JEl cuento moderno de Lima JEl cuento moderno de Lima

Por Marcel Velázquez Castro
Fuente: El Dominical de El Comercio, Lima, 19 de agosto de 2007
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-08-18/imecdominical0771923.html

José Güich y Alejandro Susti acaban de publicar una colección de ensayos bajo el título Ciudades ocultas. Lima en el cuento peruano moderno (Fondo Editorial de la Universidad de Lima).
 
El libro presenta un conjunto sugerente de análisis de cuentos de Ribeyro, Salazar Bondy, Congrains, Loayza, Reynoso, Vargas Llosa y Bryce Echenique.
 
La hipótesis central postula que estos cuentistas construyeron un espacio imaginario urbano que formalizó, principalmente, la perspectiva de la clase media y creó una gama de personajes que construyeron sus identidades individuales o grupales por medio de la apropiación o cesión de dicho espacio.
 
Esta política de las imágenes y la resemantización de espacios públicos y privados fueron respuestas creativas y estéticas ante los cambios físicos de la urbe histórica.
 
Esta investigación se apoya en tres conceptos teóricos heterogéneos: ciudad habitada/imaginada de Canclini, cronotopo de Bajtin y prácticas del espacio de Michel de Certeau.
 
Esta pretensión de conjugar antropología, literatura e historia es un mérito que debe ser destacado y que filia este libro con el amplio campo de los estudios culturales latinoamericanos.
 
Sin embargo, la vocación interdisciplinaria del libro no llega a cuajar plenamente ya que los tres conceptos rara vez dialogan en los análisis, el tercero es el más frecuente en los primeros ensayos.
 
El cuento peruano ha merecido innumerables antologías, pero son pocos los críticos literarios que han reflexionado cabal y originalmente sobre este formato discursivo.
 
El mérito mayor del libro es ofrecer un análisis transversal desde un conjunto de variables (dialéctica entre el personaje y su espacio, sintaxis espaciotemporal e itinerarios que instalan el tiempo en el espacio) que permiten reagrupar y pensar un segmento capital de nuestra cuentística.
 
No obstante la audacia de la propuesta crítica, la segmentación del libro responde a una visión tradicional que estudia al artista y a su obra como unidades independientes.
 
La elección del periodo y de los autores nos confronta directamente con las promesas de una modernización socioeconómica que se estrella contra una modernidad insuficiente.
 
En el balance global, el primer grupo de ensayos realiza una contribución más significativa que los últimos. Las inquisiciones sobre Ribeyro, Salazar Bondy y Loayza aportan nuevas luces sobre estos escritores; en contraposición los textos sobre Congrains, Vargas Llosa y Bryce poseen una línea argumental menos cohesionada y más conocida.
 
A pesar de sus desigualdades, los temas propuestos y las interpretaciones de Güich y Susti constituyen una novedosa plataforma para plantear nuevas preguntas sobre las formas ficcionales de habitar, viajar y hacer en la ciudad moderna y, simultáneamente, las huellas de las formas de la urbe en los mecanismos de representación.
 
Una de las conclusiones del libro permite asociar los cuentos de Ribeyro, Salzar Bondy, Loayza y Congrains con un momento de crisis y fragmentación de los límites y la cohesión del espacio limeño: el final simbólico de una ciudad criolla y tradicional que empieza a ser sepultada por la migración; por ello, el territorio físico y la memoria aparecen estrechamente articulados en sus personajes.
 
Por otro lado, los relatos de adolescentes de Reynoso, Vargas Llosa, Bryce con su obsesiva búsqueda de agrupaciones que reemplacen a la comunidad y su voluntad de dominio expresan el no-lugar como metáfora social ya que la sociedad no pudo responder a los desafíos de los cambios y se convirtió en mera extensión de la corporalidad de estos nuevos personajes para siempre descolocados.
 
En este comentario nos ocuparemos de dos aspectos asociados con el libro de Güich y Susti: la cartografía literaria de Lima en la primera mitad del siglo XX y las transformaciones socioculturales de esta ciudad que nos habita.
 
