David Martín Ayasta Vallejo
Alforjas: Herencia labrada de Monsefú

Por David Martín Ayasta Vallejo
Fuente: Lambayeque, agosto 2007

Aunque en la última edición del FEXTICUM se optará por desplazar a unos de sus más connotados y apreciados símbolos culturales: la alforja labrada; las evidencias registradas a lo largo de la historia del distrito de Monsefú dan cuenta de la íntima relación de sus pobladores con el arte textil y la producción de alforjas. Al revalorar su importancia, conviene dar cuenta de aquella preciosa frase -acaso la primera sobre el tema- que escribieran con bastante ironía e igual en precisión Augusto León Barandiarán y Rómulo Paredes ¨En Monsefu todo es alforjas. Se come, se duerme, se baila, se vive y se muere sobre alforjas…Esta es la meca de las alforjas, en Monsefú. (León Barandiarán, 1934, p. 321)

La especialización textil en Chuspo

En tiempos prehispánicos los antecedentes de Monsefu se ubican en Chuspo, cacicazgo tardíamente creado, en opinión de Zevallos Quiñónez durante la conquista Inca en la región entre los años 1470 a 1532 (Zevallos, 1989, p. 3). Alguna razón debieron considerar los Incas para asignarle este topónimo que  tiene mucha semejanza con la voz ¨Chuspas¨ término usado para referir pequeñas bolsas tejidas usadas en contextos rituales para guardar hojas de coca. Al respecto un inventario de 1590 realizado en una tienda pública de un mercader de Trujillo (usuales comercializadores de productos tributados por indígenas), registra entre las mercaderías ¨dos chuspas de yndios a tres reales cada una¨ (Zevallos ,1973, p. 113) evidenciando con ello la producción de éstas en la costa norte y establecidas como tributo de alguno de los repartimientos de Trujillo ¿Acaso Chuspo ?.

Valga la pena precisar que Chuspo no sería el único topónimo establecido tardíamente durante la presencia Inca en la zona, está también ¨Callanca¨, un topónimo (runa simi) que significa ¨cuarto o casa de piedra labrada¨ (Rostworowski, 1988, p. 294).

Hacia 1548, dieciséis años después de la conquista española, el encomendero  de Chicama, Don Diego de Mora y otros ya daban cuenta en la ¨Memoria de los repartimientos de Truxillo é cuales son los mejores van por orden¨  de que ¨Chuspo… podrá dar en ropa i otras menudencias cada ochocientos pesos y mantener moderadamente dos casas¨ (Loredo,1958, p.257) . La recomendación de una tributación en productos textiles y no en agrícolas constituye un indicador importante de que los pobladores de Chuspo habían desarrollado algún  grado de especialización en dicha labor, motivo por el cual debían tributar a partir de la misma.

Entre 1566 y 1567, durante la política de reducciones que ejecutara el oidor de la Audiencia de Lima, Gregorio Gonzales de Cuenca, Chuspo sería reducido al pueblo de indios fundado con el nombre de San Bartolome de Callanca. El mismo que fuera ubicado en las inmediaciones del Cerro Alicán y que tuvo iglesia. ¨Según se puede juzgar por el tamaño de esta iglesia, debe haber sido pueblo de alguna consideración¨ escribía Bruning hacia 1922 (Bruning, 1989,  p. 175)

Afectados por esta política de reducciones, habrían de resultar los especialistas textiles de Chuspo, algunos de los cuales se presentaban ante González de Cuenca solicitando se les permitiera ejercer su oficio en otras comunidades por cuanto venían siendo hostilizados tanto por los caciques de su comunidad como por los caciques de los repartimientos que visitaban

Decía:
¨…Don Diego Llumu, natural de Chuspo, digo que yo soy oficial de pintar mantas, y para pagar el tributo y sustentarme tengo necesidad de ir a algunos repartimientos a usar el dicho mi oficio, porque de otra manera no lo ternía. Y me temo que mi cacique, o los de los otros repartimientos o justicia dellos me impidirán que no use el dicho mi oficio de que rescibiré agrauio.

Pido y suplico a Vesa Merced me mande dar su mandamiento para que libremente pueda usar el dicho mi oficio, asi en el dicho mi repartimiento como en los demás que me paresciere pagando el tributo que me cupiere, el cual estoy presto de lo hacer. Sobre que pido justicia y para ello etc Diego Llumo
(Espinoza, 1987 p.196)

La referencias de Diego Llumu (¿LLuen?) al oficio de ¨Pintor de mantas¨ evidencian cuan diversificada era la oferta textil en dicho cacicazgo y el nivel de especialización al que se había llegado en el mismo. Sus referencias a la realización de labores en otros repartimientos testimonian el reconocimiento en las zonas adyacentes de la calidad del trabajo de los pintores de Chuspo. Esta es una especialidad de varones. Cristóbal Campana, comparándolos con personajes del arte Moche,  cree que se trata de  especialistas en pintar imágenes sobre piezas de ropa ¨hay abundantes alfares – o huacos- en los que aparece un hombre ¨ofreciendo¨ un vestido, el mismo que en muchos casos no es producto puramente textil en cuanto al dibujo sino que ha sido pintado. Esto se deduce cuando hay líneas definidamente curvas ¨ (Campana, 1994  p. 466), nosotros creemos que a la vez habrían realizado labores de teñido y reteñido de piezas textiles. Una venta contratada en Trujillo en el año de 1583 refiere ¨capuces hechos en Collique y Callanca, blancos ¨por teñir y pintar¨, de quatro varas y medio de largo cada uno¨ (Zevallos 1973, p 124). Tanto el tejido de chuspas como el teñido y pintado de mantas serían  algunas de las especialidades laborales desarrolladas en las parcialidades de este cacicazgo.

