José Portugal Catacora
Los 100 años de José Portugal Catacora

Por Walter Paz Quispe Santos
Fuente: Los Andes, Puno 14/08/11
http://www.losandes.com.pe/Educacion/20110814/53831.html

José Portugal Catacora es uno de los grandes pedagogos que tuvo el país, después de la renovación que significó la Pedagogía peruana con José Antonio Encinas. El paisaje de su tierra natal, Acora, y el amor por los niños y niñas de los andes, lo motivaron a incursionar en la Educación para transformarla, repensarla y hacer de ella el valor más importante que puede hacer un maestro para mejorar la sociedad. Durante todos los años de mi formación de educador mantuve un cordial e ininterrumpido diálogo con sus libros más importantes legados a la pedagogía, muchos de ellos desperdigados y difíciles de ubicar. Lo hacía con el sentimiento coterráneo casi religioso de estar compartiendo las más inquietantes preocupaciones de la pedagogía general y particular. Porque como a él lo animó la grandeza de los aymaras, a mí me anima el mismo sentimiento de dignidad de la cultura aymara.

Si bien José Antonio Encinas señalaba que el niño andino era el ser más incomprendido por la historia, José Portugal Catacora compartía esa misma preocupación. Por eso se atrevió a escribir más de cuarenta libros de pedagogía, muchos de ellos inéditos. En cada uno de sus textos uno encuentra una búsqueda de la pertinencia cultural, la relevancia social en la didáctica. Por eso sus planteamientos de una educación por niveles de madurez no sólo son un atisbo o epifenómeno de las pedagogías o teorías de la educación que se discutían en esos tiempos, son en realidad las indagaciones más lúcidas que hasta ahora no han sido superadas por las investigaciones pedagógicas ni experimentales. Además, sus escritos son legítimamente actuales. Alguna vez, cuando daba una charla sobre la pertinencia cultural de Jean Piaget en los andes, en la Universidad de San Marcos, un catedrático sanmarquino me hizo muchas preguntas sobre José Portugal y terminamos hablando de uno de sus libros mayores como es “Psicopedagogía del lenguaje”. Allí señala sobre la función social del lenguaje que “si bien el origen causal del lenguaje radica en bases psicológicas individuales de condición inmanente, su objetivación, como efecto, es esencialmente trascendente. De ahí su carácter social por excelencia y su papel de vehículo de la cultura humana por antonomasia. Pues posee virtud de eslabonar individuos, sociedades y naciones, así como poner en contacto el pasado con el presente y proyectar el presente hacia el porvenir en una acción permanente de transmisión oral y escrita, de valores que se heredan, de generación en generación, en forma sistematizada, en centros educativos, y en forma espontánea, en la labor informal de las élites sobre las masas. Pero ese carácter del lenguaje suele revestirse de ciertas peculiaridades en determinadas circunstancias condicionales, según las clases sociales que lo hablan o la objetivación cultural a cuyo servicio se le emplea”. Estos planteamientos no contradecían ni a Piaget ni a Vigotsky, al contrario: confirmaban las teorías existentes.

Cuando uno revisa sus planteamientos sobre el lenguaje y la madurez mental para el aprendizaje, José Portugal Catacora nos explica, usando las ideas de Gesell, que existen dos tipos de madurez: la madurez vital y la madurez del aprendizaje verbal. Si bien las facetas fundamentales que la conducta presenta son la conducta psicomotriz, la conducta adaptativa, la conducta verbal o de lenguaje y la conducta social. Estas cuatro facetas se desenvuelven dentro de una unidad evolutiva indivisible. La integralidad de la comprensión de la madurez aún no tiene motivación en los investigadores contemporáneos, lo que existe en realidad son estudios atomistas y parciales de la compleja evolución y desarrollo de los seres humanos.

Otra faceta de su vida, lo relaciona con la fundación de los núcleos educativos campesinos, una propuesta puneñista y andina que vinculaba los sistemas productivos con la educación. Al respecto, señalaba: “A partir de Marzo de 1945 mi labor profesional se intensificó con muchas y variadas actividades, ya en mi cargo de Jefe de la Brigada de Alfabetización. En primer lugar, hice una visita relámpago a la mayor parte de las provincias y constaté que la Campaña de Alfabetización había terminado en diciembre del año anterior; solamente las maestras de Lampa y dos esposos en Ayaviri seguían alfabetizando. En aquellas visitas observé que en la provincias de Puno, San Román, Chucuito y Huancané, los adventistas tenían organizadas sus escuelas, como después se organizaron los Núcleos Escolares Campesinos; pues tenían la estación misionera como escuela central y varias escuelas dependientes como escuelas seccionales. Aproveché esta observación para escribir un proyecto de Nueva Organización de las Escuelas Rurales que se publicó con la opinión favorable del maestro Encinas y otros maestros con el nombre de 'La Escuela Andina del Porvenir'”.

