Edgardo Rivera Martínez
Edgardo Rivera Martínez: Edgardo Rivera Martínez: "Que se acuerden de la cultura"

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 16/04/06

Diez de la mañana. Aún gravita la niebla marina sobre el Malecón Armendáriz, en Miraflores. La atmósfera se parece mucho a algunos de los cuentos de su reciente libro, Danzantes de la noche y de la muerte y otros relatos (Ed. Alfaguara). Estamos hablando del escritor Edgardo Rivera Martínez, a quien visitamos para dialogar sobre su vida y su obra. Parco, pero lúcido, Rivera Martínez echa luz sobre su biografía. Escarba su infancia, desanda sus viajes por el mundo y reitera su amor profundo por los hombres y mujeres de los Andes.

Entre dos mundos

Sentado sobre una vieja petaca de cuero, una reliquia de arrieros, confiesa que tiene un mundo no dividido, "sino entretejido". "Por un lado, lo andino y, por otra orilla, el mundo occidental".

"Para mí -explica el escritor-, lo más sentido, lo más profundo, ha sido mi experiencia andina: la danza, la música, los juegos y las labores agrícolas con mis amigos del campo y, después, en casa, el otro mundo, los libros, el piano y la música de Mozart".

Asimismo dice que su reciente libro no es sujeción a la muerte, sino todo lo contrario, una celebración de la vida. Y tiene razón. Si bien algunos de sus personajes están muertos, la muerte, generosa, les permite el retorno.

"Sí, como el cuento sobre los danzantes, quienes están muertos y, aunque sea por una noche, regresan. Y regresan a danzar".

En la mayoría de sus libros Edgardo Rivera Martínez decanta a la ciudad de Jauja. Como escritor, en ella cifra su visiones, sus nostalgias e incluso vuelca sus utopías. Si bien sus obras también abordan Lima, es Jauja -ciudad que con su clima cura la tuberculosis- la cantera de su creación literaria.

El escritor tiene allí sus raíces: "Mis padres llegaron allí por razones de salud. Mi tío abuelo materno también llegó por salud y se afincó allí. En mi caso, yo nací allí".

Rivera Martínez señala que Jauja es mítica desde ese sueño español que era el "País de Xauxa". Su leyenda creció cuando se descubrió que su clima benigno sanaba la tuberculosis, por ello, hasta bien avanzado el siglo XX, podía verse transitar en sus calles gente extranjera, de todo color y linaje, como ex presidentes, diplomáticos, académicos, empresarios y príncipes. Jauja se hizo una ciudad del mundo, abierta, no solo por los migrantes, sino también porque allí no existían los latifundios.

"Fue una ciudad de disfrute y apertura a lo occidental", comenta el escritor.

"Esa particular circunstancia de Jauja -agrega- me hizo ver que en mi experiencia era posible ser fiel a lo propio, pero también a lo nuevo, a lo diferente. Esa sería una utopía posible, aunque difícil más aún con la globalización".
 

-¿La estreptomicina sanó a los enfermos pero mató a Jauja?
--Sí, todo eso cambió a partir de la aparición de este antibiótico que cura la tuberculosis. Por una parte fue un alivio, pero por otra acabó con la afluencia de gente de afuera, muchas de las cuales se establecieron allí.


El universo en letras

-¿Cómo nació a la escritura?

-Yo cultivaba la música y tenía profesores. Quería ser músico, pero me di cuenta que más me atraía la literatura. Después seguí estudios de literatura y viajé por Europa, lo que explica por qué publiqué un poco tarde, en los 60.

-Desde su primer libro, El unicornio, entreteje el mundo andino con el mundo occidental.
-Sí, fue mi primer libro de cuentos que no tuvo ninguna resonancia. El primer cuento que dio el título al libro trata de la aparición de un unicornio en los Andes.

-¿La figura resultó chocante para el canon indigenista?
-Claro, Arguedas tuvo entre manos el libro, pero no dijo nada, Sebastián Salazar Bondy tampoco. No pensaron que en las iglesias del altiplano, en Pomata, Juli, en sus fachadas, junto a animales, frutos y flores de la sierra y selva peruana, se observan sirenas tocando el charango.

-A propósito, usted no habla de mestizaje sino de "entretejimiento".
-Así es. El mestizaje supone una progresiva fusión de elementos, aquí más bien es un entretejimiento en que están juntos y se forman un tejido nuevo con hilos culturales de diferentes procedencias, pues, por ejemplo, no había manera de mezclar una sonata de Mozart con un huayno de Jauja.

