Jorge Eduardo Eielson
Luis Rebaza: Luis Rebaza: "Eielson tiene por chamán al artista"

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, lima 22/08/07

Es el más grande experto en la obra de Jorge Eduardo Eielson. Luis Rebaza (Lima, 1958) es poeta y profesor del King College de Londres. Estuvo de visita y dejó todo listo para la publicación, en diciembre, de su tercer volumen sobre el artista de los nudos y los quipus: Ceremonia comentada: Eielson por sí mismo (1946-2005), que será editado por el Museo de Arte de Lima.

¿Cómo llegó a Eielson?
Nos conocimos en Lima, en 1977, en una reunión con jóvenes autores. Luego lo vi en 1997, cuando organizamos en Londres, junto con William Rowe, una conferencia internacional en su honor. Desde entonces estuvimos en contacto.

¿Qué encontraremos en su próximo libro sobre Eielson?
Su subtítulo es Ensayos y declaraciones sobre arte, estética y cultura. Es una recopilación de todo lo escrito o declarado por Eielson sobre estos tres temas. He dejado lo literario. Son 94 piezas, lo que demuestra que estuvo trabajando en ellas mucho tiempo de manera continua. Esto, visto desde el Perú, puede sonar nuevo. Se cree que era un escritor secreto. No lo fue. Sucede que su internacionalismo hizo que sus publicaciones no se conociesen en el Perú.

En Europa, ¿fue un artista marginal?
Eielson no entró de pleno en el circuito comercial de arte. No jugó a la publicidad y no hizo arte muy comercial. Él se quejaba de que todo el mundo le pedía nudos y quipus. Él quería hacer otras cosas, pero vivía de esos trabajos. Como no le hacía el juego a las empresas se convirtió en semimarginal.

¿Cómo entendía Eielson el arte?
Como los griegos, como creación.

¿Era un teórico, un erudito o su creación artística era instintiva?
De instintivo, en todo su grupo -integrado por Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo, Blanca Varela y él- no había nada. Desde sus maestros -Westphalen y Arguedas-, todo era sistematizado, estudiado. Westphalen era un teórico del arte y Arguedas un antropólogo. Este acercamiento antropológico -y hasta arqueológico- al arte es lo que ellos aplicaron. Eielson profundiza este estudio. Sus cuatro ensayos sobre el Perú precolombino así lo demuestran.

¿Cuál fue su praxis?
Bueno, Eielson entiende que hacer arte en el Perú significa trabajar con el legado artístico nativo. Intuye, además, que el artista no puede estar solo en un lugar, tiene que moverse en más de una cultura y por más de una época. Por eso, él pasa de lo precolombino a lo moderno, de lo andino a lo europeo, o de lo andino a lo afroperuano. Sin embargo, su particularidad es que asume al artista como chamán, como un terapeuta. Alguien que trasciende la realidad, que contribuye a curar, a solucionar problemas existenciales, cósmicos, que explora lo que algunos llaman espíritu, alma o subconsciente. Este es su rol social, necesario para acceder a un nivel más alto de humanidad, no necesariamente divino. Por ejemplo, para él, Chavín era una religión y no una cultura, porque su lenguaje simbólico abarcó todo el Perú.

¿Cómo unió su amor por el arte primitivo y su interés por la vanguardia?
Las vanguardias históricas se dirigen al pasado buscando algo primigenio, básico, inicial. Eielson y De Szyszlo entraron en esta discusión y, en lugar de irse a África y Medio Oriente (como hicieron los cubistas), miraron al Perú, en busca de una mente abstracta que proponga no solo una manera de hacer arte sino, también, una forma distinta de entenderla. Lo que hace Eielson es, desde la estética contemporánea, ver el pasado y entenderlo. Por eso ya no busca lo geométrico sino un elemento constructor: el tejido, y un elemento constructivo: el nudo. En la historia del arte peruano, él habla no de pincel y pintura, sino de textiles.
 
 

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