Osmar Gonzales Alvarado
La política cultural y los creadores de conocimiento<br>La formación del campo intelectual La política cultural y los creadores de conocimiento
La formación del campo intelectual


Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Identidades 92, Lima 05/09/05

La futura creación de un Ministerio de Cultura posibilitaría la articulación de distintas instituciones que actualmente trabajan solas y muchas veces sin coordinación. El objetivo es la divulgación de las investigaciones y la constitución de figuras intelectuales dispuestas a trabajar por el país.
 
El reciente anuncio del presidente Alejandro Toledo en su discurso presidencial acerca de la creación de un ministerio de cultura ha puesto sobre el tapete una serie de temas que conciernen al quehacer científico y cultural. El nuevo ministerio no sólo ocasionará una reestructuración organizativa o institucional, sino, sobre todo, un reajuste del Estado para atender una parte sustantiva de la sociedad que pretende encontrar la ruta del desarrollo.
Las políticas culturales son, por su naturaleza, de largo aliento. No valen en este tema soluciones efímeras ni parches que al poco tiempo devendrían inútiles, con graves perjuicios para las generaciones venideras. Ya les estamos dejando un país espeluznantemente difícil como para seguir socavando las bases del porvenir. Si no nos preocupamos en forjar conductores (en todo nivel y espacios), el Perú seguirá yendo a la deriva, como velero al viento, sin timón ni capitán.
 
Estamos en el tiempo de la llamada sociedad del conocimiento, de la transmisión internacional del saber, de la globalización. Ahora, son más importantes que cualquier otra cosa los conocimientos que adoptemos y los que seamos capaces de generar en todo campo. Sólo de esta manera podremos ser parte, con provecho, de esa transmisión internacional y no simples recipientes de conocimientos ya obsoletos de los países que los producen.
 
 
Fuga de talentos y repatriación
 
Por una serie de razones, la investigación en las universidades es mínima y claramente insuficiente en relación con lo que el país necesita para potenciar sus capacidades. Pero el problema viene de más atrás, desde la escuela. Según cifras oficiales, si bien se combate eficazmente el analfabetismo, también es cierto que nuestros estudiantes adolecen de las capacidades mínimas necesarias para pasar de la decodificación de las palabras a la comprensión de los textos, y las pruebas realizadas lo demuestran dramáticamente.
 
La fuga de talentos, es obvio, se debe a que nuestros profesionales -o prospectos de tales- no encuentran el ambiente favorable para desplegar sus capacidades y son otras las instituciones de diversas naciones las que se benefician de ellos. Si bien la fuga de talentos es inevitable e incontenible, por el momento al menos, el Estado peruano debe buscar fórmulas para sacar provecho de esta circunstancia. Es decir, si bien los profesionales peruanos desarrollan y aplican sus conocimientos en beneficio de otras sociedades, debemos ver ello como una oportunidad que puede revertir a favor de nuestro país. No es necesario ni posible repatriarlos, pero al menos sí lo es generar condiciones para que estos profesionales ya formados y con experiencia de primer nivel puedan venir al Perú a transmitir sus conocimientos, sea por medio de estancias, dictado de clases especiales o dirigiendo proyectos específicos (a lo que ayudarían enormemente las nuevas tecnologías) que estimulen esa transmisión internacional del saber a que ya he aludido. En ello, las universidades públicas y privadas y las instituciones estatales pertinentes deben actuar coordinadamente. Pero esto requiere urgentemente de nuevas políticas de Estado, así como de crear otras formas de relación entre las instituciones estatales y los científicos e intelectuales. La creación del ministerio de cultura ofrece esta oportunidad.
 
 
Red de instituciones
 
Es imperiosa la necesidad de crear una institución que involucre tanto el fomento de la investigación científica y el programa de becas, así como la promoción de los intelectuales. Dicha institución debe ser el actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec), uno de cuyos brazos sería lo que es hoy el Instituto Nacional de Becas (Inabec). Sólo así se pueden definir las áreas del conocimiento que necesitan ser impulsadas con prioridad, el perfil de científicos necesario, a quiénes y a base de cuáles méritos se deben apoyar para que estudien en las mejores universidades e institutos del mundo, a fin de que después apliquen sus conocimientos en beneficio de nuestro país.
 
