a pie). Encontré a tantos amigos, creo que tuve y tengo todos los amigos que debí tener y luego me dediqué a ser un diletante. Antes de emigrar, por aquel entonces, inicios de los noventa, Chimbote tenía en el maestro Ricardo Ayllón a un director de orquesta literario, ‘migas’ con él me sumergieron a ese mundo un tanto onírico donde abuelas recitaban versos, poetas, anarquistas, locos, curiosos, ex sindicalistas se reunían a leer sus versos e intentaban elaborar una revista en la cual sin autorización mía se publicó, y ojalá se haya perdido para siempre, uno de los primeros escritos míos que no era sino un poema casi surrealista y poco entendido por los cambios que le hizo el encargado de la edición. Podría decir que siempre estuve presente espectando la movida literaria, pero no participé en ella, es más me parecían muy poéticos y dignos de una novela, cual personajes, aparecían como para matar la tarde y se reunían hasta caer la noche, mientras disertaban como ganar el mundo y solucionar los problemas vitales de la existencia con la poesía, sus creaciones o cuentos y no faltaba que alguno ya chispado culpaba a los mecanismos políticos, y se originaba la tertulia política; en fin época que no volverá.

Me sorprendió “El paraíso recuperado” ¿Por qué la historia sobre un ladrón de libros, cuáles fueron tus pistas y fuentes literarias digamos que te ayudaron a sostener en 78 páginas un buen texto?
“El Paraíso recuperado” no es una novela y quien quizá cause sorpresa sea el narrador que a veces suele ser confundido con el autor del texto. La historia sobre un ladrón de libros ‘cruzada’ con otras historias dentro de los lineamientos generales del libro responde a un ansia de querer manifestar algo; pero más que un ladrón de libros todo el texto gira en torno a un ladrón de sueños. Lázaro Cortés, uno de los personajes (quizá no el central) tiene la secreta esperanza de que sus ‘sueños’ alcancen una especie de gloria universal, de que lo que alberga en su fuero interno los acontecimientos de la vida no lo frustre y quede varado al borde del camino de su propia vida, porque además hay que tener en cuenta que una novela no empieza en la primera línea ni termina en la última, es más es tan solo el retazo de un universo narrativo más vasto y donde los personajes se confunden. Respecto de fuentes es la vida misma quizá la mayor fuente literaria, que contiene todos los libros, vivencias, películas, anécdotas, amistades y enemistades, amores y desamores, un todo confluido que hace que la vida si uno desea adquiera ese talante estrictamente literario.

La historia está narrada en primera persona, y Lázaro Cortés es un alumno de San Marcos que vive en la residencia de estudiantes, apasionado por los libros y un confeso ladrón de ellos. No sé si tú eres un ladrón de libros, quién no ha robado uno alguna vez, pero he sentido eso respecto a que da la impresión a veces que es tu historia. ¿Cuánto de Róger Antón hay en Lázaro Cortés, o al revés?
(Carcajadas) No, nunca he robado un libro en mi vida. No lo haría además, en lugar de robarlos, los leería o echaría una ojeada. No es un alter ego; pero algo debe tener del autor, ¿no es verdad? Creo que cada personaje posee rasgos característicos y uno leyendo un escrito, digamos, de Hamsum, puede descubrir su biografía gracias a la descripción de Von Tangen por ejemplo; pero hay que establecer distancias. Ahora respecto de los libros quiero decir que con la cibernética ya no es necesario tenerlos como objeto de culto; aunque siempre es mejor tener uno a mano, pero no es imprescindible para leer o “poseer” un libro. He leído buenos libros en la pantalla del ordenador. Quiero decir que lo indignante es más bien no los ladrones de libros en última instancia sino los organismos estatales que con el cuento de difundir la lectura y promocionar el libro en comunidades que carecen de medios económicos se basan en la pobreza para aparentar difundir el libro cuando en realidad no hacen sino fomentar el odio por la lectura y crear un resentimiento mayúsculo para con la propia condición humana. Pero yo sigo creyendo en la biblioteca municipal y en las librerías de viejo, donde he conseguido mis mejores libros, además digo esto porque tanto la escuela como la biblioteca pública, son resulta de ideas emancipadoras y así mismo son el origen de éstas, su fundamento; pero mafiosos y corruptos que se valen de la inocencia de cualquier medio para mentir no deben dirigir programas que no son sino más que una estafa al Perú. Triste, doloroso y absurdo es ver que roban la lectura al Perú.

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