Abraham Prudencio Sánchez
Historia en París
Marea doble


Por José Donayre Hoefken
Fuente: Variedades Nº 277, Lima 28/05/12
http://www.elperuano.pe/Edicion/variedades.aspx

Una historia de amor y traición se relata en Ella soñaba con el mar, de Abraham Prudencio (Lima, Ediciones Altazor, 2012. 80 pp.). Es una narración ágil y sorprendente.

Entre las posibilidades de la ficción fantástica, el tema del doble parece ser inagotable. Ella soñaba con el mar, además de tener el encanto de haber sido escrita y estar ambientada en París, es una nouvelle cuyo giro fantástico se acentúa en la voz del narrador que deja de ser omnisciente para revelarse en su inverosímil naturaleza. Esta voz –que se descubre hacia el remate final del libro– refresca radicalmente la narración y lleva a la sucesión de hechos hacia lindes realmente sorprendentes.

Con una prosa emotiva que sortea lo cursi, Abraham Prudencio ha construido una historia de amor y traición, pero, sobre todo, de autodescubrimiento. La ficción fantástica urdida por el autor se potencia, por otra parte, por la autorreferencia. Se descubre al Abraham Prudencio protagonista, disfrazado inicialmente en Pancho, que es asaltado telefónicamente por otro Abraham Prudencio. Pero no solo es un juego de nombres. Se trata, en realidad, de la incertidumbre del individuo ante la dicha absoluta.

Como en las tramas del Siglo de Oro, el orden se restablece, aunque la naturaleza haya sido violentada en su lógica. Todo esto ocurre en París, pero también en Praga –donde se halla el otro protagonista con su dantesca Beatriz–, urbe de tradiciones oscurantistas que desenfoca la luminosidad de la razonable Ciudad Luz. En esta oportunidad, los protagonistas no se cruzan en un viaje a las antípodas. Son las amantes las que deciden transgredir la realidad llamadas por el mar, en un sueño que se repite.

Desde el título, la nostalgia es una marca. Como se plantea textualmente (p. 32): "El mar del Perú es mi favorito y para mí el único que me entiende. Tiene vida, personalidad y respira por sí mismo. No ha sido domado ni conquistado. Su brisa es especial, se hace respetar con sus olas y es libre. El mar es completo, como lo debería ser el amor en una pareja pero mientras que no la encuentras o están alejadas, sigue siendo solitario, pero entre los dos el mar será nuestra fuente de comunión".

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