La fundación del Partido Aprista Peruano y la revista APRA

Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Librosperuanos.com Julio, 2020

Las revistas políticas, y los análisis que se pueden hacer de ellas, son importantes para conocer la trayectoria de las fuerzas políticas que les dan vida, así como sus debates, personajes principales, la decantación de ideas y su posición en coyunturas determinadas. Esto ocurre meridianamente con la revista APRA, fundada en los albores del aprismo. No se puede entender al Partido Aprista sin sus publicaciones de propaganda, adoctrinamiento y legitimación de su propio líder, Víctor Raúl Haya de la Torre. Esto es lo que trata el presente artículo valiéndome de la edición facsimilar que Javier Landázuri editó en Los inicios (2015).
 
Una vez consumada la ruptura al interior del aprismo –a fines de los años 20− Haya de la Torre buscó rápidamente reestructurarla, y con éxito. Las polémicas descritas antecedieron a la fundación de la llamada sección peruana del aprismo, es decir, del Partido Aprista Peruano. El acta fundacional del aprismo es el llamado “Libro Rojo”. La reunión fundadora ocurrió el 20 de setiembre de 1930 en local ubicado en la Plaza del Teatro, con Haya de la Torre aún en el exilio. Su edición facsimilar nos trae información interesante, como justamente la identificación de Ravines como el enemigo dentro del campo de “las izquierdas”. En otras palabras, el enfrentamiento visceral del aprismo fue con el Partido Comunista de Ravines, no con los mariateguistas. De este modo, se perdió nuevamente toda posibilidad de acercamiento entre ambas fuerzas políticas. Luego de la muerte de Mariátegui, su rival más conspicuo, y de la caída de Leguía que le permitiría volver al Perú, quien quedaría como adversario del APRA sería Ravines, quien desde su concepción leninista de un partido de cuadros, dejó a Haya de la Torre el campo libre para su comunicación apasionada con las multitudes. Desde ese momento, 1931, la organización aprista avanzaría como la seña política de identidad de la sociedad plebeya peruana. Por su parte, el mariateguismo reviviría a mediados de los años 50, pero en el momento que el APRA giraba en sus alianzas políticas. Una historia de desencuentros.
 
Quiero llamar la atención sobre esta coyuntura crítica y fundacional y la velocidad con la que desarrollarían los hechos. Recordemos algunos fundamentales ocurridos en 1930: el 16 de abril muere Mariátegui; el 20 de mayo Ravines transforma el Partido Socialista en Comunista (quizás apurándose antes del recordatorio del nacimiento del Amauta, 14 de junio); el 25 de agosto el presidente Leguía es depuesto; dos días después Sánchez Cerro toma el mando del país; posteriormente, la junta de gobierno convocaría a elecciones para un nuevo periodo de gobierno y congreso constituyente. El 1 de marzo Sánchez Cerro se ve obligado a renunciar a la presidencia, pero volvería para competir en las elecciones generales.
 
En este contexto político modificado era posible el regreso de los desterrados. Muchos de los líderes apristas retornaron al Perú y serían integrantes de la primera junta directiva del aprismo: Luis Eduardo Enríquez (secretario general), Julián Petrovick (subsecretario de actas), además de Serafín Delmar, Alcides Spelucín, Magda Portal, Rodrigo Franco, Víctor Polay. Todavía se esperaba el regreso de Manuel Seoane, Luis Heysen, Carlos Manuel Cox, y del propio Haya de la Torre, entre otros. Las discusiones del naciente Partido Aprista giran en torno a su participación en las elecciones, a las alianzas con el Partido Socialista y con otros de la izquierda así como con personajes destacados como Federico More, con la finalidad de dar forma a una Concentración Nacional. Asimismo, se acuerda relevar el papel de la Universidades Populares González Prada como “medio de cultura proletaria”;¸defender el voto a la mujer; proclamar la necesaria candidatura presidencial de Haya de la Torre y, evidentemente, en cómo dar forma a su organización política. Otro acuerdo importante es publicar una revista que se llamaría APRA “…para la defensa y propagación de nuestros postulados” (313).
 
Esquema de la revista APRA
El 12 de octubre de 1930 aparecería el primer número de APRA. Órgano del Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales. Sección Peruana. A partir del número 2 se inscribiría solamente Partido Aprista en vez de Sección Peruana; y en toda la segunda época solo figuraría Órgano del Partido Aprista Peruano. El redactor responsable sería Serafín Delmar, su precio de 10 ctvs. (con la excepción del número 5, que costaría 5 ctvs.), y constaría de 16 páginas (salvo el mismo número 5 que constaría de 12). En total, saldrían 23 números divididos en dos “épocas”. La primera época constaría de 7 números entre el 12 de octubre y el 23 de noviembre de 1930; la segunda época constaría de 16 entregas publicadas entre el 10 de marzo y el 5 de junio de 19311 . Como se observa, la revista dejó de salir entre diciembre de 1930 y febrero de 1931. Fueron semanas muy complicadas: en febrero de ese año estalló una sublevación militar-policial en la fortaleza del Real Felipe del Callao, una vez debelada la insurrección la calma no volvió, por el contrario, en Arequipa se produciría una revuelta popular que sumiría al país en un ambiente de inestabilidad y zozobra. Ante ello, Sánchez Cerro debió renunciar a la presidencia de la Junta de Gobierno el 1 de marzo de 1931. Así, volvería a imprimirse la revista APRA.
 
