Liliana Regalado de Hurtado
"No existe país sin memoria"

Por Jorge Paredes
Fuente: El Dominical, Suplemento de El Comercio, Lima 22/07/07
http://www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-07-21/ImEcDominical0757008.html

Conversamos con Liliana Regalado, autora de Clío y Mnemósine, estudios sobre historia, memoria y pasado reciente.

Cuenta la mitología que el dios Zeus visitó durante nueve noches en su morada de la cueva del Citerón a Mnemósine (la memoria) para engendrar a las nueve Musas. Una de ellas fue Clío (la historia), quien rápidamente entró en conflicto con su madre. Mientras a Mnemósine le interesaba el conocimiento general del tiempo, a Clío solo le importaban los sucesos significativos.

En Clío y Mnemósine, estudios sobre historia, memoria y pasado reciente (Fondos Editoriales PUCP y UNMSM, 226 pp.), la historiadora Liliana Regalado se inspira en este relato griego para poner en evidencia la relación antagónica y complementaria entre la historia y la memoria. Tradicionalmente, la primera ha sido vista como un relato objetivo y científico del pasado, mientras que la segunda ha sido percibida como subjetiva y tendenciosa. Sin embargo, en los últimos cincuenta años estos presupuestos comenzaron a cambiar, sobre todo por la influencia de la postmodernidad y sus cuestionamientos a las verdades absolutas producidas por el positivismo. Es decir, para un grupo amplio de investigadores cobraron relevancia los testimonios, las miradas particulares y las memorias de los individuos. En otras palabras se instaló la subjetividad en la historia, y Mnemósine comenzó a recuperar terreno frente a Clío.

¿Cuál es la función de la memoria y de la historia en la actualidad?
-Desde la segunda mitad del siglo XX se puede hablar de un proceso que ha ido en aumento y que abarca el campo de las ciencias sociales, cuyas ideas centrales han significado para la historiografía la adopción de una actitud autorreflexiva respecto de sus métodos y de su propio quehacer, esto tiene que ver con el cuestionamiento de los regímenes de verdad absoluta. Roto este paradigma, evidentemente, la historiografía abre su campo de acción para dar paso, bajo la influencia también de otras ideas que vienen de la psicología, del psicoanálisis, de la lingüística, a toda una corriente que pone acento en lo subjetivo. Se produce una recuperación de la narrativa en la medida que hay más espacio para tratar de percibir la subjetividad, pues ya no se pretende describir exactamente una realidad, sino de ofrecer visiones acerca del pasado, a partir de una actitud muy dialógica con las diferentes fuentes. Entonces, lo que fue una oposición entre historia y memoria se presenta ahora como un diálogo, con una mayor posibilidad de acercamiento.

¿La memoria es vista como fuente histórica o como un género dentro de la historia?
-Con el surgimiento de la llamada historia oral se pretendió señalar que la única historia válida era la que recogía los testimonios de los actores que habían participado en los acontecimientos. Sin embargo, ahora somos conscientes de que la memoria transmitida por grupos o personas debe ser sometida al análisis exhaustivo. La historiografía como disciplina científica debe manejar los distintos tipos de memorias y entablar un diálogo con todas ellas. Para citar un ejemplo quienes vivimos la época del terror o del enfrentamiento armado interno en Lima no lo hicimos de la misma manera que los pobladores de Ayacucho y ellos no lo sintieron igual a los de Tarata o los de Villa El Salvador. Entonces existen varias memorias de ese pasado y la verdad de la historiografía se convierte en una verdad de diálogo, que no se pretende absoluta, sino que está basada en las preguntas que se formula el historiador a partir de su contexto, su ideología, su subjetividad y solo los métodos rigurosos de la disciplina le permitirán hallar ciertas certidumbres.

¿Cuál es la función del historiador en una época en que la información es abundante, y como nunca antes hay tanto conocimiento en circulación?
-En esta sociedad de consumo la historia se ha convertido también en un objeto de consumo. En la medida en que uno tiene la posibilidad de acceder en tiempo real a lo que está sucediendo en cualquier parte del mundo, uno se acostumbra a ello, y entonces renace la erudición histórica, porque al historiador se le pide mayores datos e información precisa, y no tanto grandes interpretaciones. Pero la función social de la historia, desde Herodoto hasta nuestros días, es acceder y contestar los reclamos de las sociedades, es ofrecer explicaciones acerca de lo que sucedió en el pasado para contribuir a un mejor entendimiento del presente e incluso para imaginar la sociedad del futuro.

Se repite con frecuencia que somos un país sin memoria, ¿es esto cierto?
-No existe país sin memoria. Toda sociedad y todo individuo tienen una memoria. Se dice que los peruanos no tenemos memoria histórica porque cometemos los mismos errores. Yo creo que recordamos muy bien, pero cuando evaluamos manejamos nuestros recuerdos de manera distinta. Es como una persona que se casa varias veces con gente muy parecida y uno se pregunta por qué comete el mismo error. Lo que sucede es que elige a personas similares porque está respondiendo a necesidades similares, porque su evaluación está condicionada siempre a determinados valores, y no porque se haya olvidado de lo mal que le fue con la pareja anterior.
 

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