La preocupación por la educación rural fue uno de sus anhelos, sentía la emoción por mejorarlo, porque hasta ahora el poco interés mostrado por mejorar la educación rural hace que a los niños y niñas aymaras y quechuas se les niegue el acceso a muchas habilidades básicas, las que requieren para su desarrollo como personas, y por eso no se les brinda los saberes o capacidades necesarios para superar la pobreza. En su celebrado libro, “organización de la nueva escuela rural” José Portugal Catacora expresaba el valor de la responsabilidad de los educadores: “"Maestros Rurales: Cuando pienso en vuestras responsabilidades profesionales, mi imaginación se proyecta decenas de años en el porvenir i entonces veo nuestros campos, no ya poblados de chozas grises, solitarias i destartaladas, sino casitas blancas, con tejados rojos, rodeados de jardines, huertos y chacrales florecientes; aún más: veo cruzar las pampas i las punas, las quebradas i los valles, un sin número de vehículos, llevando hombres y mujeres, plenos de vitalidad i rebozantes de optimismo; i, en la vera de los caminos, niños alegres, sanos i fuertes, que juegan a plenos pulmones, bajo soles de eterna primavera. En la vida de aquellos seres idealizados, siento palpitar vuestra obra, perennizándose a través de los tiempos, en un porvenir sin límites".

Finalmente, quiero destacar su constante interés por animar la lectura en los niños y niñas, escribió “Mi tirallo” con un conjunto de cuentos y relatos dedicados a mejorar la lectura infantil. El libro “cuento puneño” tuvo el mismo interés de fomentar la lectura. El maestro Portugal dedicó muchas páginas en diarios y revistas al aprendizaje de la lectura, ese interés tiene que ver con un genuino interés por la conciencia generalizada en todas las sociedades de la necesidad de conocer las bondades de la ciencia y la tecnología, las artes y las humanidades. Y los niños y niñas andinas no podían estar excluidos de ese derecho fundamental que consagra la misma declaración universal de los derechos humanos. Al no saber leer, sencillamente no disfrutamos todo el bagaje cultural que la humanidad nos ha legado como patrimonio.

José Portugal Catacora fundó, en enero de 1947, la IEP 70001 como Instituto Experimental de Educación de Puno. Al respecto, en su célebre memoria cuenta: “José Antonio Encinas, por entonces Senador de la República, elegido tras volver al Perú luego de 15 años de destierro, recibió la visita de un joven profesor paisano suyo, José Portugal Catacora, quien venía a solicitar su apoyo y consejo para la creación de una escuela en Puno donde se pudiera ensayar científicamente la manera de mejorar la educación de los niños del altiplano. El maestro Encinas me recibió en la sala de la Dirección del Colegio Dalton, que había fundado en Lima con sus hermanas. Ya me conocía por las cartas que intercambiamos a raíz de mi libro 'La Escuela Andina del Porvenir'. Le hablé de la Escuela experimental y me escuchó con mucha atención. Luego me dijo con verdadera emoción: ¡Ahora vamos a hacer una señora escuela experimental en Puno! Desde aquel día quedé conectado con el maestro Encinas, lo visitaba a diario. Bajo su dirección hicimos un nuevo plan de experimentación mejorando el proyecto que presenté y que había elaborado con el apoyo de Astete Maraví. Nos proponíamos ensayar un sistema de organización escolar basado en los resultados de la aplicación de pruebas de diagnóstico de madurez integral de los niños y no en los consabidos exámenes de conocimientos repetitivos. Durante su estadía en Cuba, el maestro Encinas había trabajado en el Liceo Aguayo en el departamento psicopedagógico, de modo que conocía bien el tema". "Con su apoyo, el Senado, como lo había hecho la Cámara de Diputados, aprobó en el Presupuesto de la República la creación del Instituto Experimental de Educación de Puno. El maestro Encinas se encargó de hacer aprobar el Plan, luego gestionó el presupuesto y el nombramiento del personal, todo lo cual demandó una preocupación de seis meses, hasta Junio de 1947".

"En todo ese tiempo pasamos los días útiles acompañándolo. Unas veces en el Colegio Dalton, otras veces en el Ministerio de Educación y hasta recorriendo las calles de Lima, a pie o en automóvil, no cesaba de hablarme sobre lo que debía ser una escuela experimental. Entonces pudimos comprender el amor entrañable que el Maestro Encinas tenía por el niño, su profunda sabiduría sobre la educación, su interés por la conquista de los derechos del maestro, en fin, sus ecuménicos conceptos pedagógicos y educativos como problema esencial para alcanzar un verdadero cambio cultural y social".

"Nos sentimos completamente identificados con él y un cambio radical se produjo en nuestro espíritu de maestro bajo su influencia. Hasta entonces nuestros estudios sobre las ciencias pedagógicas solamente tenían carácter de ilustración que utilizábamos para dictar conferencias y cursos, pero no existía relación directa entre nuestras ideas y nuestra labor práctica; con su influencia comprendimos cabalmente que el maestro debe ser un permanente investigador en el aula y en la escuela para mejorar constantemente no la 'enseñanza' sino el aprendizaje y el desarrollo del niño. El Instituto sería un verdadero laboratorio para ensayar científicamente las mejores ideas al servicio de la infancia".

"Con esta nueva personalidad, cargada de emociones y conceptos nuevos, volcados en el nuevo plan pedagógico del Instituto formulado con el maestro Encinas, volvimos en los primeros días del mes de junio del año 1947. Nunca sentimos tan intensa alegría de llevar a nuestro pueblo, a sus niños, un presente como la creación de un plantel que los educara mejor”.

La institución 70001 de Huajsapata, como reconocimiento a su labor educadora, debe llevar el nombre de este insigne maestro, sé que así será.

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