Sara Joffré
Nace una autora Nace una autora

Por Ciro Alegría
Fuente: Expreso, Lima 08/02/1962

Hace dos semanas, un grupo de esos idealistas muchachos que se han dado a la lírica tarea de hacer teatro en Lima, estrenó dos pequeñas obras de una autora novel, joven como todos sus intérpretes.¿Y qué pasó? Algunos críticos no fueron, pese a la invitación, creyendo, sin duda, que están para comentar las obras de autores de nombradía (aunque estos se apoden Linares Rivas) y no las de una jovencita principiante llamada Sara Joffré. Otros asistieron pero en mayoría tuvieron a bien no escribir nada. Los pocos que al fin publicaron parcas crónicas, mostraron una actitud entre protectora y rigurosa. Sus exagerados ajustes de cuentas equivalían a un "boomerang", debido a las crudas equivocaciones en que incurrían.
 
Me refiero, como supondrá el lector avisado, a la presentación de las obras "El jardín de Mónica" y "Cuentos alrededor de un círculo de espuma", efectuada en el Club de Teatro el 26 del mes pasado. Siguen allí según creo, con poco público y el vacío de la crítica, porque los muchachos del Grupo Alba son tercos espléndidamente y tienen esa convicción que suele oír aplausos en el silencio.
 
"El jardín de Mónica", pieza en un acto y tres escenas, presenta a una niña que principalmente monologa y, a veces, dialoga, en un espacio gris, bajo un árbol seco, frente a una pared desnuda. Ese es su jardín, porque ella lo puebla de visiones tan insólitas como hermosas. Una existencia dolorosa, que entrevemos a través del diálogo exalta a Mónica y sus deseos de felicidad y belleza se convierten en sueños que da por realidades. Unas hojas secas son orquídeas, un pájaro muerto canta, un pilluelo que aparece de pronto, como para confirmar las ideas ilusas de Mónica, es un príncipe. Y la niña sensitiva y desdichada, a la cual el dolor hace crear su bello mundo imaginario, vive una dolorosa felicidad y, lo que es todavía más humano, contagia a los demás sus sueños. Cuando Mónica y su amiguita se van, la primera llamada por un grito que es como un fustazo de su dolor cotidiano, el pilluelo, que deseaba elevar su cometa, se queda en el triste paraje, absorto y esperanzado, aguardando que aparezcan las maravillas en cuya posibilidad ya cree.
 
Sobra, está de más, un apéndice donde el rapaz es sacado violentamente del 'jardín', por un guardián o quien fuese. Empobrece el mensaje fundamental de la obra y es un típico anticlímax.
 
El monólogo y los diálogos son fluidos, muy teatrales, a veces de una dramática intensidad y, mayormente de un tierno lirismo, Hay bellas imágenes poéticas, que van bien a la índole de la obra. La escasa acción es compensada con un hábil juego de situaciones.
 
Muchas de las afirmaciones hechas por la crítica, recaída en "El jardín de Mónica", son erróneas. Afirmar que hay en Sara Joffré influencia de Beckett, me parece un dislate mayor, ¿Acaso por el lenguaje desarticulado?. El caos que prevalece en el parlamento de Mónica es solo aparente, nada beckettiano, pues responde a la lógica profunda de una obra en la cual todo se explica claramente.
 
Los interpretes cumplieron bien, destacándose Alicia Saco, que irradia fina sensibilidad, y especialmente Aurora Colina, quien demuestra notable capacidad de sacar adelante un personaje de cambios emocionales continuos y súbitos, harto difícil encarnar.
 
Más allá de cualquier contingencia escénica, la breve obra tiene valor intrínseco. Yo enviaré "El jardín de Mónica" al extranjero, donde seguramente la sabrán juzgar y encontrará el grande aprecio que merece.
 
"Cuento alrededor de un círculo de espuma", pieza ambientada en el mundo del circo, está menos lograda. Tiene parlamentos innecesarios, cuadros que parecen repeticiones. Sus hallazgos de expresión, la finura de algunos matices psicológicos, nos compensan ampliamente. Le perdonamos los defectos en nombre de las cualidades, Hasta sus presuntas audacias nos hacen gracia, pues descubrimos allí el afán simpático, muy propio de quien comienza, de lanzarse a crear mundos nuevos por asalto.
 
Sara Joffré nos ha dado el placer de asistir a la aparición de un talento teatral ágil, bien dotado, de una singular lozanía. Cuanto le falta vendrá con la madurez, mediando trabajo y meditación. "El jardín de Mónica" tiene evidentes méritos y nos permite asegurar, entusiastamente que al teatro peruano le ha nacido una autora de calidad.
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