Flora Tristan
Anotaciones de una paria Anotaciones de una paria

Por Jorge Paredes
Fuente: Dominical. El Comercio, Lima 04/03/07

El último viaje de Flora Tristán. Casi 160 años después de haber sido escrito a manera de diario y cuaderno de anotaciones, aparece por primera vez traducido al español "El tour de Francia", el texto que narra el recorrido de Flora Tristán (1803-1844) por su país natal en el último año de su vida.
 

París, 1843. Los ideales revolucionarios han quedado anclados en el pasado. Una monarquía constitucional domina el país, entronizando en el poder a una burguesía liberal, conformada por comerciantes y dueños de fábricas. Mientras tanto, crece cada vez más empobrecida una clase obrera que trabaja dieciséis horas al día en fábricas y talleres inhumanos. Es una Francia que empieza a asentarse en la era industrial en medio de una gran desigualdad. En este ambiente es que Flora Tristán hace circular un libro -editado casi clandestinamente- que lleva un título que es a la vez un reclamo, un ideal y una premonición: La unión obrera.

El libro de esta mujer que había llevado una existencia desarraigada, agitada y traumática, era algo así como el corolario de su búsqueda personal de igualdad y de justicia. Su vida ha dado para más de una novela. Hija de Mariano Tristán, un peruano acaudalado que servía en los ejércitos del rey Carlos IV de España, y de la francesa Teresa Laisnay, Flora perdió todo lo que tenía a los cuatro años de edad a la muerte de su progenitor. Las leyes francesas no habían reconocido el matrimonio de sus padres -unidos al parecer por un sacerdote exiliado en Bilbao- por lo que le arrebataron su casa y sus bienes, que fueron a dar a su familia paterna en el Perú. Tempranamente, ella pasó de la opulencia a vivir entre la servidumbre y los obreros en uno de los barrios más pobres de París.

Cuando todavía no terminaba la adolescencia, entró a trabajar como obrera en un taller de grabado y a los 18 años se casó con su patrón André Chazal. A los 22 años huyó con sus tres hijos de la casa del marido, cansada de los maltratos y golpizas. Con esta actitud temeraria -no estaba permitido el divorcio y la esposa prácticamente debía sumisión al marido- Flora se puso al margen de la ley, e inició su destino de paria. La sombra de Chazal la perseguiría durante toda su vida, incluso llevó hasta el final de sus días incrustada en el pecho una bala que él le disparó en plena calle, indignado porque lo dejaba muy mal parado en Peregrinaciones de una paria (1837).

Sin embargo, un antes y un después en su vida se produjo con su viaje al Perú, a donde llegó en 1833 para reclamar sus derechos de hija legítima. ¿Cuánto influyó este viaje en su pensamiento? Lo cierto es que a su vuelta a Francia, a finales de 1834, con una pensión de hija ilegítima y después de haber vivido entre la alta sociedad arequipeña y limeña, ya llevaba el germen de las ideas de cambio social, de luchar por los derechos de los obreros y la igualdad de las mujeres.

Así comienza su etapa de activista, su participación en círculos masculinos y contestatarios de la sociedad parisina, tomando contacto con obreros, pero también con pensadores como Charles Fourier o Robert Owen. Escribe en contra de la pena de muerte y a favor del divorcio y sostiene una batalla legal con Chazal, produciéndose el incidente que la deja herida, pero la libra de su asedio, pues logra que sea condenado a prisión por su intento de homicidio.

Viaja a Londres, la cuna de la revolución industrial, y ve y escribe Paseos en Londres (1840) sobre las terribles condiciones en que trabajan hombres, mujeres y niños, se sumerge en bares y prostíbulos, se disfraza de hombre para entrar el Parlamento, y llega a la conclusión de que la vida de las mujeres y de los hombres solo será mejor si se produce la unión de los obreros, y la transformación de la sociedad.

A su vuelta a París abraza la causa socialista y escribe La unión obrera, y justamente para difundir este libro inicia el tour que la llevará por el centro y el sur de su país natal, y cuyo diario se publicaría siglo y medio después de su muerte con el título de Le Tour de France (1973). Ahora traducido por primera vez al español por la profesora Yolanda Westphalen, aparece en nuestro medio bajo los sellos del Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos, el Centro Flora Tristán, la Embajada de Francia y el Instituto Francés de Estudios Andinos.

El tour de Francia

Esta especie de diario o borrador de lo que sería un futuro libro -como bien lo califica Yolanda Westphalen- está matizado con impresiones, juicios de valor, cartas, y detalles de las visitas a obreros, clérigos y activistas, y cobra singular importancia porque se trata del registro de los últimos meses de vida de Flora Tristán. Su redacción justamente se interrumpe cuando se apaga la vida de la activista, víctima de una fiebre tifoidea, el 14 de noviembre de 1844.

"Yo mantuve la palabra Tour", explica Westphalen, "porque este no era un viaje común, sino respondía a una tradición muy arraigada en Francia entre los gremios obreros del compagnonnage y que venía del siglo XII cuando se construyeron las catedrales y los trabajadores viajaban de una ciudad a otra para perfeccionar su arte. De la misma forma, cada aspirante a obrero tenía que hacer su tour por el país, que duraba entre 5 y 7 años, luego del cual presentaba una obra que lo calificaba en el oficio. Entonces, Flora Tristán se apropia de este concepto y decide también hacer su propio tour, y viaja como los obreros siguiendo las manecillas del reloj. Ella decía que su obra sería la creación de una institución nueva: la unión obrera".

A lo largo del recorrido, su cuerpo empieza a ser minado por la enfermedad ("sufro desde ayer todo lo que es posible sufrir", dice en uno de los pasajes y en otro su hija Aline le pide con insistencia que se tome unos días de descanso), pero ella sigue adelante, casi como quien cumple una misión: así constata la situación terrible de los talleres franceses, donde se trabaja más de 16 horas al día, y es testigo de cómo son explotadas las mujeres, acaso un sector social más deprimido todavía. "Hay una parte impresionante", enfatiza Yolanda Westphalen, "donde narra cómo en el puerto se contrata por un franco a un cargador para que lleve cajas y maletas del barco al coche y éste subcontrata a una mujer embarazada para que haga el trabajo y le paga 20 centavos. Y encima como ella protesta, el hombre la patea".

Por esto no es difícil imaginar el clima adverso en que Flora se desenvuelve: muchos obreros no entienden que sea precisamente una mujer la que trate de organizarlos y muchas mujeres no comprenden por qué ella lleva a sus esposos a reuniones clandestinas e incluso una de ellas la agrede porque cree que está seduciendo a su marido.

Obviamente, por su carácter inacabado, el texto tiene incoherencias de estilo y de redacción, que afortunadamente la traducción ha respetado, reforzando su carácter testimonial.

Antes de morir, Flora dejó estas notas a su amiga y seguidora Eleónore Blanc con la idea de que siga su trabajo. El hijo de Eleónore conservó los manuscritos hasta 1970 cuando se los dio a Michel Collinet, quien los publicó por primera vez en francés en 1973, revelándonos detalles de los últimos días de esta mujer contestataria, perseverante, tal vez extremadamente soñadora, pero a todas luces excepcional.

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