Mario Montalbetti
"Hacer poesía es retar el vértigo de un abismo"

Por Francisco Estrada
Fuente: Peru21, Lima 19/10/05

Responde Mario Montalbetti, sobre su poemario Cinco segundos de horizonte

El poeta y lingüista Mario Montalbetti (Lima, 1953), codirector de la revista literaria Hueso Húmero, presenta hoy su más reciente poemario, Cinco segundos de horizonte. El autor de Perro negro, 31 poemas, Fin desierto y Llantos elíseos estaba acompañado, precisamente, por su hijo Elíseo -quien inspiró aquellos poéticos llantos-.
 
-En Fondo del poema, compara el proceso creativo y el vértigo del abismo...
Más específicamente es un abismo cuyo vértigo se consume tirando algo en él. Como dice el poema, puedes escupir o tirar un papelito. Frente a un abismo, uno puede arrojar un poema y ver (o intuir, porque no se puede saber) cómo llega al fondo y se destruye.
 
-¿Esa 'destrucción ciega' son los nuevos significados que hallan los lectores? 
Desde la perspectiva del poeta, hay un 'resto' que se le escapa, porque ni él mismo puede descifrar la cantidad de significados que genera su obra. Y el lector tampoco los entiende totalmente. Sin ese resto, un poema solo sirve para tirarlo a la basura. Esa incertidumbre le da la viada. El 'resto' del poeta no es el mismo que el del lector, y ese desencuentro produce el goce literario.
 
-¿Usted aún es clasificado como poeta racional?
La clasificación no depende de mí. Si alguien quiere ver lo racional, lo verá. Con respecto a este libro, retomo temas de mis poemarios anteriores. 
 
-En el poema El peruano perfecto retoma la figura de los cuchillos.
El poema debe ser un objeto de utilidad, no solo contemplativo. Sería absurdo un poema sin filo... al menos debe cortarte las yemas de los dedos mientras lo lees; dejarte magullado. 
 
-También usa nuevamente el desierto como paisaje.
Es un lugar donde ocurren cosas de un minimalismo tan extremo que te provoca arrojar en él la creación poética.
 
-Suele regresar a ciertos parajes. ¿Siguen teniendo un sentido 'somatizado'?
Hay algunos lugares que para mí son importantes no solo como fondos sino que, además, los somatizo. La Punta es un lugar -un abismo- que produce eso en mí. Soy una especie de falso chalaco, pues siempre me he identifico con ese espacio. Mi abuelo vivía ahí y de chico lo visitaba. todos esos sonidos y sabores. 'Los cinco segundos de horizonte' provienen de ahí, frente al Cantolao, ese compañero muerto que es la isla de San Lorenzo. Definitivamente es un paisaje de infancia que somatizo cojonudamente. 
 
-En Hueso Húmero, de alguna manera, usted es un agente que configura un canon literario. ¿Qué opina del reciente debate de escritores?
Hubo dos debates, uno entre Mirko (Lauer) y yo sobre la poesía post-2000, que terminó muy pronto, porque no estaba hipertrofiado por las condiciones del mercado -los poetas no vendemos libros en Wong y no peleamos por plata-. Luego vino uno muy distinto, el de narradores, que no es un debate literario. Ahí se develaron aspectos sociológicos, psicológicos, catárticos, etc., pues aquello de chuscos y regios, hegemónicos y marginales, son categorías imposibles de sostener con nitidez. 
 
-Usted no se ubica en ningún grupo.
Las 'generaciones' son respuestas de grupos de escritores a libros publicados. Cuando empecé, ya estaban Contranatura (1971), de Hinostroza, y Como higuera en un campo de golf (1972), de Cisneros. Esa clasificación es más exacta que la hecha a partir de fechas, de años. Escribir contra esos libros como fondo es otra cosa, pero no generacional. Esos libros los teníamos como referencia, parricidios, algo que podría llamarse generación, pero a nivel más retórico.
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