APRA −impresa en los Talleres de la Casa Editora Perú, La Riva 426−, era un medio de adoctrinamiento pero también de información partidaria de sus militantes y simpatizantes. Sus principales actividades aparecerían en recuadros especiales, como el cupón de adhesiones al APRA; la composición de sus instancias directivas; la programación de conferencias; oficinas de atención; la instalación de comités apristas; incluso, se convocaría a un concurso para elegir al himno oficial (letra y música) del APRA. También se reproducían entrevistas y pronunciamientos del propio Haya de la Torre; se convocaba a apoyar en la colecta para el retorno de los exiliados y del propio “jefe”, entre otros temas. Su contraste con la revista Amauta es evidente, aunque una huella de Mariátegui quedaría. En todos los números de APRA se instalan lemas propios del aprismo, como: “Solo el aprismo salvara al Perú del caos”; “Obreros, campesinos, intelectuales, estudiante – PERUANICEMOS EL PERÚ”; “Peruanicemos el Perú contra la reacción civilista”; “El cuerpo del verdadero Perú lo constituye el indio. Para salvar al Perú hay que salvar al indio” o “Nuestra lucha por el indio, es lucha contra el latifundio”. En las portadas se reproducían grabados de diferentes artistas como Sabogal, Esquerrilof, Devéscovi y muralistas mexicanos, por ejemplo. Todo lo anterior no impedía la publicación de publicidad de productos y negocios con el fin de procurarse fondos: de Fotografía Ugarte; de Champú Remy; de Frotación Charcot; de Mosaicos P. Rosello & Co; del Café Bolívar; de la sastrería de un militante aprista, entre otros.
 
Objetivos y escritores
En la “Presentación” se señala que buscan alcanzar la “…efectiva conciencia anti-imperialista indoamericana”, insistiendo en su americanismo y su “[f]ervoroso amor por América” cuyos pueblos quiere liberar. Como es natural, también APRA estaba destinada para realzar la figura del propio Haya de la Torre. El primer número inicia con su artículo de 1926, “¿Qué es el APRA?”, enviado desde Berlín en julio de 1930, y que sería parte de su libro El antimperialismo y el APRA, de 1935, en el que establece las ideas principales “de la teoría aprista”: la abolición del sistema capitalista, la unión política de América Latina, condicionar al capitalismo extranjero, la nacionalización progresiva de tierras e industrias, inclusión de las clases medias y el fomento de un capitalismo de Estado en consideración de que el imperialismo es la primera etapa del capitalismo en nuestros países; todo ello bajo una filosofía y política marxista. En las siguientes entregas, la presencia de Haya de la Torre sería permanente, sea con reproducción de entrevistas, declaraciones, reproducción de fragmentos de sus obras, mensajes, cartas y fotos, lo que sería más ostensible en tiempo electoral.
 
Otro autor de presencia importante es Manuel Seoane, desde su exilio argentino, e indudablemente uno de los líderes más importantes del aprismo, tanto por su capacidad de análisis como por su inteligencia política. Sus temas giraban en torno al problema agrario, el fenómeno imperialista, el nacionalismo, sobre el que dice es “…el que sin engañarse estudia la realidad y busca soluciones” (APRA, núm. 6, 6 de noviembre de 1930). También fue respetuoso de la herencia de Mariátegui, recientemente muerto: “Por eso el Partido Aprista cumple el lema de nuestra generación, que recogió Mariátegui: ʽPeruanicemos el Perúʼ” (p. 7). Seoane, crítico severo de la presencia clerical en la educación, advertía: “Todos saben rezar pero muy pocos están en el mundo de la cultura. Hay 4500 edificios religiosos y 3500 escuelas primarias. Eso se invertirá”. Pero existe un punto de especial relevancia, las constantes denuncias de Seoane a la IPC y lo que llamaba “caso inaudito” de La Brea y Pariñas, acusando de privilegios de la empresa petrolera estadounidense y de corrupción de funcionarios. Esta denuncia sería persistente en Seoane, y del aprismo detrás de él, que desembocaría en el enfrentamiento contra el presidente Fernando Belaunde Terry produciendo un mortal enfrentamiento entre el congreso y ejecutivo por el famoso caso de la “página 11” supuestamente pérdida y fundamental para demostrar las denuncias, lo que derivó en el golpe de Estado de 1968.
 
Otras voces presentes en APRA serían las de Luis Enríquez sobre temas económicos; Luis Heysen acerca Gandhi, Jorge Basadre con su artículo “Mientras ellos se expanden”2 ; Antenor Orrego escribiría sobre americanismo y filosofía; Luis Alberto Sánchez participaría con su artículo “Significado del 23 de mayo” (APRA, segunda época, núm. 14, 23 de mayo de 1931). Además de otros, como Carlos Manuel Cox (secretario general del Comité Ejecutivo Nacional), Julio Petrovick, Enrique Cornejo Koster, y algunos más. Se incluirían también fragmentos del libro sobre la reforma agraria de Abelardo Solís e, incluso, de Carlos Marx. Es ilustrativo el discurso ofrecido por Arturo Sabroso en el Teatro Royal del Rímac el 15 de abril de 1931, en el que relata su trayectoria: luego de ser un militante convencido de apoliticismo se sumó al aprismo; y que en su formación ideológica sería fundamental el pensamiento de González Prada.
 
