Lorenzo Helguero
Poesía como sal derramada Poesía como sal derramada

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Fuente: El Comercio, Lima 21/01/05

Lorenzo Helguero (Lima, 1969) se dio a conocer en 1993 con dos poemarios de factura marcadamente diferente: los sonetos clasicistas de "Sapiente lengua" y las prosas poéticas de irreverencia vanguardista (con ese "dispararte puro" que celebró Mariátegui y cultivó estupendamente el ultraista argentino Girondo) de "Boletos".
 
Sus entregas siguientes ratificaron su versatilidad creadora, en la línea de la multiplicidad de voces de Fernando Pessoa. Certeramente lo apunta Eduardo Chirinos, en la solapa de "Poeta en Washington D.C.": "una de las aventuras más radicales de la poesía peruana última: la de la dispersión extrema del sujeto". 
 
La destreza expresiva de Helguero se impuso desde 1993, alcanzando madurez sobresaliente en "El amor en los tiempos del cole" (2000), encantadora recreación de la sensibilidad infantil y púber; y, ahora, en "Poeta en Washington D.C.", un logrado diálogo con el García Lorca de "Poeta en Nueva York". Y no falta la invocación al poeta granadino: "préstame tus palabras" ("Oda a Federico García Lorca", p. 25). 
 
Y es que Lorca fue sensible a la deshumanización en la metrópolis norteamericana, a la alienación en una civilización de un tener y un consumir cada vez más alejado de la vida natural (la Naturaleza y nuestra condición humana) y los valores espirituales. Sus tribulaciones las puso en diálogo con el canto luminoso (utopía de la democracia de los Estados Unidos del mundo) de Walt Whitman. En cambio, Helguero solo recoge de Whitman su sentida lamentación ante la muerte de Lincoln: "¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!". Nótese la ironía: Whitman celebraba a Lincoln como el paladín de la democracia contra el esclavismo del Sur; Lincoln como el justo sacrificado por los demás. Helguero prefiere dirigirse a un anónimo capitán del poderío norteamericano actual, herido por el terrorismo del 11 de setiembre (p. 19).
 
Hay varias alusiones a Lorca en "Poeta en Washington D.C.", sin faltar las "cinco de la tarde" (p.37) del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías". Termina con "El poeta llega a La Habana": el genial andaluz efectivamente estuvo en Cuba antes de volver a España. Para Helguero, Cuba "es el mar recibiéndolos / como una madre antigua a la que al fin se vuelve / y es el sol incendiando sus palabras", y los cuerpos de los enamorados se juntan convirtiéndose en sal. Y ya no vuelven más" (p. 49). Nótese la "sal" recuperada, frente a la sal derramada al vivir en tierras norteamericanas.
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