Miguel Ildefonso
El Paso, un peruano en el desierto de Texas El Paso, un peruano en el desierto de Texas

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Fuente: Peru21, Lima 11/01/06

Miguel Ildefonso ganó el V Concurso Nacional de Cuento Premio Asociación Peruano Japonesa con su libro El Paso.
 
Su computadora reproducía videos del 'bello' David Bowie y, más arriba, un retrato del 'impresentable' Charles Bukowski dominaba la habitación del poeta Miguel Ildefonso. Por un momento, parecía que éramos parte de su libro de cuentos El Paso, donde es posible seducir a un travesti que, en realidad, es Lou Reed, o cantar, bien borracho, junto a José José, en una cantina cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, o ser feliz bailando el Noa Noa...
 
Estas historias, inspiradas -en su mayor parte- en las experiencias que obtuvo Ildefonso mientras hacía una maestría en El Paso, Texas, le han permitido debutar con el pie derecho en la narrativa y ganar el V Concurso Nacional de Cuento Premio Asociación Peruano Japonesa. "Si me he demorado tanto en escribir en prosa es porque quería estar seguro de poder hacerla a mi gusto, bien musical", explica. Por ello no es gratuito que sea difícil definir algunas de las historias breves de El Paso como cuentos o poemas. "A diferencia de lo que hacía con la poesía, ahora soy más consciente del lector", refiere Ildefonso, pero su vocación poética lo traiciona -aunque sanamente-, pues su prosa se enriquece y conduce a viajes parecidos a los que enseñaba el Don Juan, de Carlos Castañeda, aunque a través de la lectura y sin peyotes psicotrópicos de por medio. 
 
 
Libros y discos
 
Las referencias literarias y musicales a las que alude el narrador de El Paso, incluyendo guiños cinematográficos -como aquel pueblo de vampiros de Tarantino-, no son una manera de marcar territorio ni obedecen a afanes rockeros o 'culturosos', como él mismo sostiene. Es, simplemente, un vicio que arrastra de su vida a la escritura, pues es así como se conecta al mundo. "La vida sería insoportable sin ellas", afirma. 
 
El desierto visto a través de autobuses de la Greyhound, los inmigrantes, las gringas y todo lo demás son muy parecidos a cualquier barrio de Lima, como la urbanización Apolo, que es donde nos recibe el autor: "Por momentos me sentía en casa", asegura. Es que las películas solo nos muestran la parte bonita del país del norte y no su faceta marginal, la que Ildefonso quiso experimentar al máximo con fines literarios -según dice-. "No soy un chiquillo que habla de esto y de lo otro porque se lo imaginó, para ser un 'bukowskito'. Ya tengo 35 años y sé exactamente a qué me estoy refiriendo", deslinda. 
 
Al igual que no pocos peruanos, Ildefonso pudo haberse quedado allá, pero prefirió regresar, pues su principal interés es publicar todo el material que aún tiene guardado, tal vez poniendo en práctica una frase de un cuento suyo: "Confórmate -me decía un poeta viejo-; por ahí, cuando mueras, alguien tus poemas leerá... Y es que ser romántico es el precio del amor. Da da da da dadadadadadada...".
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