Magda Portal y el debate por el voto femenino
Otra presencia importante en las páginas de APRA es la de Magda Portal, defensora incondicional del líder aprista. Desde Santiago analizaría “El momento peruano” y su verbo afilado generaría siempre controversias. Si bien celebra que haya caído Leguía (aunque lo único bueno que hizo fue “liquidar a los viejos partidos políticos”, afirma), la tarea es mayor: “Destrucción de todo lo carcomido y corrupto y creación de un organismo nuevo que responda a las aspiraciones colectivas…” (APRA, núm. 1, 12 de octubre de 1930, p. 4). En “Haya Delatorre y José Carlos Mariátegui” su opinión es obviamente favorable al dirigente aprista, quien dice trabaja, actúa, para el presente que sustenta el futuro, mientras que Mariátegui pensaba, soñaba, en el futuro sin echar cimientos en el presente; además critica su inconstancia, puesto que después de ser aprista hasta 1927 asumiría después una posición “indecisa ecléctica”; asimismo, Portal ataca su “intelectualismo”, incluso afirma que tuvo un conato de pacto con el civilismo. No obstante, en un giro sorpresivo, la poeta concluye: “Esto no empaña el brillo de la obra intelectual de Mariátegui, que, es sin duda, la más notable producida en el Perú…y una de las de mayor vuelo en América” (p. 4).
 
Portal colocaría uno de los temas más importantes del debate sobre derechos de las  mujeres, el del ejercicio del voto. En el número 3 de APRA (segunda época, 18 de marzo 1931) aparecería la posición partidaria del APRA sobre dicha discusión. En “Discusión de la mujer aprista” sostiene que “…la mujer podrá elegir y ser elegida, como el hombre, desde los 18 años”. Además, tendría las mismas posibilidades de educación; incorporación a la vida activa de la sociedad moderna; reconocimiento de su propia condición, responsabilidad de sus actos y libre determinación (p. 5). Pero en el número 7 de APRA (segunda época, 2 de abril de 1931), Portal, desde una posición maximalista, ofrecería su posición polémica en “Rol de la mujer revolucionaria. El voto femenino”, afirmando: “No está la mujer en capacidad de ejercer sus derechos políticos sin la influencia del hogar católico, del convento y del confesionario”. “El voto secreto en el presente momento, ejercido por la mujer no desligada aún de de los prejuicios hogareños y de la tutoría del sacerdote, iría a aumentar, lo repetimos, los bancos del conservadurismo reaccionario, del civilismo derrotista”. Además, sostenía que la mujer revolucionaria debe actuar para establecer un gobierno en el cual no debe haber desigualdad social: “El voto político será una consecuencia de esta igualación, y no en el factor primordial para que se produzca el reconocimiento de los derechos femeninos” (p. 10).
 
En reacción, en el número siguiente, el 8 (11 de abril de 1931), un colectivo femenino exige al Partido Aprista aclarar su posición frente a dicho tema. La agrupación Feminismo Peruano ZAC (Zoila Aurora Cáceres), de carácter católico, consideraba que Portal atacaba el voto femenino3 . En respuesta, el Partido Aprista sostiene que su militante solo ha dicho que considera el voto “secundario en la lucha por la reivindicación de todos sus derechos”, y que la postura partidaria es defender tal derecho como ya lo había expresado con anterioridad (p. 6). Una forma hábil de salir del atolladero, sin duda. En el transcurso del debate sobre el voto de la mujer en medio de una coyuntura política que abría la posibilidad de refrendar tal derecho constitucionalmente, la propia Zoila Aurora Cáceres escribe a Haya de la Torre para asegurar su adhesión sobre el voto femenino. El político trujillano le respondería:
 
Lima, 3 de setiembre de 19314
Señora doña Zoila Aurora Cáceres
Presidenta del Feminismo Peruano
Ciudad
 
Distinguida señora:
   He recibido la apreciable comunicación de Ud. en la que solicita mi apoyo para la solicitud presentada por la institución que Ud. preside ante la Junta de Gobierno, a fin de que se contemple en el Estatuto Electoral el derecho de la mujer al sufragio.
   Como debe Ud. estar informada, el partido aprista peruano, cuya jefatura desempeño, viene luchando porque se reconozcan a la mujer los derechos políticos; contando, desde luego, toda campaña en este sentido con el apoyo del partido.
 
   Atentamente,
   Haya de la Torre
(rúbrica)
 
El tema fue objeto de un intenso debate en la Asamblea Constituyente, pero ocurrió lo imprevisto. El socialcristianismo, representado por Víctor Andrés Belaunde, apoyó firmemente el voto femenino; mientras que el APRA votaría en contra. Al parecer, pesaron los argumentos de Portal: que las mujeres están demasiado influenciadas por la educación católica y por el conservadurismo. Exactamente las razones que llevaron a Belaunde a apoyar el voto de la mujer, aunque solo pudo conseguir que fuera para elecciones municipales. El propio Haya de la Torre había esgrimido su punto de vista sobre la mujer y la revolución: “Las mujeres son uno de los más grandes peligros dentro de las filas revolucionarias, así como pueden ser grandes ayudas” (Haya de la Torre a Ravines, Berlín, 2 de marzo de 1929). Pero más allá de las razones, no cabe duda que el “sentido histórico” estuvo del lado del pensador socialcristiano. La Constitución de 1933 reconocía en el art. 86 el derecho de sufragio de la mujer para elecciones municipales. El aprismo revolucionario aparecería como una fuerza retrógrada con grave miopía política, al menos en este aspecto tan importante.
 