Los gallinazos de Lima y las rutas del imaginario 
 
Entre 1905 y 1929, la ciudad de Lima se convierte en un laboratorio sociocultural en expansión: políticas higienistas que pretenden rediseñar el uso del espacio y la sanidad de la urbe (léase: control de los sectores populares y marginales), emergencia de nuevos actores sociales (obreros y estudiantes), nuevas tecnologías de comunicación (teléfono, fonógrafo, cine) y de transporte (tranvías eléctricos y automóviles), inéditas formas de sociabilidad y diversión (cafés con orquestas, clubes, salones de hoteles, heladerías), nuevas organizaciones políticas. 
 
Todo esto genera una profunda transformación en diversos órdenes y un intento de simbolización y comprensión de dichos cambios desde los lenguajes de las elites artísticas.
 
En las primeras décadas, no serán ni el cuento ni la novela, los géneros principales en la tarea de formalizar estos nuevos sujetos y escenarios, sino la crónica con sus peculiares estrategias narrativas (Cabotín, Yerovi, Valdelomar, José Gálvez, Mariátegui, entre otros) Los limeños de esos años acuden a los baños en Chorrillos y Barranco, pero también van a Magdalena, Ancón y La Punta.
 
Las corridas de toros en la Plaza de Acho y el Coliseo de Gallos de La Pampilla son diversiones tradicionales que conviven con los nuevos espectáculos (escapistas e hipnotistas) que nos visitan como parte de las marañas internacionales del espectáculo.
 
Las compañías extranjeras del teatro lírico siguen presentándose, pero el cine mudo empieza a ganar terreno. Las casas de juego y los fumaderos de opio empiezan a expandirse en el Barrio Chino, las casas de tolerancia aumentan conforme la ciudad crece.
 
Lima en estos años empieza a mostrarse como un mosaico plural de signos y prácticas sociales. Por ello, la imagen de una sola matriz cultural urbana empieza a resquebrajarse irreversiblemente.
 
Nada más dispar que la sensibilidad de La casa de cartón de Martín Adán y las Estampas mulatas de José Diez Canseco, pero ambos textos cierran el periodo y formalizan los rostros jánicos de la otrora Lima criolla. 
 
La crisis política de 1930-1933 significó la derrota política del Partido Socialista y del APRA, el final de la poesía vanguardista y la cancelación de la narrativa experimental.
 
Los notables y ambiciosos proyectos culturales de la década del 20 quedan sepultados, los mejores artistas están en el exilio o sobreviven en circuitos marginales que ya no poseen la fuerza del diálogo vivo con la sociedad.
 
El gobierno del general Óscar R. Benavides (1933-1939) luce casi como un páramo literario frente a la prodigiosa ebullición de la década anterior. Lima luce más gris que nunca y los espacios privilegiados por los narradores más dotados (Alegría y el primer Arguedas) pertenecen a otras regiones.
 
Sin una adecuada perspectiva histórica de la ciudad de Lima, no podremos calibrar adecuadamente las rupturas y las continuidades que significaron los procesos vividos por la segunda ola de modernización en la década del cincuenta.
 
La mayoría de estudios pone el énfasis en las masivas migraciones andinas, la aparición de las barriadas y la crisis de la cultura criolla.
 
Sin embargo, hay otros factores menos explorados: la intensa difusión de los medios de comunicación masiva (cine, prensa y radio), la irrupción del sensacionalismo popular con Última Hora, la nueva arquitectura pública, los renovados circuitos editoriales, la expansión del marxismo como ideología, el áspero diálogo entre la cultura de masas norteamericana y la cultura popular latinoamericana que podemos graficar en los encuentros en las fiestas de Elvis Presley con la Sonora Matancera, todos estos son fenómenos que contribuyeron con el trazado de una nueva ciudad y que dejaron huellas en los relatos narrativos de la época.
 
Hay muchas preguntas vinculadas con el cuento moderno de Lima que siguen esperando respuesta: ¿Por qué en la década del cincuenta, el relato policial tiene tanta fuerza en las novelas de folletín de los periódicos? ¿Qué significó la explosión de narrativa fantástica en dicha época?
 
Ciudades ocultas de Güich y Susti ha colocado la primera piedra de la cartografía imaginaria del cuento peruano, a otros les corresponderá terminar la historia.
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