En el campo de la política indígena de la época, el uso del apellido ¨Chumbi¨ entre los caciques tempranos de Callanca y Monsefú ( Cuncu Chumbi, Xancol Chumbi, Nucuy Chumbi, Qicuy Chumbi y  Miguel Quesquen Chumbi), es explicado por el uso de telas de cumpi o cumbe que se entregaba a ¨los dignatarios a quienes quería distinguir el Inca¨ ( Rosworowski 1961, p 13) . Aunque apunta también que el vocabulario de Holguín consigna la voz quechua ¨Ccumpini¨, tejer ropa fina, ¨Chhumpi¨ el color oscuro o pardo y ¨Chumpi¨ la faja.

En la esfera de lo religioso, la política de reducciones implementada en Chuspo, se haría tomando en consideración el componente textil del pueblo. Al fundársele bajo la advocación de San Bartolomé se estaba usando la figura de una imagen usada frecuentemente por los sacerdotes católicos para  superponerla a la imagen de Wiracocha, divinidad que en tiempos prehispánicos  era considerada como el que presidía la obra de los especialistas en textilería (Rostworowski,1983, p 37)

Tejedoras Monsefuanas de 1880

En la centuria de 1800, para ser más precisos entre los años 1880-1885 , ya ubicados los descendientes de este cacicazgo en el actual pueblo de Monsefu, identificamos a través de los libros de defunciones del Archivo Parroquial de Monsefu importantes referencias a labor del tejido entre las población femenina de la época.



El libro de defunciones de los años 1880-1885 es el único que contiene referencias a las especializaciones laborales de los fallecidos, de ahí su importancia. Registramos en el lapso de cinco años el fallecimiento de un total de 63 tejedoras procedentes de diferentes contextos familiares (María Gertrudis Lllonto, Andrea Monchón, María Exaltación Pisfil, Gabriela Lluen Capuñay, Rosa Miscan, Juana Chumioque, Paula Eneque, Petrona Ayasta, Manuela Cornejo, etc.) lo cual habla de la vigencia de la actividad textil en múltiples hogares monsefuanos de la época.

Asimismo resulta llamativo el significativo número de mujeres tejedoras que fallecen solteras y a una edad algo avanzada para el matrimonio de aquella época. El 25 % (16) de ellas fallecen en edades que  fluctúan entre los 30 y los 79 años de edad. Esto evidencia como la práctica del tejido con telar absorbe plenamente la vida de las mujeres tejedoras, al punto de evitarse relaciones sentimentales que las lleven a constituir una vida familiar propia.

Tomando en consideración las edades de las tejedoras se advierte que sus edades fluctúan entre los 10 años y los 106 años de edad. Son los casos de Matea Gonzales Effio que vivía en la Calle de Los Molinos (Actualmente Tarapacá) que tenía 10 años de edad, murió de fiebres y Luisa Signol que vivía en la Calle El Carmen y murió de ¨vejes¨, respectivamente. Se constata a partir de ello la temprana inserción de los monsefuanas en la actividad textil, como también el indesligable vínculo que establecían éstas con el tejido a lo largo de su vida.  

Las Alforjas labradas de Monsefú

Una de las principales expresiones del talento textil monsefuano lo constituyen las alforjas, bolsas tejidas a telar, elegantes y prácticas que poseen un diseño algo parecido al de los famosos paños, pero que son cerradas en los extremos  formando así dos bolsas para llevar las provisiones.

Constituye una de las manifestaciones culturales de mayor continuidad tecnológica textil en el pueblo monsefuano, basta decir que sus antecedentes más lejanos aparecen registrados en la cultura Mochica hace aproximadamente 1800 años. Una pictografía presente en un ceramio de la época muestra a la alforja arriera colocada sobre una llama para el traslado de strombus galeatus, escena que ha sido interpretada como de entrega de ofrendas para los ancestros, huacas y difuntos (Hocquenghem, 1986, p. 82)

A diferencia de las alforjas arrieras, las alforjas labradas de Monsefu son las de mejor factura, pues en su elaboración intervienen no sólo las destrezas y conocimiento heredado de la tejedora para el urdido y tejido en telar, sino también su talento artístico y perspicacia empática para elegir el verso adecuado que acompañará al nombre de la persona propietaria de la alforja.

