Mario Vargas Llosa
“La novela goza de buena salud”

Por Tluio Demichelli
Fuente: La República, Lima 25 de mayo de 2013
http://www.larepublica.pe/25-05-2013/la-novela-goza-de-buena-salud

El Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, de visita en Sofía, bromea sobre la elección de su obra La fiesta del Chivo como mejor novela española del siglo XXI: “No sabía que tenía tantos amigos”.

Hace 13 años se produjo la aparición de La Fiesta del Chivo (Alfaguara), novela de ambición mayor como antes lo fueran Conversación en La Catedral o La guerra del fin del mundo y mucho después El sueño del celta, sin desmerecer ello el aliento de La ciudad y los perros, La casa verde y otros de sus libros. Pasados 13 años, a la pregunta: “¿Cuál es la mejor novela española del siglo XXI?”, un centenar de escritores, críticos, profesores y editores han confesado que es este relato de una conspiración para abatir a un dictador siniestro que, en realidad, es un texto inaugural. En Sofía, capital de Bulgaria, por un momento y gracias al móvil, capturamos al novelista por los buenos oficios de su esposa, Patricia.

Dicen que la novela ha muerto.
Eso es una tradición tan antigua como la novela misma. A finales del siglo XIX fue un adagio casi temático: Zola, Galdós, hasta los hermanos Goncourt decían: “Estamos asistiendo a la desaparición de la novela”. Pero estaba y está muy viva. Tanto, que hoy vive un gran florecimiento: hay escritores audaces y de gran diversidad. No soy nada pesimista. Sigue habiendo ilusión. La novela es un muerto que goza de muy buena salud en España y América Latina.

Todo el mundo habla de crisis y de que la era digital acaba con la lectura reflexiva.
Pero hay nuevos escritores con audiencias que nunca se han tenido en el pasado. Mire, en medio de una crisis tan seria como la que estamos viviendo, en realidad la vida cultural no está sufriendo, porque en los momentos de crisis siempre hay mayor creatividad: la literatura, al igual que las otras artes, es una tabla de salvación y un refugio ante un mundo que nos parece caótico. Hay un malestar difuso que no encuentra cómo expresarse y la literatura lo objetiva. Produce un mudo placer, divierte y, al mismo tiempo, es una crítica radical a lo que subsiste. Por eso las dictaduras han querido siempre controlarla, acallarla con la censura, someterla considerando que es una actividad peligrosa.

Importancia de la ficción

Así lo fue siempre para usted, que en sus novelas mayores ha comprometido Historia y ficción.
Efectivamente, todas son novelas que tienen una vinculación con la Historia, lo cual no quiere decir que sean momentos de la Historia novelados, porque en todas, aunque haya una materia prima histórica, probablemente la ficción y la invención sean mucho más importantes que la mera relación histórica. En todas me he tomado muchas licencias y trabajé con la libertad del escritor que escribe ficciones. Ahora bien, pues sí, la materia prima está tomada de la Historia aunque, generalmente, quise respetar los hechos históricos básicos, aun utilizando personajes históricos como si fueran de ficción, y personajes de ficción a los que he atribuido muchos hechos de personajes históricos.

Y siempre contra la injusticia, como motivo recurrente…
Desde luego esa es una constante, pero no contra la injusticia, sino contra las injusticias, porque lo son tanto sociales como políticas, culturales, religiosas, individuales… Creo que sí, que además esa es una característica de la literatura en general. La literatura suele dar más un testimonio sobre el sufrimiento que sobre la felicidad humana; y sí creo que la novela española, como la iberoamericana, siguen esa constante.

¿Compromiso del escritor con la sociedad en la que vive y a la que exorciza con sus ficciones?
Claro, la literatura es un contrapoder y ha demostrado siempre que la realidad está mal hecha, que la realidad no es esa que dicen los poderes establecidos. Y por eso, ella es una especie de contrapunto que tiene que ver muchísimo con aquello que no vivimos y que quisiéramos vivir, que no tenemos y que quisiéramos tener…

¿No le asusta el fin de época que vivimos, en el que nadie se anima a decir la verdad, a señalar que lo que se avecina nada tiene que ver con lo que fue?
Sí, quizá nos enfrentamos a un fin de época, como hubo tantos otros a lo largo de la Historia, incluso mucho más dramáticos y sangrientos. Ocurre, también, que se ha confundido ficción con realidad. Pero estamos ante el paisaje de una transición a una sociedad que, para ser, habrá de tener una mayor racionalidad, mayor justicia y equilibrio, y debemos evitar que los errores ya cometidos se vuelvan a repetir. Creo que la literatura da una buena perspectiva para valorar las raíces de la crisis.

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