Reminiscencias y rencores
Una nota especial de la revista APRA es el recuerdo por el primer año de la muerte de Mariátegui, escrito seguramente por Delmar:
 
Fundador y director de ʽAmautaʼ la mejor publicación del compañerismo y del común deseo de mejoramiento social y económico del Perú, su muerte prematura quita del campo de la lucha a uno de sus mejores directores (APRA, segunda época, núm. 10, 23 de abril de 1931).
 
De alguna manera, se restañan viejas heridas. Aunque no era posible olvidar a Ravines en la evaluación política del APRA. Carlos Manuel Cox expresa en su artículo “El Partido Aprista y el comunismo” su rabia contra Ravines recordando que primero fue aprista, “…cuando los apristas lo mantuvieron en París”, luego empleado a sueldo de la Internacional y aliado del civilismo (APRA, segunda época, núm. 11, 30 de abril de 1931). En efecto, el propio Ravines había escrito a Óscar Herrera con gratitud: “…tu oferta del envío de una contribución mensual de Uds. para sostenerme me anima inmensamente” (Ravines a Herrera, París, 6 de enero de 1927). Luego, como vimos, Ravines disolvería la célula de París y sumergería al aprismo en una seria crisis.
 
Un escenario imprevisto: las elecciones
Ante una circunstancia política clave como es la convocatoria a elecciones generales, el aprismo se prepararía para enfrentar dichos comicios con todas sus fuerzas.
 
A pesar del fracaso de la Concentración Nacional, el APRA mantiene el proyecto de conformar un frente de izquierdas. Serafín Delmar asevera en “Llamado a los intelectuales de izquierda”: “Si en el Perú hay conciencia de responsabilidad, es el momento en que las fuerzas intelectuales de izquierda deben formar el frente único de la justicia, para combatir, en nombre de los intereses de los trabajadores, la sumisión económica y espiritual del aprismo” (APRA, núm. 1, 12 de octubre de 1930, p. 5). Por su parte, Raúl Meneses reclama por un frente único de izquierdas (como fue el intento fracasado de la Concentración Nacional) para llevar a cabo la revolución (APRA, núm, 2, 20 de octubre de 1930). El propio Partido Aprista anuncia la próxima convocatoria a una Convención Nacional de las izquierdas “para la formación de un programa nacionalista (APRA, núm. 2, 20 de octubre de 1930), y el propio Seoane, reclamando ante la actitud de los que llama “comunistas criollos” ante las clases medias y los intelectuales, y porque defienden “los derechos de clase”, cuando lo fundamental es conformar el Frente Único (APRA, segunda época, núm. 3, 18 de marzo de 1930). Dicha suma de izquierda no resultaría y, por el contrario, aprismo y comunismo o socialismo terminarían completamente enfrentados, como nos los muestra la historia.
 
Por otro lado, el aprismo refuerza sus filas con el retorno de los exiliados, como Portal, Seoane, Cox, Heysen, Meneses, entre otros más. Portal, regresaría al Perú a fines de 1930, Seoane −descrito como “uno de los más brillantes representantes de la nueva generación” (APRA, núm. 5, 9 de noviembre de 1930)− regresaría al lado de Cox, el 2 de noviembre de 1930, pero sería desterrado nuevamente hasta regresar al Perú en abril de 1931, luego de ser liberado junto a Heysen, quienes estaban encarcelados en Buenos Aires, y después de estar 17 días incomunicados. La recepción a Seoane tuvo una clamorosa ovación: “…sólo los hombres nuevos sin compromisos con el pasado, podrían afrentar la tarea de salvar nuestra nacionalidad” (APRA, segunda época, núm. 8, 11 de abril de 1931, p. 13). El tema de los exiliados sería fundamental en la conformación del APRA. El destierro y las cartas serían circunstancia y medio que explican la fortaleza política del aprismo (Bergel, 2019).
 
Complementariamente, la naciente fuerza política requería mostrar apoyo internacional, más aun si se presenta como una fuerza política continental. En las páginas del número 2 de APRA (20 de octubre de 1930) se darían a conocer cartas de Romain Rolland y Alfredo Palacios. El primero dirigiéndose al propio Haya de la Torre afirmando: “Sí, yo considero a usted como a un hijo o como a un hermano menor. Si el campo de nuestra acción es diferente, la flama que nos anima es la misma: es la pasión de la verdad creadora por la humanidad” (Rolland a Haya de la Torre, Villeneuve (Vaud), Villa Olga, 15 de marzo de 1926, p. 7). El segundo, escribiéndole al escritor y crítico argentino Salomón Wapnir −quien había escrito sobre “Víctor Raúl Haya de la Torre y el imperialismo”−: “Hasta hoy nadie había señalado con firmes trazos, a Haya como el abanderado de la juventud de América, en su lucha contra el imperialismo; usted lo hace con acierto y cariño” (Buenos Aires, 25 de noviembre de 1927, p. 13). El mismo Palacios envía su propio “Mensaje”, en el que recomienda a los apristas: “No os dejéis seducir por las cantos de sirenas. La América, que espera mucho de vuestro esfuerzo, sabe que el camino para alcanzar los más altos ideales, no es el atajo del compromiso desapresurado, sino el áspero sendero duro y difícil que lleva en línea recta a la cumbre de las grandes aspiraciones” (APRA, núm. 5, 9 de noviembre de 1930, p. 9). En “Mensaje de los intelectuales argentinos” entre los que figuran, por ejemplo, Alfredo Palacios, Ricardo Rojas, Gabriel del Mazo, Carlos Sánchez Viamonte, y luego de la caída de Leguía expresan su “júbilo”: “Aprovechamos el viaje de nuestro amigo Manuel A. Seoane, cuya conducta e inteligencia conquistáronle la simpatía unánime, para expresar nuestro afecto a todos los camaradas del Perú, especialmente a los núcleos del Apra que fundara el recordado Haya de la Torre” (APRA, núm. 7, 23 de noviembre de 1930, p. 3).
 
