Alejandro Romualdo
La despedida del poeta La despedida del poeta

Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 29/05/08
http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=69117&seccion_nota=4

Y el silencio se hizo total. Alejandro Romualdo, insigne representante de la celebrada generación del 50 –quien desde hacía largos años había vuelto la mirada hacia adentro, en un exilio voluntario allá en su morada de la calle Ernesto Plascencia, en San Isidro–, falleció en su dormitorio la madrugada de ayer, víctima de un infarto. Sus restos han sido velados anoche en la Casona de San Marcos.

Romualdo –quien en realidad se llamaba Alejandro Valle, hijo del conocido comediante Alex Valle– entregó a las letras peruanas una poesía importante, con grandes picos de calidad lírica. Su primer conjunto de poemas La torre de los alucinados (1949), en el que se aprecia la influencia de Rilke, le hizo merecedor, nada más y nada menos, del entonces codiciado Premio Nacional de Poesía.

Romualdo se caracterizó por una incesante búsqueda creativa. La métrica del primer libro, por ejemplo, queda de lado a la hora de encarar su poemario Cámara lenta (1950). El poeta optaría en este libro por la prosa poética. El erotismo cobra protagonismo en El cuerpo que tú iluminas (1950-51) y la presencia de Vallejo se percibe en Mar de fondo (1951-52). Luego de España elemental (1952) y Poesía concreta (1952) llegaría el más arriesgado libro de Romualdo: Edición extraordinaria (1958). En este libro el poeta recurre a un estilo marcadamente prosaico, que bordea el descuido semántico. La crítica de la época resultó demoledora. Cosa curiosa, en ese libro viene su poema más conocido, el emblemático Canto coral a Túpac Amaru que es la libertad.

Aparecerían luego una serie de libros enttre los que figuran Como Dios manda (1967), Cuarto mundo (1970), El movimiento y el sueño (1971) y En la extensión de la palabra (1974). Aquí se produce un largo silencio poético hasta el 2002 en el que aparece Ni pan, ni circo, libro publicado por el INC con motivo del homenaje que le hicieran a todos los miembrios de la generación del 50.

Quienes lo conocieron lo recuerdan, además, como un talentoso caricaturista que firmaba con el apelativo de Xano. Sin embargo, desde hacía varios años su existencia se tornó ermitaña, casi no salía de su casa y entrevistarlo resultaba siendo una empresa imposible. La última presentación pública que tuvo fue el año pasado en la presentación de la revista Martín, en una velada en la que, incluso, leyó algunos poemas suyos al lado de su compañero de generación, el poeta Carlos Germán Belli.

El dato biográfico apunta su nacimiento en Trujillo, en 1926. Y ahora, el mismo dato nos dirá que partió en el 2008, como diría el poeta Quasimodo, “traspasado por un rayo de sol”. Y en seguida, anocheció.

Más datos
Alejandro Romualdo practicó diversos registros y experimentó con la palabra hasta límites insospechados. Hizo poesía de compromiso político en Edición extraordinaria, asumió el legado del Simbolismo francés en La torre de los alucinados, experimentó en Poesía concreta buscando un arte total. Su deceso nos deja un profundo vacío. Manejaba las metáforas con inusual maestría. Camilo Fernández Cozman, crítico literario.
 

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