Andrea Cabel
"La poesía para mí es un motivo"

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 13/08/11
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110813/27/node/375967/todos/11

Poeta Andrea Cabel. La poeta acaba de publicar Latitud de fuego, un poemario que ensambla viajes, amor y expiación.


–¿Es un libro en el que vuelcas un mundo interior, especie de expiación y confesión, pero en tránsito hacia otra latitud?
–Este libro plantea de por sí un tránsito porque, desde el título, Latitud de fuego (Borrador editores), ya estamos localizándonos en algún lugar, el fuego. Estamos en un estado que no es líquido ni sólido ni coloidal. Es un tránsito en el sentido que cierras un círculo y abres otro, en el que hay viajes, experiencias de vida y, particularmente, el momento en que lo escribí, que fue la conjunción de muchas personas y lugares que me han marcado mucho.

–Hay un trasvase de un mundo exterior  e interior…
–Es exactamente eso lo que quise buscar, que el lector pueda ver a través de los versos el paisaje que yo veo y asimilo. Por ejemplo, Colonia Sacramento, en Uruguay, es un lugar muy pequeño que para mí se puede resumir en dos versos no por su geografía pequeña sino porque a veces no hay palabras que pueden describir una intensidad. Efectivamente, el libro es un conjunto de paisajes del mundo interno, externo y de la mezcla de los dos y del aprendizaje dialógico que hay entre ambos.

–¿Acaso es de aventura también  porque hay viajes en una geografía física y geografía sentimental?
–Sí, una va de la mano de la otra, porque este libro nació y se hizo muy rápido, a diferencia de otros libros que me tomaron mucho tiempo y trabajo. Este libro se ha hecho, como tú dices, de alistar la mochila y salir de viaje. Para mí, que vengo de instituciones muy formales, salir, dedicarme al mochileo y caer al vacío, que es el amor, no fue fácil.

–Pero el amor como subversión…
–Sí, el amor en mi vida es transgresor, es subversivo. Prefiero hacer el bien que evitar el pecado.

–¿Admites que tu libro es confesión?
–Sí, definitivamente. Creo que un poemario es confesional hasta cierto punto porque la poesía, con su lenguaje, te permite transmitir determinadas emociones que a veces tú no te das cuentas hasta que las objetivizas cuando las escribes. Es más fácil ocultarlo cuando lo dices verbalmente que cuando lo escribes. La poesía está hecha para decir lo que no puedes decir usualmente. Mi libro es muy confesional y culposo porque hay mucha culpa en mi vida y en mi poesía, pero también es confesional en el sentido reivindicativo en el asunto.

–Es también un envío, como las cartas que hay en él.
–Este libro ya no es mío, es de quien lo tenga. Esta historia ya dejó ser mía. En ese sentido, es expiación, libertad, confesión. Tiene narrativa, pero también sonidos, olor, tacto, porque eso es sentirse vivo también.

–¿No has renunciado al lirismo de tu lenguaje?
–En poesía, cada palabra tiene un significado único y a la vez polivalente. Cuido mucho el lenguaje, es prioritario. Yo creo que esto es la base de mi poesía, que esto es mí poesía y no la de otro. Es decir, uno tiene que alcanzar su propio lenguaje.

–Hay poetas jóvenes que manejan técnicas, pero dicen poco. En tu poesía sí hallo vitalidad.
–Es difícil luchar contra el lenguaje. A veces uno es esclavo de lo que dice. Sí, el libro ya está impreso pero siempre exigirá correcciones. Al final, quizás toda la vida uno solo llega a escribir un solo libro, que es el libro donde vuelcas tu vida.

“El único enemigo soy yo”

–¿Eres obsesa en corregir?

–Sí, mucho…

–¿Hasta la tortura?
–Sí, extremadamente. Corrijo, corrijo y corrijo.

–Un verso tuyo dice “el único enemigo soy yo”.
–A veces me levanto con la sensación de que aquí, efectivamente, la culpa, el problema, la circunstancia, la realidad, no es lo que realmente existe, sino soy yo la que está creando todo esto.

–¿El problema del mundo son los poetas y no el mundo?
–Algo así. A veces  amanezco, pensando que todo este gigante vaso de agua en el que me estoy ahogando lo llené yo. Entonces soy yo la autora de mi mal.

–Convives con el enemigo, tú misma.
–Eso hacemos todos y todos los días. Somos buenos y somos malos, solo que depende de las circunstancias.

–¿La poesía como castigo?
–No, la poesía como motivo. Yo empecé a escribir porque quería decir muchas cosas. Ese universo ilimitado para decir las cosas lo hallé en la poesía. La poesía es un motivo, ya tú ve para qué.
 

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