Asimismo, Manuel Ugarte, envía una carta a APRA en el remarca lo que considera es la responsabilidad de los jóvenes en ese momento: “Que la juventud vele para que el esfuerzo no se malogre, para que la oportunidad no se pierda. Lo que empuja hoy a nuestro continente es un fervor análogo al que determinó el separatismo” (APRA, segunda época, núm. 4, 3 de marzo de 1931, p. 9). Cuando Haya de la Torre inicia su candidatura, el propio Ugarte, junto a Alberto Hidalgo, Julio Málaga Grenet, el poeta chileno Vicente Huidobro, el escritor dominicano Jaime Colson, y otros, firman una “Declaración” −aparecida en APRA, segunda época, núm. 5, Lima, 26 de marzo de 1931− que rescataba al aprismo como un “movimiento contra las oligarquías de dentro y los imperialismos de fuera”, y destacaba a Haya de la Torre como un “un gran luchador que ha honrado siempre al Perú” (6).
 
Todo este juego de adhesiones e invocaciones es parte de la red que Haya de la Torre y otros exiliados apristas habían podido tejer en el destierro, y que busca presentar al aprismo como una fuerza política de importancia no solo nacional para legitimar su participación electoral.
 
Los cimientos de un partido
Retomemos algunos hitos: luego de las rupturas al interior de las células de México y París, Haya de la Torre se dedicó, con bastante éxito, a la reconstitución del APRA. Como vimos, en setiembre de 1930 fue fundada la “sección peruana” del APRA continental, y luego se enfocaría en ganar las elecciones generales convocadas por la Junta Nacional de Gobierno que presidía David Samanez Ocampo desde el 11 de marzo de 1931, luego de ser retirado del poder Sánchez Cerro. En los comicios a realizarse el 11 de octubre de dicho año, se deberían elegir no solo al Presidente de la República, sino también a los miembros de un Congreso Constituyente, que debería dar a luz a nueva Constitución. Bajo ese objetivo, APRA dirigiría sus esfuerzos en perfilar al Partido Aprista representado por su candidato, Haya de la Torre, como la mejor opción electoral. La propaganda de APRA sería intensa en ese sentido, paralelamente a la otra publicación aprista: La Tribuna, que dirigiría Seoane (véase Bergel, 2019).
 
Una de las primeras condiciones de un partido es tener enemigos. Con sagacidad política, Haya de la Torre indicaría a sus compañeros apristas agrupar a todos bajo un solo término: “civilistas”, sin importar matices y diferencias secundarias. Así, su discurso tendría fuerza argumentativa para ser retenido en los ciudadanos. Dentro de ese campo enemigo definido como civilista, se encontraba el diario El Comercio, frente al cual, advierten los editorialistas de la revista, al APRA no lo motiva “sentimientos de odio”, aun cuando dicho diario se ha ensañado contra el partido y contra la “ilustre persona de su fundador” (APRA, núm. 1, 12 de octubre de 1930). En la entrega 4 de APRA (4 de noviembre de 1930) se puede leer una entrevista al candidato en la que responde a un comentario de El Comercio en el sentido que la junta militar apoya al político aprista como candidato. Haya de la Torre dice enfáticamente que “no es un agitador social”, pero que sí se somete a la voluntad del pueblo, “si busca con nuevos hombres, un certero camino hacia el futuro” (p. 4). Con habilidad, se presenta como un convencido de la ruta electoral, mientras internamente, vía cartas, prepara a sus militantes para la revolución. En ese mismo número 4 de APRA, la revista denuncia una agresión cometida contra los canillitas apristas, azuzada por Miro Quesada.
 
Otro aspecto básico de una campaña electoral de un partido nuevo es la presentación del líder-candidato, de su biografía. En el número 4 de APRA (4 de noviembre de 1930) se presenta un breve recorrido biográfico de Haya de la Torre que sienta las bases de los datos divulgados posteriormente por el aprismo, así como se construye una epopeya del líder partiendo de la jornada del 23 de mayo de 1923 (APRA, segunda época, núm. 14, 22 de mayo de 1931), pasando por la persecución por parte de la alianza del ejército con los “civilistas”, hasta el exilio, y su producción intelectual-programática. La exaltación del personaje va unida a la difusión de su pensamiento.
 
En la presentación de una entrevista concedida a Alberto Fernández Arias, se señala que los jóvenes lo ven a Haya de la Torre como “un Redentor”. El candidato –luego de hablar del papel de las clases medias en la lucha por la independencia de América Latina− anuncia que regresarán los apristas desterrados, que los apristas exigirán que se realicen las elecciones, que espera tener las mismas libertades que el civilismo, que no cree que este cuente con el apoyo del ejército, que exigen libertad de opinión y, finalmente, que si hay libertad la victoria será del APRA (APRA, núm. 6, 16 de noviembre de 1930, pp. 8-9). Pero dos páginas más adelante, el secretario general del APRA, Luis Enríquez protesta, mediante comunicado enviado a los diarios, por la disolución de la CGTP, y llama al proletariado para que “se ponga en guardia y se defienda” (p. 11). Posteriormente, el propio Haya de la Torre discreparía con la manera propuesta de elegir a los miembros de la constituyente, señalando que son los viejos métodos, a gusto de El Comercio, es decir, sin voto secreto. Finalmente, es sombrío en su predicción, advirtiendo sobre el peligro fascista-civilista. En las páginas centrales se abordaría la relación entre Haya de la Torre y la reforma universitaria.
 