La elaboración de una alforja labrada es un proceso que puede tomar 15 días de trabajo para la tejedora y esto se debe al complicado manejo de los 12 palos  que cruzan su trama y gracias a los cuales se logran construir los coloridos y vistosos íconos (pavas reales, venados, escudos, ángeles, etc) que adornan las dos ¨tapas¨ de cada alforja. Las flores simétricamente distribuidas en los extremos y bases de cada tapa, aluden a la campiña monsefuana y ponen de manifiesto el talento artístico de la tejedora.

La alforja juega un rol crucial en la integración de los grupos familiares. Con la entrega afectuosa de hermosas alforjas labradas y paños preparados con ocasión del matrimonio (a menudo por la misma novia) se da inicio a las relaciones familiares entre los parientes de los novios. Al entregarle a los padrinos se les está demostrando su gratitud y respeto perennizado, seguidamente la entrega de alforjas y paños al joven esposo como a su familia, facilitará el acercamiento de los nuevos familiares. Más temprano que tarde los lazos familiares se terminarán consolidando y la nueva familia encontrará en ellos un respaldo para las iniciativas que emprenda, al  tiempo que el grupo familiar se fortalecerá con nuevos compadrazgos, amistades  y alianzas.

Las alforjas albergan también expresiones de los sentimientos de sus pobladores;  sus cuartetas populares plasmadas en la parte superior e inferior del icono central de cada ¨tapa¨ de la alforja, expresan mensajes amorosos o de amistad según sea el caso. Creados o escogidos por sus tejedoras podrían haber sido canales para expresar el sentimiento de las mismas (algunas de ellas negadas a la vida familiar). Hemos documentado versos que le cantan al amor que espera (Esta alforja que te mando /sabe Dios lo que me cuesta / mis ojos quedan llorando/esperando tu respuesta) al amor sufrido (Que bonito pajarito/ paradito en su limón/ anda dile que me cante/que me duele el corazón) al añorado (Águila que vas volando/ en tu pico llevas flores/ en tu pecho azucenas/ y en tu corazón mis amores) y al recordado (En la palma de mi mano/ te quisiera retratar/y así  tenerte en mis brazos/ y nunca poderte olvidar )

Carlos Camino Calderón refiere estas cuartetas en su obra ¨El Daño¨; transcribiendo una de las alforjas deshilachadas de José Miguel Navarrete (Camino, 1973, p. 71)

Comentario Final

Tornar en invisible el símbolo de una expresión cultural tan arraigadamente presente en la historia monsefuana como es la alforja, es una decisión más que preocupante, lamentable.  Aunque la actividad textil con telar de cintura, cuente cada vez con menos cultoras, esta situación debería motivar más bien acciones orientadas a su rescate , estudio , promoción , revaloración y difusión en todos los ámbitos de la vida comunal; con mayor razón aún desde un espacio como el FEXTICUM, bien denominado por sus creadores : Feria de Exposiciones Típico Culturales de Monsefú.


Bibliografía Consultada

Bruning, Hans:  ¨Lambayeque Estudios Monográficos¨ Edit. Sociedad de investigación de la ciencia, cultura y arte norteño. SICAN, Chiclayo-Perú, 1989

Camino, Carlos: ¨El daño¨. Edit. Universo, Lima-Perú, 1973

Campana, Cristóbal: ¨El entorno cultural de un dibujo mochica¨. En: Uceda, Santiago y Mujica, Elías (Éditores) ¨Moche: propuestas y perspectivas¨ (Travaux de l'Institut français d'études andines) Edic. Universidad Nacional deTrujillo  - Institut français d'études andines. IFEA – FOMCIENCIAS, Lima-Perú,  1994 Pp. 449-473            

Espinoza Soriano, Waldemar:  "Artesanos, transacciones, monedas y formas de pago en el mundo andino: siglos XV y XVI".  Edit. Banco Central de Reserva del Perú. BCRP, Lima- Perú 1987

Hocquenghem, Anne Marie: ¨Iconografía Mochica¨. Edit. Fondo Editorial PUCP, Lima –Perú, 1987

León Barandiaran, Augusto y Rómulo Paredes: A golpe de arpa (Folklore lambayecano de humorismo y costumbres). Edición de los autores, Lima, 1934.

Rostworowski, María:  "Estructuras andinas del poder. Ideología religiosa y política". Edit. Instituto de Estudios Peruanos. IEP, Lima- Perú, 1983

Rostworowski, María:  ¨ Historia del Tahuantinsuyo¨. Edit. Instituto de Estudios Peruanos, Lima-Perú, Segunda Edición, 1988

Zevallos, Jorge:  ¨La Ropa de tributo en las encomiendas trujillanas del siglo XVI¨. En: Revista Historia y Cultura N° especial. Lima, 1973, 7   p. 107-127

Zevallos, Jorge: Los cacicazgos de Lambayeque, Edit. CONCYTEC, Trujillo, 1989.

Linkografía
http://www.castellodalbertis.comune.genova.it/portal/page/categoryItem?contentId=120288

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