Antonio Cisneros
“La ficción pertenece al rubro entretenimiento” “La ficción pertenece al rubro entretenimiento”

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Perú21, Lima 31/07/08
http://peru21.pe/impresa/noticia/ficcion-pertenece-al-rubro-entretenimiento/2008-07-31/20652

Las paredes de su estudio están pobladas de Tola, Hasting, Tilsa y más. Acaba de salir de un resfriado y nos advierte que, al editar la entrevista, no lo mostremos soberbio. Es Antonio Cisneros (Lima, 1942), uno de los grandes poetas de la generación del 60. El autor de Canto ceremonial contra un oso hormiguero y Las inmensas preguntas celestes será homenajeado hoy, a las 7 p.m., en la Feria del Libro (Jockey Plaza, Surco), por su trayectoria literaria.

Como lector, ¿prefiere la poesía?
Es relativo. La poesía no es entretenimiento. La poesía es o no es. En narrativa se permiten las imperfecciones, las discusiones, la felicidad... La poesía es una forma de confrontarse uno consigo mismo, sin apuro y sin obligación de continuidad.

Se dice que somos un país de poetas porque, para ser narradores, se necesita disciplina, y de eso carecemos.
Es una frase chiflada. Es cierto que, en la poesía, la disciplina rígida no conduce a nada. La prosa pide disciplina porque no necesita que uno esté en la flor de la inspiración para escribirla, lo importante es tener una idea e irla desarrollando. La poesía, en cambio, depende de la inspiración. Sé que en pleno siglo XXI esto suena extraño, pero no tengo otra manera de nombrarla. Los poetas nacen, no se hacen. Claro, una vez que nacen se tienen que desarrollar como poetas, si no se pasman. Yo no creo que sea un problema de disciplina sino de trabajo, y los peruanos chambeamos como demonios. Sucede que a los poetas, como no ganan plata, la gente les tiene más simpatía y eventual compasión.

¿Cómo evitar que la poesía se ensucie de realidad?
La poesía es el género más realista que conozco. Está despojada de anécdotas y circunstancia, de tramoya y enredos... Por eso solo trabaja con la realidad.

Hay un boom de 'crítica’ gastronómica, espacio que usted transitó con talento. ¿Se siente precursor de tal corriente?
No. No me gustan los complejos de Adán. Eso sí, le diré que me siento un hincha del Sporting Tabaco. Durante mi infancia, pocos lo éramos. Ahora muchos son hinchas del Cristal. Antes que yo ha habido magníficos cronistas. Sin embargo, es cierto que, cuando yo escribía crónicas, no muchos las hacían. Cuando hacía crónica gastronómica, muchos decían que, en un país con tanta desnutrición, cómo alguien podía darse ese lujo. Sucede que los grandes placeres del hombre se dan en la cama y en la cocina. Cultivo la crónica porque va más con mi modus vivendi.

En sus crónicas hay un juego de seducción través del lenguaje.
Lo mío es la poesía… y, también, el uso de la prosa. Sucede que no hago ficción. Esto no quiere decir que no tome en serio mis crónicas. No lo soy, pero trato de ser impecable en mis textos. De los narradores me molesta mucho el desaliño. Esto les pasa a muchos escritores reconocidos. “Es que escriben como hablan”, dicen sus defensores. Que hablen, pues, pero que no escriban.

¿Nunca va a hacer ficción?
No me interesa, no me nace, no me apetece. La única vez que la hice fue cuando escribí tres cuentos idiotas para niños idiotas. Prefiero la poesía porque es un género duro, donde el objeto y el sujeto es el propio poeta. La ficción pertenece al rubro del entretenimiento… y yo, quizás, no soy muy entretenido.

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