Javier Heraud
Nuevas visiones de Javier Heraud Nuevas visiones de Javier Heraud

Por Carlo Trivelli
Fuente: El Comercio, Lima 11/06/08
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-06-11/nuevas-visiones-javier-heraud.html

Edgar O'hara y Herman Schwarz han reeditado dos obras fundamentales del poeta muerto en madre de dios hace 45 años. Con estudios preliminares y colecciones fotográficas, ambos volúmenes presentan la obra poética de Heraud bajo una nueva luz
 
A un lado, "Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir". Al otro, "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Y entre los dos polos, la vida y la muerte de Javier Heraud. O al menos así, circunscrita entre estos dos versos fundamentales de la lírica en lengua española, podría verse la vida del poeta peruano muerto hace 45 años.
 
Heraud es aquel que con apenas 18 años publicara "El río"; aquel que, compartiendo la misma necesidad de Jorge Manrique en las "Coplas a la muerte de su padre", se preocupaba por la trascendencia y el deber ser; aquel que, en vez de dejar que su vida se viera encauzada por las circunstancias, abrazó la idea de Machado de hacerse su propio camino; aquel que, finalmente murió, atravesado por las balas, en el río Madre de Dios.
 
Así, al menos, se recuerda generalmente a Javier Heraud. Detalles más, detalles menos, su vida se ve reducida a su aparición en la escena poética peruana con "El río" y, tras sus poemas y sus viajes, a su desaparición frente a Puerto Maldonado, unos 4 años después. Por ello mismo, su imagen suele verse reducida a la del poeta guerrillero, admirable por su corazón tan blanco, ejemplar por su entrega y característico como ícono del romanticismo revolucionario.
 
Si ya su hermana Cecilia había rescatado la humanidad de Javier Heraud salvándolo del maniqueísmo en su libro "Vida y muerte de Javier Heraud. Recuerdos, testimonios y documentos", faltaba aún una nueva mirada a su poesía, una que la viera sin los lentes ahumados de la 'poesía comprometida'. Y es eso lo que ahora nos entregan Edgar O'Hara y Herman Schwarz en dos volúmenes, "Estación reunida" y "Viajes imaginarios", en los que reeditan parte de la obra de Heraud con la decidida intención de recontextualizarla, para que brille simplemente como lo que es: poesía de la buena, política y revoluciones aparte.
 
POÉTICA EN SUSPENSO
 
Esta nueva edición de "Estación reunida" parte de una interrogante: ¿por qué, si ese fue el poemario con el que Heraud ganó los juegos florales universitarios organizados por San Marcos en 1961 (el premio se le concedió de manera póstuma, en noviembre de 1963, medio año después de su muerte), no lo publicaron con ese título y de forma independiente, en vez de presentarlo, como se hizo, en "Poesías completas y homenaje" (1964), donde aparece como un poemario más, a la par de los indiscutiblemente menores poemas 'comprometidos' de Heraud?
 
La respuesta está relacionada, como puede suponer el lector, con la imagen de poeta guerrillero y el peso que esta tuvo en la época inmediatamente posterior. El ideal político dejó fuera de carrera al poeta y, en el trayecto, desvió la atención de esta, su obra maestra, nos dice O'Hara en su estudio preliminar.
 
El volumen contiene, además de una versión de "Estación reunida" preparada por O'Hara a partir de distintas versiones del poemario, un 'dossier' gráfico preparado por Herman Schwarz y la reproducción gráfica de una de las versiones del texto, con anotaciones, correcciones y dibujos del poeta.
 
LOS GEMELOS
 
Pero la cosa no queda ahí. O'Hara y Schwarz presentan también una nueva edición de "Viajes imaginarios", cuyo estudio preliminar apunta en una dirección hasta ahora inexplorada: la relación entre Javier Heraud y otro brillante poeta peruano de su época: Luis Hernández.
 
En efecto, el epígrafe de "Viajes imaginarios" es de Hernández: "Viajes no emprendidos / trazos de los dedos / silenciosos sobre el mapa". Unas líneas, apenas, pero suficientes como para que alguien como Edgar O'Hara, quien hizo su tesis de licenciatura sobre Heraud y quien tituló un estudio sobre la obra de Hernández con uno de esos versos (trazos de los dedos silenciosos), comenzara a desenmadejar una relación hecha de amistad y versos.
 
Para O'Hara, las poéticas de ambos jóvenes se desenvuelven de manera paralela, como reproduciendo los mismos patrones o dialogando como imágenes en dos espejos que se miran uno a otro. Los indicios de dicha relación, aparte del mencionado epígrafe, son muchos: no solo ambos jóvenes se conocieron al ingresar a la Universidad Católica en 1961 y publicaron una curiosa revista de número único en la que, tras un poema de Vallejo, ofrecían creaciones propias, sino que también, como se esfuerza en mostrar O'Hara, muchos de sus versos y poemas parecen hacer referencia al otro: de "Viajes imaginarios" a "Charlie Melnick" y de "Estación reunida" a "Las constelaciones".
 
Es precisamente en este último poemario en el que Hernández, en el texto que abre la colección, titulado "Géminis" (el signo de los gemelos), en que O'Hara encuentra las pistas más claras de esta hermandad poética entre dos grandes de nuestra poesía.
 
Ahora que se acaban de cumplir 45 años de la muerte de Javier Heraud, quizá no haya mejor manera de homenajearlo que sacar a la luz nuevas perspectivas sobre su legado poético, en especial si estas permiten rescatar su figura del panfleto y devolverlo al lugar que le corresponde como poeta, aquel que marcó, con sus versos tanto como con su muerte, a toda una generación.
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