Walter Lingán
Walter Lingán: “El libro en Europa es cada vez menos un instrumento de reflexión” Walter Lingán: “El libro en Europa es cada vez menos un instrumento de reflexión”

Por Ricardo Ayllón
Fuente: Cajamarca, agosto 2010

Tal como hiciera el año pasado, el narrador cajamarquino Walter Lingán –quien reside desde hace más de dos décadas en Colonia (Alemania)– llegó el mes de junio al Perú para presentar en diversas localidades su estrenada novela El espanto enmudeció los sueños (Arteidea, 2010). Lo acompañé en algún momento de su travesía y pude sentarme con él alrededor de una grabadora para despejar mis dudas acerca de su trabajo creativo, su posición política y su juicio sobre el lector europeo.

Más de un escritor con estancia fuera del país ha sido interrogado de la misma manera y, sin embargo, siento que la pregunta es inevitable para iniciar esta charla: ¿qué significa para ti escribir sobre el Perú desde Europa?
Escribir fuera resulta quizá más fácil que hacerlo en el Perú. En mi caso, me parece que ver el país desde lejos es conveniente a la hora de reflexionar sobre su realidad, sin el stress, apasionamiento o patriotismo que a veces se vive dentro. Yo escribo pensando no como provinciano sino como el artista, el escritor, que habita en mí.

Sin embargo la nostalgia es un motor importante. ¿Cuánto pesa ésta desde el punto de vista terrígeno, es decir desde el recuerdo de la música, las comidas o los paisajes?, ¿cuánto llegan a calar estos elementos en tu sensibilidad?
Como punto de inspiración la nostalgia no es tan fuerte pues, siendo muy pequeño, salí de la provincia a la ciudad de Lima y allí viví una vida no muy pegada a la tradición. Resulta que no soy tan patriotero, tan nacionalista ni tradicionalista, sino que rápidamente me adapto al medio donde vivo. La verdad no extraño tanto nuestras comidas en Alemania como muchos peruanos que viven allá; aunque sí exploto situaciones de ese tipo en mi contacto con amigos que sufren porque no pueden probar comida peruana o porque no tienen cerca a la familia ni a los amigos del barrio; de alguna forma me alimento indirectamente de estas situaciones.

Siempre se ha pensado en lo cómodo que resulta para un artista escribir sobre un país que no sufre o padece diariamente. ¿Este tipo de pensamiento te incomoda?
No, porque mi compromiso con el país no es nuevo, y no solo como artista sino como intelectual y profesional. Yo siempre estuve ligado al país, a su problemática, a sus sentimientos y a sus luchas. Y cuando vivía en el Perú participé activamente en sus movimientos sociales, políticos y populares, y de cierta forma lo he seguido haciendo en Alemania, manteniendo por ejemplo mis lazos con los movimientos populares campesinos, magisteriales y estudiantiles. Últimamente se ha acrecentado también mi interés por la literatura peruana, por saber cómo son sus derroteros y orientaciones; he tenido la suerte de conocer personalmente a escritores peruanos de quienes antes solo conocía sus libros, y esta experiencia me infunde la esperanza de que al interior del Perú se está produciendo un movimiento literario muy importante que poco a poco va a conquistar la capital y quizá hasta espacios internacionales.

Acabas de referirte a tu posición de clase, a tu relación estrecha con las luchas populares, y sin embargo hay cada vez más gente escéptica de que el arte o la literatura puedan servir como elementos que refuercen las luchas sociales, se afirma que pensar de este modo hoy en día resulta caduco. ¿Qué opinas al respecto?
Que de alguna forma esta gente tiene razón. Un libro no va a hacer la revolución, la revolución la hacen las masas, los movimientos populares; y sin embargo un libro puede llamar a la reflexión, puede servir a la clase media que es la que más lee; no creo que sea posible cambiar a todo un país a través de un libro o de un poemario, pero sí por lo menos despertar la sensibilidad de ese sector popular que está luchando por algo mejor. El creador, para comprometerse con la lucha popular, no tiene que escribir un libro revolucionario ni que decante la lucha de clases, pero sí, como persona, debería contribuir al cambio social, o por lo menos a que en su país exista democracia, progreso y solidaridad, que es lo fundamental. La tarea del artista es, básicamente, escribir, y cada vez debe hacerlo mejor. Ahora bien, que después sus libros sirvan para reflexionar sobre los problemas nacionales, populares y sociales, eso ya está fuera del alcance del artista.

Tú empezaste haciendo periodismo a nivel barrial, en Lima, y de pronto incursionaste en la escritura de libros de cuentos y novelas. ¿Cómo se produce este cambio, fue algo inconsciente, lo habías planificado desde un comienzo o piensas que no hay mucha diferencia entre ambas tareas?
Claro que hay diferencias. Cuando empecé haciendo periodismo local o barrial era bastante joven, no tenía experiencia en la literatura; más tarde, con las lecturas que hice y gracias a las conversaciones con amigos intelectuales, fui afianzándome y fue cambiando mi manera de ver la escritura, pues la valoré como un verdadero arte. Por otro lado, en casi todos mis libros, y así no lo pretenda, existe siempre una representación de dos sectores sociales en constante pugna. Porque la lucha de clases, así uno no quiera, existe, y por eso aparece inconscientemente en mis libros. Claro que por mí por experiencia en los movimientos sociales a veces se plasma de forma consciente, y esto es evidente en mi última novela, la cual es todo un veredicto sobre el fujimorismo.

