José Carlos Mariátegui
Mariátegui y el indigenismo Mariátegui y el indigenismo

Por Rafael Ojeda
Fuente: Variedades 117. Suplemento de El Peruanos, Lima 13 abril 2009

José Carlos Mariátegui ha sido reconocido como el principal gestor de la corriente indigenista. Tendencia que llegó a instaurarse como un movimiento orgánico, recién durante las primeras décadas del siglo XX.
 
Existen múltiples razones para considerar a José Carlos Mariátegui como uno de los pensadores emblemáticos de la moderna historiografía nacional, viéndose en él, además del político iniciador del socialismo en el Perú, a uno de los principales gestores intelectuales del indigenismo peruano, corriente de reivindicación étnica y cultural que convulsionara las artes, letras y vida social y política del país, a lo largo del siglo XX. Mas, esa filiación de Mariátegui al indigenismo, quizá pueda ser atribuida, además de su estrecha colaboración con las vanguardias indigenistas del sur –como el Grupo Resurgimiento del Cusco, u Orkopata, de Puno, editores del Boletín Titikaka–, a su enérgica intervención en la llamada "Polémica del indigenismo", realizada durante los primeros meses de 1927, debate en el que participaron, además de las figuras centrales de José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez, autores como José Ángel Escalante, Enrique López Albújar, Luis E. Valcárcel, y otros.
 
Siguiendo a González Prada, a quien reconocía como el precursor de esa nueva conciencia social marcada por el indigenismo, Mariátegui consideró como absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos en los que se sustentaban las antiguas campañas pro indígena, planteando el problema del indio como un problema fundamentalmente económico, distante y reñido con el enfoque administrativo, pedagógico, étnico y moral, con el que usualmente era visto por la intelligentsia criolla y aristocratizante del novecientos y sus antecesores.
 
Y, no obstante poseer una larga historia, el indigenismo alcanzará a constituirse como un movimiento orgánico, recién durante las primeras décadas del siglo XX, pasando a formar parte de un vasto movimiento antioligárquico, que será integrado a una tendencia de modernización emancipatoria, articulada y dinamizada por el socialismo, contra los sectores más retardatarios y primitivos del país: la oligarquía terrateniente, cuya persistencia había determinado una dualidad de tiempos y espacios sociales, urbanos y rurales, entre el feudalismo, que auspiciaba la servidumbre y semi esclavitud, y el capitalismo, como modos de producción, consustanciados en un sistema de exclusión de las mayorías etnoculturales, que parecía determinarlo todo.
 
Cabe destacar que en la época de la polémica, Mariátegui trataba de fundar el Partido Socialista Peruano, y preparaba los textos liminares que en 1928, integrarían los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, libro de un recargado matiz culturalista, como él mismo lo reconoció, al anunciar que retiraba de él, el que pudo ser su octavo ensayo: el estudio sobre la "evolución política e ideológica del Perú", un texto que, tras ser enviado para su publicación por César Falcón en España, terminó lamentablemente perdido para siempre, privando a sus epígonos del ansiado corpus programático para la acción de los partidos y grupos políticos.
 
Pero existe un consenso, en el que incluso coincide L. A. Sánchez, al calificar a Mariátegui como el principal "teórico del indigenismo" peruano de los años veinte, pues ha sido él quien reflotara al movimiento indigenista, sacándolo de los parámetros líricos y narrativos que lo subsumían, para proveerle una carga sociológica y marxista, innegablemente nueva en aquella época. No obstante que el historiador cusqueño Tamayo Herrera haya resaltado la negada influencia que tuvo el indigenismo del Grupo Resurgimiento, en el pensamiento de José Carlos, debido a que éste –a decir de él– no pudo conocer la sierra del sur, "salvo un fugaz viaje a Huancayo que aún se discute", debiendo nutrirse de las ideas andinas a partir del contacto con sus informantes de Cusco, Puno y Arequipa.
 
Sin embargo, podemos considerar a Mariátegui como el principal articulador teórico y social de dicho movimiento, pues al estudiar la realidad nacional bajo el prisma conceptual o aparato teórico marxista, vislumbró el potencial liberador y revolucionario del indígena, y su importancia como sujeto histórico, que su condición de excluido de los proyectos políticos de nación, hasta entonces habían ocultado. Planteando el problema del indio como el problema primario del país, al afirmar que "Nuestro socialismo no sería peruano –ni sería siquiera socialismo– si no se solidarizase, primeramente con las reivindicaciones indígenas", en un país en el que "las masas –la clase trabajadora– son en sus cuatro quintas partes indígenas".
 
Tal vez por ello, resulta raro que en el último capítulo de sus 7 Ensayos, "El Proceso de la literatura", escribiera que "La civilización autóctona no llegó a la escritura y, por ende, no llegó propia y estrictamente a la literatura", afirmando que ésta se detuvo en la etapa de los "aedas, de las leyendas y de las representaciones coreográfico-teatrales", reafirmando su fe en la escritura y su celo por la ciudad letrada. Lo cual, pese a tener algo de cierto, nos lo mostrará afectado por los defectos reduccionistas de un colonialismo intelectual y epistemológico eurocéntrico.
 
De más está decir que Mariátegui había dividido también la literatura nacional en solo tres períodos: el colonial, cosmopolita y nacional, marginando de sus lúcidas reflexiones al período independiente de la literatura peruana; es decir, la literatura precolombina que había persistido en el folclor, en los relatos orales, además de las referencias poéticas presentes en los textos de los cronistas indios.
 
Mas, pese a todo lo expuesto, Mariátegui estaba lejos de considerarse un indigenista, algo que reafirmó durante la mencionada "Polémica del indigenismo", en la que escribe refiriéndose a Luis Alberto Sánchez: no me llame "nacionalista", ni "indigenista", ni "pseudo-indigenista", pues para clasificarme no hacen falta esos términos. Llámeme simplemente, socialista. "Toda la clave de mis actitudes (...) está en esa explícita y sencilla palabra", afirmando haber llegado a la comprensión del valor y sentido de lo indígena por el camino intelectual, sentimental y práctico del socialismo.
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