Aunque muchas veces soslayada, también es imprescindible establecer la carrera del profesional. Es decir, precisar con qué méritos y capacidades se puede ascender, de acuerdo con un escalafón determinado y reglas claras para que, posteriormente, quienes ocupen los puestos de dirección lo hagan respaldados por sus conocimientos y trayectoria, y no por relaciones de amistad o políticas. Es el primer paso en pos de constituir lo que en sociología se denomina campo intelectual.
 
El otro brazo del Concytec debe ser la creación del Sistema de Intelectuales y Científicos Peruanos (SICP). En él se constituirá una data que registre información completa de los profesionales de todas las ramas del conocimiento con un cierto grado académico (licenciatura por lo menos) con que cuenta el país. Así se podría reconstruir la evolución histórica de la masa de profesionales peruanos y obtener el panorama actual. También, registrar sus investigaciones y publicaciones. Y a base de esta información, determinar la política de becas, repatriación, apoyo a nuevas investigaciones, concursos y premios, etcétera.
 
La labor de investigación y sus hallazgos de nada sirven si no se divulgan. Es más, por medio de la publicación de los nuevos conocimientos se consiguen dos cosas, por lo menos: 1) echar bases sólidas en la carrera profesional del investigador; 2) ampliar las posibilidades de constitución del campo intelectual. Lamentablemente, en nuestro país la mayoría de las investigaciones concluidas queda sumergida en el anonimato como informe profesional, tesis u otra forma que las universidades exigen, desperdiciándose el talento y la inversión que implica la investigación. De esta manera, el conocimiento pierde la posibilidad de su permanente actualización y debate por su falta de circulación. Usualmente, los avances de las investigaciones se ofrecen al público especializado o amplio por medio de las revistas, pero éstas también son escasas en nuestro medio. Como se ve, se trata de un circuito pequeño y cerrado, sin importantes repercusiones en la vida social y económica de los peruanos. Los investigadores necesitan no sólo de instituciones que les permitan adquirir y crear conocimiento, sino también de medios por los cuales divulgarlo.
 
 
Tiempos de investigación
 
Otro aspecto que no se toma en cuenta generalmente es el de los tiempos diferenciados que supone el proceso completo de la investigación. Podemos resumir el proceso en los siguientes tres tiempos. En el primero se realiza el acopio de la información, sea de bibliografía básica o secundaria, experimentos, comprobación de hipótesis, opción metodológica, búsqueda de evidencias y resultados. En el segundo tiempo se ordena la acumulación del conocimiento alcanzado: es el momento de la redacción. En el tercero se divulgan los resultados de la investigación mediante la publicación, sea en forma de artículos en revistas o libros. Pero, como ya he mencionado, los medios de publicación son escasos.
 
El mayor entrampe se revela entre el segundo y el tercer tiempo, es decir, entre la redacción y la publicación. Esto si se tiene la suerte de publicar, pues, vuelvo a subrayar que gran parte de las investigaciones concluidas nunca son puestas en el dominio de los especialistas o del público.
 
La Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura, conocida como Ley del Libro, tiene entre sus objetivos "incentivar la creatividad de los autores peruanos, estableciendo los mecanismos necesarios para la difusión nacional e internacional de sus obras". Y entre las funciones del Consejo Nacional de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura (Promolibro) aparece la siguiente: "Promover la convocatoria anual de certámenes para premiar obras literarias de autores nacionales, en los géneros de poesía, cuento, novela, ensayo, teatro, ciencias y humanidades, así como las ediciones nacionales y en las categorías que considere pertinentes. Asimismo, se considera la premiación de obras de literatura infantil y las dirigidas a personas con discapacidad." En otras palabras, el marco legal ya existe y debemos aprovecharlo, pero faltan aún esas políticas generales que le brinden la proyección de prioridad nacional. En ese sentido, la creación del ministerio de cultura debe contribuir a saldar las deudas que tenemos los peruanos con nosotros mismos.
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