¿Cómo ves actualmente a la izquierda en el Perú?
Las actividades más efervescentes de la izquierda, y que inclusive constituyeron una esperanza, tuvieron fuerza durante la pasada década de los ochenta, con la formación de la Izquierda Unida; y yo partí a Europa con esa efervescencia popular, con esa esperanza. Después vimos cómo durante los comicios electorales del año 1985 se entregó en bandeja el triunfo al APRA cuando el candidato de la Izquierda Unida, Alfonso Barrantes Lingán, decidió no participar en la segunda vuelta, una decisión que estoy seguro influyó en todos los peruanos, incluyendo a quienes nos encontrábamos fuera, pues habíamos visto la posibilidad de ser gobierno y ahora esa puerta se cerraba abruptamente. Debo confesar que cuando estaba en el Perú era un militante incompleto pues defendía a la Izquierda Unida solo a través de la lectura y redacción de volantes, sin tener una formación teórica real; pero cuando llegué a Europa comencé a leer sobre marxismo, las obras de Lenin, las tesis de Mao Tse Tung, y con ello me di cuenta que los sectores de la izquierda peruana eran deficientes, puramente pragmáticos, no se estaban guiando por un verdadero cambio social, y eso me decepcionó. Pero no significó que abandonara las banderas de la izquierda; actualmente me considero socialista y de izquierda a mi manera. He ido viendo también cómo la izquierda ha perdido vigencia en los sectores populares por culpa del dogmatismo, el autoritarismo y el oportunismo existentes, que yo mismo padecí en los ochenta antes de salir del país. Ahora la izquierda trata de regularizarse, pero sigue en la misma situación, sigue cometiendo los errores de antes, y la juventud ya no quiere eso; además debería tener en cuenta los cambios ocurridos a nivel mundial, la caída del llamado socialismo real producto del avance del capitalismo salvaje a través de la globalización. No ha habido ningún replanteamiento de la izquierda frente a esto, los partidos que están tratando de participar ahora en las elecciones tampoco lo han hecho, no han mostrado ningún cambio de actitud frente a la política actual. Este es el problema de la izquierda en el Perú, que no encuentra el camino. De lo que se trata no es solo de canalizar gente joven al partido, sino de cambiar de actitud, replantearse el problema del país, y eso no se hace hasta el momento, la izquierda no ha aprendido nada en estos años.

En suma, le hace falta un replanteamiento total…
…sí, yo veo actualmente que los movimientos de izquierda están dispersos. Por un lado se encuentra el movimiento ecologista que es un punto fundamental en el país pero que nunca se ha tenido en cuenta en la izquierda porque jamás se quiso trabajar de manera sincera con el sector intelectual peruano; lo que se ha hecho más bien es aprovecharse de este sector. Al movimiento juvenil tampoco se le ha dado la oportunidad de expresarse, también se le ha utilizado. En suma la izquierda solo ha utilizado pero no ha fundado condiciones para desarrollar el pensamiento socialista, democrático y revolucionario; y esto sí podría producirse dentro del movimiento ecologista y los sectores regionales y estudiantiles; esta alternativa aún no está clara y el peso del capitalismo salvaje es grandísimo en todo el mundo, pero para romperlo hay que hacerlo desde los sectores más pequeños, desde los movimientos locales y regionales que sé que van a proporcionarnos un derrotero e irán abriendo un camino. Y serán los sectores más avanzados los que tendrán que descubrir estos pequeños brotes de luz que los ayudarán a avanzar hacia el futuro.

Volviendo a los temas de tu literatura. Casi todos tus libros se refieren a la situación del Perú. ¿Pero tienes planificada alguna novela cuyo contenido se sitúe en Europa, con personajes europeos y situaciones netamente europeos; es decir, un libro que escape totalmente de la realidad peruana?
Lo que siempre ha llamado mi atención, temáticamente, es el conjunto de situaciones escabrosas que viven los pueblos o sociedades. Y Colonia, la ciudad donde vivo, me resulta atractiva porque, como toda ciudad capitalista, está inmersa en algunas miserias sociales, como la delincuencia juvenil que ahora se está incrementando amenazadoramente. Este es un tema sobre el cual estoy recogiendo material y he pensado convertir en una próxima novela.

Se piensa que luego del boom latinoamericano, la novela de esta parte del mundo ha perdido fuerza entre los lectores europeos, surgiendo un interés por literaturas de otras latitudes. ¿Crees que en algún momento reflote el interés por nuestra literatura?, ¿cómo se ve actualmente el trabajo de los escritores latinoamericanos?
Luego de la conquista mundial que hiciera la literatura latinoamericana, esta trató de retomar el interés de los lectores europeos, comercialmente, a través del denominado grupo Boomerang de escritores jóvenes, pero fue algo que no pegó. Después, a través del grupo mexicano Crag y del movimiento Mc Ondo de Chile, se quiso llamar nuevamente la atención ubicando temas no en los países de donde los escritores eran originarios sino en otras latitudes, pero la idea tampoco prendió. En suma, no hubo la oportunidad de funcionar como movimiento en Europa, aunque sí de abrirse campo comercialmente de manera personal. De tal forma que ahora sí hay escritores latinoamericanos que empiezan a destacar en Europa ingresando por España, que es la puerta del mercado europeo de la literatura. Aunque hay que acotar que el libro en Europa es cada vez menos un instrumento de reflexión, de aprendizaje o de formación, y cada vez más funciona solo como objeto comercial. El lector europeo lo que busca ahora en los libros es una literatura fácil, de entretenimiento, y ya no temas que luego pueda seguir discutiendo. El escritor que ahora quiera introducir un libro en Europa con el cual busque pasar a la historia, la va a tener muy difícil; en cambio el escritor que busque el éxito fácil, la tendrá también fácil en España, según los intereses inmediatos de las editoriales, sostenidos en temas como el sexo, el erotismo y las drogas, es decir argumentos que llaman fácilmente la atención e incitan el escándalo.

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