El APRA surge como sujeto protagónico. En “Documentos políticos del Partido Aprista Peruano. Llamamiento a la Nación por el Partido Aprista”, se enfatiza en que el APRA “…insurge para luchar contra todos los vicios y todos los poderes de los hombres que nos enfrenten, defendiendo las protervas conveniencias imperialistas y explotadores” (APRA, segunda época, núm. 1, 10 de marzo de 1931, p. 3). Asimismo, en un “Manifiesto a la nación” se proclama la candidatura de Haya de la Torre: “…reiteramos nuestra convicción de que Haya Delatorre es el único que debe y puede alcanzar el más alto cargo republicano, por mandato popular y por merecimiento personal (p. 7). En páginas centrales, “Ideario aprista” (8-9), sintetiza el programa aprista: política moderna con estadísticas, aplicación de la inteligencia en política, en la economía y en la elaboración del diagnóstico nacional; señala también que la democracia funcional es la “piedra angular de la vida del estado” (p. 11). Además de sostener otros aspectos importantes, como el regionalismo económico, la descentralización política y administrativa y de los consejos regionales o provinciales que den como resultado el Congreso Nacional.
 
Haya de la Torre y Víctor Andrés Belaunde
En el número 3 de APRA, correspondiente a la segunda época, del 18 de mayo de 1931, aparece una felicitación a “el camarada Rector [José Antonio] Encinas” (p. 2). No era para menos el júbilo, pues el APRA apoyó la candidatura de Encinas en contra de la de Víctor Andrés Belaunde al que Haya de la Torre atacó tempranamente, como se puede constatar en varias páginas de su libro Por la emancipación de América Latina, de 1927, pero compuesto por artículos publicados entre 1923 y 1927. La frontalidad del dirigente aprista contra Belaunde no se llega a entender, pues más allá de distintas ubicaciones ideológicas, hubo otros más opuestos a Haya de la Torre pero a los que no fustigó en la misma medida. Por otra parte, Belaunde no le disputaba ningún espacio de poder, pues durante su exilio (fue deportado por Leguía en 1921, antes, incluso, que el propio Haya de la Torre) no hizo propaganda política como sí lo hizo Haya de la Torre, incluso, Belaunde fue perjudicado por las élites oligárquicas en sus pretensiones políticas, por lo que no se le puede identificar con lo que el aprismo llamaba “civilismo”. Es más, al parecer, cuando era presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, Haya de la Torre le envió una carta a Belaunde pidiéndole un retrato suyo para colocarlos en su local, pero Belaunde, por descuido u olvido no respondió al pedido5 . Es posible que este silencio lo tomara Haya de la Torre como un desplante y ayudara a encubar su encono contra el pensador novecentista. Dicha carta se ha perdido, pero la historia resulta plausible, pues Haya de la Torre envió una misiva con el mismo tenor a Francisco García Calderón residente en París, que tampoco satisfizo la solicitud del entonces dirigente juvenil. Por otra parte, varios planteamientos del político trujillano eran similares a los de Belaunde, como el respecto a la clase media; el papel del Estado frente a las potencias extranjeras para impedir el vasallaje económico o combatir el imperialismo, según el lenguaje de cada cual; el rol del mestizaje; la importancia de las reformas; el construir un espacio de diálogo entre Estado, trabajadores y empresarios, entre otros temas, como el del regionalismo. Ante una pregunta de su entrevistador sobre las ideas de Belaunde y de Haya de la Torre este responde con un tono airado sosteniendo que las del intelectual arequipeño…
 
son una repetición mal coordinada de los principios del regionalismo económico del APRA sustentado por nuestro Partido desde hace seis años…el intento de captación del ideario aprista que ha hecho el doctor Belaúnde, no ha logrado fundarse científicamente y resulta un vistoso recurso oratorio (APRA, segunda época, núm. 3, 18 de marzo de 1931, p. 6)6 .
 
Todo se anuda en la necesidad de Haya de la Torre de diferenciarse políticamente de sus antecesores para buscar aparecer como original y fundador. Sobre esa base podría erigir su liderazgo juvenil dispuesto a enterrar el pasado. Pero hubo un hecho ocurrido poco después, cuando Haya de la Torre estaría preso en el Panóptico por orden del ya entonces presidente Sánchez Cerro: Ismael Bielich, abogado del líder aprista, y ante la precaria salud de este le dirigió una carta a Víctor Andrés Belaunde, entonces miembro del Congreso Constituyente, solicitándole que lo apoyara desde el Parlamento pidiendo un cambio en la situación del preso. Prácticamente de inmediato, apenas dos días después, Belaunde respondió al abogado informándole que ya había solicitado en el Pleno que “…los elementos influyentes en el presente gobierno deberían apresurarse a pedir al Presidente y al Ministro respectivo que se cambiara de un modo radical la situación del señor Haya de la Torre” (Belaunde Moreyra y García Belaunde, 2009). Cabe anotar que la misma gestión de Bielich hizo Magda Portal ante el intelectual argentino Manuel Ugarte.
 