-Su obra, a diferencia de las de Alegría y Arguedas, es lírica y no épica.
-Lo cual, como ciudadano, no me impidió exponer, cuando tuve el placer y el honor de escribir en La República, de modo continuo durante más de dos años, mis ideas sobre política, cultura, recuerdos míos, con una libertad que agradezco mucho. En lo narrativo, mi opción personal es la narrativa poética.

-Para nada se considera un escritor realista.
-Es una opción personal. Como ciudadano, como peruano, observo con mucha atención lo que pasa. Tengo mis posiciones muy bien definidas en torno al Perú y sus problemas. El mundo que construyo es más bien lírico. La realidad inmediata no me motiva.

-No es escritor de coyunturas.
-Que yo recuerde, nunca he escrito en narración sobre coyunturas, pero sí lo he hecho, lo recalco -para que no se me acuse de evasión de la realidad-, en periodismo.


Celebración de la vida

-Usted habla de novelas etiológicas, ¿cómo las define?

-Sí, son las novelas que tratan de explicar las causas de por qué el Perú está así. Eso pasa con las novelas de Vargas Llosa o Miguel Gutiérrez, por ejemplo. Mientras que en País de Jauja y Libro del amor y de las profecías es cómo podría ser. Es que las utopías no necesariamente son construcciones mentales rígidas que hay que imponer a la fuerza, hay que tener también un poco de sueño. Hay que soñar, aspirar a sociedades más armónicas, más integradas, en que nadie sacrifique sus raíces y se pueda convivir y enriquecernos espiritualmente.

-En Danzantes de la noche... hay elementos fantásticos, fantasmáticos. ¿Ronda la muerte, pero Eros celebra?
-Hay cuentos en que los muertos regresan a la vida. Un comentarista ha dicho que hay algo de Rulfo ahí. No, en los personajes de Rulfo los muertos están muertos y dialogan en sus nichos, enterrados, se lamentan. Aquí no. En el cuento "Danzantes de la noche" amaron tanto la danza que después de muertos vuelven. La muerte, generosamente, les da esa posibilidad de volver una noche a la vida para disfrutarla.

-¿En ese caso, la muerte no está muerta?
-En ese caso, pero lamentablemente la realidad sí es de muerte (risas).


"El INC debe hacer más"

-¿Qué cambios ve en la narrativa actual?
-Hay una preponderancia al tema urbano. Y la verdad, me resulta difícil seguirla, pues uno tiene que apelar a otras ocupaciones para vivir. Que el próximo gobierno se acuerde de la cultura. En México se da ayuda a los escritores y artistas. Aquí no tenemos Ministerio de la Cultura, no hay política cultural. El presidente Toledo nombró una Comisión Nacional de Cultura y solo funcionó cuatro meses. Hay una Ley del Libro con un reglamento malísimo. El año pasado se ofreció crear un Ministerio de Cultura, pero nada, el ministro de Economía puso el grito en el cielo. Tenemos el INC que hace lo que puede, pero debe hacer más, pues solamente pone cierto énfasis en la cultura como conservación del legado cultural porque eso atrae turismo. ¿Y la cultura creativa? Tampoco hay premios como los que hubo hace décadas, los de Fomento a la Cultura.
 
Perfil

Nacimiento. Jauja, 1933.
Estudios. Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y becado en La Sorbona, París.
Obras. El unicornio, Azurita, Enunciación, País de Jauja, Ciudad de fuego, Libro del amor y de las profecías, entre otros.
 
Nota de redacción
lunes, 17 de abril de 2006
El escritor Edgardo Rivera Martínez, de quien publicamos una entrevista el domingo pasado con el título "Que se acuerden de la cultura", nos pide dos precisiones. Una, en la afirmación de que "sus padres llegaron a Jauja por motivos de salud", aclara que su señora madre sí nació en Jauja y perteneció a una familia de vieja raíz jaujina, de la que se siente orgulloso. Dos, ante la afirmación de que "el INC hace lo que puede, pero debe hacer más". "En realidad -explicita Rivera- hace mucho, a pesar de la carencia de recursos y el mediocre apoyo del Estado, y no solamente en la conservación del legado cultural, pues luego de lustros ha reiniciado publicaciones, concede distinciones altamente significativas, entre otras tareas".

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