Javier Heraud
La verdadera revolución (poética) de Javier Heraud La verdadera revolución (poética) de Javier Heraud

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Fuente: Peru21, Lima 02/08/10
http://peru21.pe/impresa/noticia/verdadera-revolucionpoetica-javier-heraud/2010-08-02/281508

Idealista, quiso cambiar el mundo no solo con sus versos, sino también como guerrillero. Con El río (1960), 'el eterno joven poeta’ se convirtió en paradigma de varias generaciones.
 

Intentaron rendirse cuando escapaban en una canoa sobre el río Madre de Dios, pero igual les dispararon. Eran dos jóvenes –más románticos que guerrilleros– que trataban de fugar y pedían por su vida. No habían pasado desapercibidos con sus rostros de miraflorinos y sus metro ochenta de estatura, vestidos como revolucionarios cubanos. Esa mañana de 1963, uno sobrevivió. Casi 30 balas impactaron en el otro, el intelectual que había compartido el importante premio Poeta Joven del Perú 1961 con César Calvo, el estudiante de la Universidad Católica y San Marcos, el profesor del colegio Guadalupe, y el trotamundos entre Cuba y Francia, donde se había empapado de las ideas de revolución. Ese que era, sobre todo, poeta.

Su nombre era Javier Heraud. Y en un mes como este, hace medio siglo, publicó su primer libro, El río, con solo cinco poemas. En aquel entonces, solo contaba con 18 años.

EN EL TIEMPO. Simple pero potente. Lo menos es más. Así se resumiría la opinión de los especialistas sobre la obra de Heraud, y en especial El río, el libro que con solo 300 ejemplares inmortalizó a Heraud, un 8 de agosto de 1960. Hildebrando Pérez Grande, editor de la revista literaria Martín y cuya última edición está dedicada al poeta, dice: “Fijémonos en sus escritos: El río y El viaje –otro libro de Heraud– proponen la dialéctica, el movimiento mismo, el hombre que siempre cambia y evoluciona. Pero luego la gente diría: '¿Cómo es posible que el joven precoz que habló de temas tan universales y profundos fuera el mismo que luego escribiría poemitas sobre los obreros y estudiantes revolucionarios?’. Ocurre que él cambió su visión del mundo, y pensó que la poesía debía ayudar a la humanidad según el canon revolucionario. Por eso es que debemos entender su poesía como un tránsito. Una búsqueda personal”.

HÉROE LITERARIO. “Javier Heraud tuvo la madurez de sus 21 años. No creo que se pueda decir que vivió engañado”, explica el poeta Marco Martos, quien en su momento no supo nada del compromiso ideológico del vate –igual que muchos otros intelectuales– sino hasta después de fallecido. “Heraud fue un escritor completo que también tuvo algunos excesos. Pero hay que resaltar que en la historiva literaria existen personajes llamativos por sus propias vidas. Y es que la muerte parece más injusta cuando toca a un joven. Si lo pensamos, en la tradición peruana solo hay dos casos así: Mariano Melgar y Javier Heraud”.

¿UN MITO? Alonso Alegría, dramaturgo y crítico teatral, pasó con Heraud la mitad de su corta vida: fueron compañeros en el colegio Markham en la primaria y la secundaria. Hoy, cree que la figura del poeta fue mitificada: “Con excepción de lo que ocurre en la música, mucha gente no cree en la precocidad de los poetas ni los dramaturgos. Yo he escuchado comentarios de que la poesía de Javier era muy prometedora, pero que no estaba madura, terminada. Él escribía como practicando, como preparándose para más adelante. Heraud no era un Vallejo, un Eguren o un Martín Adán”. Luego agrega sobre su fama: “Y es que Heraud no tuvo tiempo para equivocarse, de meter la pata en lo suyo. Esa es la ventaja de morirte joven y de manera trágica”.


Fragmento de El río (estancia 9)

Llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol,
mis nubes,
ni veré nada, nada,
únicamente el
cielo azul,
inmenso,
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema
más
solo serán ríos pequeños que
bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas
aguas
apagadas.

 

 

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