En campaña electoral
Luego de que Sánchez Cerro dejara la presidencia el 1 de marzo de 1931, se instaló una Junta Nacional de Gobierno, la que convocó a elecciones para la presidencia (26 de mayo de 1931) que se realizarían el 11 de octubre de ese año. Se designó una comisión para que presentara una propuesta de anteproyecto electoral, la que estuvo integrada por personajes notables: Jorge Basadre, Luis E. Valcárcel, César Antonio Ugarte, Federico More, Alberto Arca Parró, Luis Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox y Carlos Telaya, y que la Junta Nacional de Gobierno promulgó como Estatuto Electoral el 26 de mayo de 1931 (Aguilar Gil, 2002: 127). Por la composición de la comisión y por el contenido mismo del Estatuto Electoral, el APRA consideraba que se había dado el “…primer paso hacia una efectiva legislación electoral” (APRA, segunda época, núm. 15, 29 de mayo de 1931, p. 1), lo veía como un triunfo propio dada su persistente campaña a favor de ciertas condiciones para la competencia electoral. En “Declaraciones de Haya Delatorre”, el político aprista exige libertad de sufragio y de opinión, así como soberanía popular para decidir (APRA, segunda época, núm. 3, 18 de marzo de 1931). Incluso, una comitiva aprista se había reunido unos pocos días antes con David Samanez Ocampo, el 12 de marzo de 1931. Este les aseguró que el gobierno está preocupado por la pronta liberación de Seoane, Heysen y Manuel Meneses, presos en Buenos Aires; asimismo, saludaba su interés por participar en le vida política y que confiaba en su patriotismo. Pero algunos meses antes, el 22 de noviembre de 1930, también un grupo de dirigentes apristas tuvieron un encuentro con el propio Sánchez Cerro que tuvo un sabor totalmente distinto al de la reunión con Samanez Ocampo, pues el militar llegó a amenazar a los líderes apristas diciéndoles que terminarían en el calabozo. En “Defendamos el voto secreto”, se sostiene que se trata de defender a “…todos los que sufren, a todos los que trabajan, a todos los que no quieren más del imperio del latrocinio, del abuso y de la farsa” (APRA, segunda época, núm. 7, 2 de abril de 1931). Bajo todos estos preceptos, el secretario general del APRA, Luis Enríquez, envía una carta pública a Sánchez Cerro, candidato a la presidencia que competiría contra Haya de la Torre. En algunas de sus líneas prácticamente lo reta: 
 
Acepte usted señor Presidente nuestra invitación. Vayamos a la lucha, noble, serenamente. De un lado, sus ideas o programa de gobierno. De otro el Partido Aprista Peruano que exhibirá su programa revolucionario y sus líderes encabezados por Víctor Raúl Haya de la Torre (APRA, segunda época, núm. 4, 21 de marzo de 1931, p. 11).
 
Haya de la Torre busca las mejores condiciones para participar en las elecciones presionando porque se realicen unas elecciones legales (“Nuevas e importantes declaraciones del Jefe” (APRA, segunda época, núm. 10, 23 de abril de 1931). El APRA decide atacar a fondo y recuerda la historia militarista reciente del Perú y la alianza del ejército con el civilismo. En su Editorial “Cosecha de tempestades” (APRA, segunda época, núm. 5, 26 de marzo de 1931), se recuerda que el ejército interrumpió la vida política desde el gobierno Guillermo E. Billinghurst, presidente que representó el anti-civilismo, mientras que Sánchez Cerro ha traicionado la llamada Revolución de Arequipa que despojó a Leguía del poder. Por otra parte, y complementariamente, se advierte que en el civilismo están preocupados por el “auge poderoso de las izquierdas peruanas”, “[p]articularmente del APRA”. Los civilistas y allegados “…no vacilarán en utilizar estos medios para impedir la venida de Haya de la Torre y el triunfo del Aprismo salvador”  (APRA, segunda época, núm. 6, 30 de marzo de 1931, p. 1).
 
Lo que vendría luego es parte de uno de los episodios más dramáticos de la vida republicana peruana. Las elecciones que ganaría Sánchez Cerro, la negación de esos resultados por parte del APRA, el discurso de un Haya de la Torre incendiario, y 1932, el año de la barbarie, es decir, del fusilamiento de miles de sublevados apristas en Trujillo. El resultado, el asesinato del presidente Sánchez Cerro el 30 de abril de 1933, una década de dictadura militar, la persecución contra el aprismo y la izquierda.
 
*  *  *
 
Por todo lo anteriormente descrito, refresquemos nuestras discusiones y debates con toda la documentación posible que podamos rescatar a la mano. El libro de Villanueva y Landázuri nos ofrece esta posibilidad. Esta obra puede constituir un cierre ante la polémica famosa entre Haya de la Torre y Mariátegui, y el inicio de entender su ruptura ya no desde las causas, sino desde las consecuencias que ella produjo, y a partir de este giro reconstruir una agenda política para el futuro. Aunque pienso que ello será tarea de futuras generaciones. Con un APRA carente de intelectuales, e intelectuales de izquierda agotados, hoy no existen posibilidades de una refundación de la izquierda peruana.
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
AGUILAR GIL, Roisida (2002). El sufragio de la mujer. Debate en el Congreso Constituyente de 1931-1932 http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con_uibd.nsf/AA2DF31AF1EF10800525755400605F01/$FILE/1mujer.pdf
 
BELAUNDE MOREYRA, Martín y Domingo GARCÍA BELAUNDE (editores) (2009). Víctor Andrés Belaunde. Epistolario político con Manuel Prado e Ismael Bielich. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú-Instituto Riva Agüero.
 
