Enrique Prochazka
Para ser un Enrique nuevo Para ser un Enrique nuevo

Por Gustavo Faverón Patriau
Fuente: Blog Puente Aereo, 17/01/06
http://puenteareo1.blogspot.com/2006/01/para-ser-un-enrique-nuevo.html

Prochazka es una de las personas más paradójicas que quepa imaginar: es un amante de los deportes de aventuras a quien, por sus libros, sus lectores imaginan siempre encerrado en una biblioteca; tiene un puesto de gran importancia en el Ministerio de Educación, pero sigue siendo un escritor en buena medida marginal al circuito literario que solemos llamar "oficial"; y aun así, esa marginalidad suya de librerías y bibliotecas amenaza con convertirse en protagonismo en el mundo de los weblogs, y ahora su presencia constante en los blogs peruanos empieza a llamar la atención de escritores y lectores dentro y fuera del país. (Bueno, de algunos lectores y algunos escritores, pero algo es algo).
 
En las últimas semanas, en La Tercera de Chile, primero, y en su blog Río Fugitivo, después, Edmundo Paz Soldán se refirió a él y a quienes admiramos su trabajo a despecho de la falta de popularidad de sus libros. Y ahora ha sido Enrique Vila-Matas quien, a raíz de un comentario mío en Puente Aéreo, y, sobre todo, de la respuesta enviada por Prochazka, ha escrito una larga columna, bastante personal, en El País, titulada "Plan para el más allá".

El texto de Prochazka era una explicación de su propia marginalidad:

"Abrigo la teoría de que uno tiene éxito porque se agita como loco, o logra que los demás se agiten como locos por uno, o bien los demás lo obligan a uno a agitarse como loco. Según esta noción a mis textos les sucede lo que les sucede porque yo no me agito. De hecho, escribir estas líneas ya me parece acercarme demasiado a la visibilidad y al agitarse, si bien levemente. Prochazka reduce a su público infinitamente: sí. Y también el contacto con las personas. Vivo en una especie de distante Sydney del espíritu, que se llama Lima. Camino un sábado por la noche de Magdalena a Chacarilla, pasando por todos los sanantonios y centros culturales y cafés, y literalmente no conozco a nadie, y nadie me saluda ni conoce mi cara. Me borré en paz, hace años. Entro al Virrey lleno de clientes, compro un libro, dos libros, salgo del Virrey: nadie sabe quién soy. Me borré...".

Aunque Vila-Matas anuncia que lo que le llama la atención de lo escrito por Prochazka en esa respuesta no es su idea central, sino, más bien, un par de detalles laterales, me atrevo a decir que, a la larga, entre ambos textos hay una coincidencia mayor. La extrañeza de aquel que se diluye y desaparece en el lugar propio, de la que habla Prochazka, no deja de parecerse, y mucho, a la ansiada extrañeza del exilio autodescubridor de la que habla Vila Matas, aquella en la que él, Vila-Matas, podría "ser un autor nuevo", o, quizá, quién sabe, un autor reencarnado en sí mismo.

En fin, que no sólo en el nombre y la vocación coinciden estos dos enriques.


(Gracias a Enrique V-M por darse una vuelta por este blog. Y disculpas a Enrique P: esta noche salgo de regreso a Maine y no pude darte la llamada ofrecida ni tomarme contigo la segunda taza de café. Será para mitad de año).

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