Giovanna Pollarolo
Escribo lo que me brota Escribo lo que me brota

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 03/04/08
http://www.larepublica.com.pe/content/view/212888/

La escritora, guionista y poeta Giovanna Pollarolo a través de dos personajes, YO, una mujer devastada por su separación matrimonial y que busca ayuda psicológica y ELLA, una psicoanalista severa, hurga los abismos y la soledad humana. YO, que guarda recuerdos de su madre y maestras tejedoras, quiere restituirse en sesiones psicoanalíticas. Es decir, sus confesiones funcionan como una suerte de urdimbre que solo la conducirá, como sugiere el final de la novela, a alcanzar el hilo –la lana– el cordón umbilical de ese gran ovillo que es la vida misma. Esa es la trama y el drama de su reciente novela Dos veces por semana (Ed. Alfaguara).

–Se viene novelando la violencia del país, ¿tu novela intenta recuperar el territorio del individuo?
–Sí. No sé si es como una reacción a lo que se está haciendo o es lo que me sale. Yo no me puedo forzar temas. Escribo lo que me brota.

–La escritura de tu novela está en función de diálogos, ¿está ahí la guionista?
–A mí me funciona la oralidad. En ese sentido no me cuesta trabajo escribir diálogos. Es una parte del trabajo del guión. El trabajo de guión tiene como dos partes claves. Una es armar la estructura, plantear cómo es que vas a contar la historia y diseñar las escenas; y la otra, que es la que más me gusta, es la estructura misma de la escena.

–¿YO es una suerte de Penélope dolorosa?
–Pero también yo creo que es análogo el tejido como una trama. La trama que es la construcción de YO como ser humano, que está devastada y se va tejiendo.

–Se va zurciendo…
–Exacto.

–Y también se va arropando, protegiéndose.
–También se puede leer así. Claro, va creando un mundo en el que pueda vivir mejor, en el que pueda desenvolverse con más ilusión.

–Y se interpola con los recuerdos de sus maestras y madre tejedoras.
–También significa reconstruir los vínculos perdidos, con ella misma, con su pasado y con su madre, en fin, con la propia analista.

–Las sesiones tienen efecto de quimioterapia.
–Son dolorosas.

–ELLA una vez le dice "refrigeradora", o "el problema no es ÉL, el problema eres tú"…
–YO dice "después aprendí que eso se llama terapia de choque". Claro, yo pienso que hay como una contraposición entre la vulnerabilidad de YO, que no tiene nombre, le hemos puesto YO y la fuerza que quiere imponerle la psicoanalista, ELLA, en el sentido de hacerla consciente de que tiene que salir de esa vulnerabilidad, que tiene que defenderse, hacerse fuerte y no acepte la autoflagelación, la autocompasión. Tendemos, creo, a echar la culpa de lo que nos pasa a los demás.

–YO se da cuenta: "qué poco generosa he sido conmigo misma al no mirarme sino a través de los ojos de los hombres".
–Ahora yo pienso que no hay que leerla como una propuesta de solución a los males porque esta es una novela no un manual.

–YO dice: "la lana representa el cordón umbilical?". O sea, el problema subsiste, apenas se ha alcanzado el hilo del ovillo.
–Al final, el problema subsiste.

–¿Tu novela está concebida desde perspectivas de género?
–Esta novela la he asumido como mujer. Me muevo en el mundo femenino. Al proponer a esta protagonista y al contrastar a estas dos mujeres… la mirada es desde ese lado.

–¿YO procura ser feliz , no llega a completarse a sí misma?
–Sí, procura la felicidad creo que como todos buscando distintos caminos. Creo que al final, y por eso sigue con ELLA, comprende que mientras no resuelva sus conflictos afuera no la va a encontrar.

–Al final, el tejido, oficio menospreciado, resulta siendo su solvencia económica para seguir con las sesiones.
–El tejido, que es simbólicamente la urdimbre de la construcción y también tiene que ver con el menosprecio de esta actividad que siempre se dice que es de mujeres y por eso está con mucha ironía cuando se cita que hoy en día los psicólogos dicen que el tejido es muy bueno tanto para hombres como para mujeres porque relaja. (risas).

–Citas el poema de Toño Cisneros "Contra la flor de la canela", instrucciones para hacer el amor, ¿a YO no le funcionó?
–No le funcionó. Usé ese poema primero porque me gusta y, segundo, como el libro está planteado como una novela de aprendizaje. Así como están estas señoritas que aprenden a tejer, a bordar, también el aprendizaje del amor y las instrucciones en este caso no funcionaron. No sé qué quiere decir, cada quien tendrá su lectura. Pero creo que es un homenaje a la poesía peruana.

Para salir de los pantanos

–¿Has escrito esta novela desde la indignación o la molestia de que a veces hay mujeres que están en situaciones como YO. Es decir, de aquellas que aceptan su autoflagelación?

–Molestia, no, pero sí desde el afán de animar a salir de ese lugar. Ese lugar no es un buen lugar para estar y creo que es como un pantano o ese sueño que YO al final del primer capítulo relata de esa playa contaminada, oscura, negra. Decir que hay otro lugar como esas playas blancas, que también es otro extremo, es una idealización en la que tampoco conviene estar, pero la novela no está planteada como recetas, pero sí creo que indagar, conocer, reconocer y verse a sí misma es un camino para salir de esos pantanos en los que a veces nos quedamos y nos complacemos en quedarnos.

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