BERGEL, Martín (2019). La desmesura revolucionaria. Cultura y política en los orígenes del APRA. Lima. La siniestra.
 
FLORES GALINDO, Alberto (1980). Un viejo debate: el poder. Socialismo y Participación: 20.
 
LANDÁZURI, Javier (editor) (2015). La edad prometeica. Los inicios. Lima: Fundación Armando Villanueva 
 
MELGAR BAO, Ricardo y Osmar GONZALES ALVARADO (comps.) (2014). Víctor Raúl Haya de la Torre. Giros discursivos y contiendas políticas (textos inéditos). Buenos Aires: Centro Cultural de la Cooperación.
 
MANRIQUE, Nelson (2009). ¡Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA. Lima: CLACSO-Pontificia Universidad Católica del Perú.
 
PACHAS MACEDA, Sofía (2019). Zoila Aurora Cáceres y la ciudadanía femenina. La correspondencia de Feminismo Peruano. Lima: Jurado Nacional de Elecciones, Fondo Editorial Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
 
VALDIVIA ACUÑA, María Inés (2018). El feminismo católico peruano (1930-1956). Lima: Editorial Universitaria de la UNFV.
 
VILLANUEVA DEL CAMPO, Armando (2015). La fundación del aprismo peruano. Javier Landázuri (editor), Los inicios. Lima: Fundación Armando Villanueva.
 
Notas
__________________________________ 
1  No se incluye el número 2 de la segunda época.
2  En estos años, Basadre no estaba definido en su adscripción. Por otra parte, en algunas cartas, Haya de la Torre lo califica de bobo, que pontifica sobre la Revolución soviética sin conocerla realmente, y que es excesivamente nacionalista. Al final, Basadre se mantendría afuera del APRA, cercano a Mariátegui pero sin filiación orgánica alguna.
3  Acerca del papel de Zoila Aurora Cáceres se puede consultar María Inés Valdivia Acuña, El feminismo católico peruano (1930-1956) (2018), y Sofía Pachas Maceda, Zoila Aurora Cáceres y la ciudadanía femenina. La correspondencia de Feminismo Peruano (2019). 
4  Con membrete: V.R. Haya de la Torre. Apartado 346. Belén, 1065. Lima – Perú.
5  Debo esta información a Domingo García Belaunde, nieto y último secretario personal de Víctor Andrés Belaunde, quien en comunicación electrónica me detalló la historia: “…en relación con lo conversado en días pasados, te confirmo que en el verano de 1966 trabajé directamente con Víctor Andrés Belaunde en las mañanas durante los días de semana y en su biblioteca, fruto del cual fueron diversos encargos que me hizo, en especial el relacionado con la colaboración que le pidió Juan Mejía Baca para la colección ʽPerú vivoʼ, un grueso folleto que incluso me dictó, para que yo lo digitase y que ahora se encuentra incluido en los dos tomos de sus Memorias completas, que salieron póstumamente en 1967...en una de esas charlas yo le pregunte a que se debía la animadversión que le tenía Haya, habida cuenta de las críticas que le hizo en su libro Por la emancipación de América Latina de 1927, momento en el cual ambos no se veían hacia años. Belaunde me dijo que era una enemistad gratuita, pues cuando salió deportado en 1921 tenían muy buena relación, como lo demuestra el hecho  de que él concurría a la Federación de Estudiantes y además en que más de una oportunidad Haya lo presentó en alguna conferencia importante con palabras elogiosas...Me dijo que en 1921, estando  él fuera, Haya  le escribió una carta pidiéndole una foto suya para la galería que estaba preparando de maestros universitarios y que iba a inaugurar en el local de la Federación de Estudiantes. Belaunde me comentó que por sus continuos movimientos ese año, que recién estaba instalándose en el medio universitario norteamericano, se olvido de contestarla. Él cree que eso lo ofendió mucho. En esa época y después, ya fallecido y en 1967 revisando su archivo, encontré esa carta y la leí. No sé qué paso después. Años más tarde, el archivo lo donó la familia al Instituto Riva Agüero, en donde no la he visto...y probablemente se haya perdido. De eso doy cuenta, sin detalles, en un pequeño artículo que publiqué después: “Noticia sobre los inéditos de Víctor Andrés Belaunde” en Mercurio Peruano, núm. 465, enero-febrero de 1967. Belaunde regresó al Perú en diciembre de 1930, trayendo a la mano el libro La realidad nacional, impreso en París pero con fecha adelantada: 1931. En ese momento, Belaunde se encontró con el APRA al frente, lo cual se comprobó en los debates de la Constituyente de 1931, incluyendo a Luis Alberto Sánchez. Este último, sin embargo, años después hizo un elogio del Belaunde que conoció y trató hasta 1921 y además colaboró con el Mercurio Peruano años después...Lo que vino después se explica por la posición militante del APRA y el catolicismo de Belaunde” (22 de mayo de 2020).
6  Estas palabras son inexactas, por decir lo menos, pues Belaunde había desarrollado estas ideas en diferentes entrevistas, encuestas, artículo hasta llegar a La realidad nacional, libro publicado en París en 1931.
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