Fernando Cabieses Molina
El sabio que amaba el alma El sabio que amaba el alma

Por Miguel Ángel Cárdenas M.
Fuente: El Comercio, Lima 07/04/07
http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-01-01/ImEcCronicas0642823.html

Arquetipo. Fernando Cabieses resumió lo que significa esta idea así: "Son memorias heredadas. Conocimientos registrados en el óvulo fecundado que contribuyen a nuestro comportamiento en circunstancias y situaciones que se encuentran más allá del área consciente de nuestra mente". Uno de esos arquetipos, más allá del consciente, que hemos heredado ancestralmente, es la imagen del Anciano Sabio: el símbolo de la búsqueda de sentido. Este suele aparecer en sueños como un mago, un maestro o un médico. Fernando Cabieses es la encarnación de ese arquetipo universal.

La medicina, la enseñanza y la magia: ya desde su tesis para ser cirujano en 1946, el sabio defendió la hoja de coca de su estigmatización. Y poco después de graduarse analizó los sistemas de adaptación cardiorrespiratorios al soroche (los laboratorios Randolph Field de Texas lo reconocieron por este aporte en la aviación). Si algo lo preocupaba era el tratamiento contra el dolor, "curar la enfermedad, pero atender la dolencia", y por eso preconizaba la formación de un médico con dos malas palabras en el ámbito científico duro: amor y alma.

El cientificismo abolió el espíritu y esa será la razón visionaria que lo llevará a crear la Universidad Científica del Sur y dejar la Cayetano Heredia, que había fundado. Cabieses ha realizado los mejores trabajos médicos y antropológicos sobre la maca, la uña de gato, los cien siglos del pan, el ají. Pero fue cuando el sampedro y la ayahuasca arribaron a su vida que sus estudios se abrieron a temas que los académicos zaherían: las premoniciones, los ensueños, la adivinación, la memoria instintiva. Y el sabio traspasó las fronteras de su sabiduría hallando la génesis común al "éxtasis" de Santa Teresa, la "individuación" de Jung, el "tao absoluto", el "satori" del budismo zen hasta esos goznes estéticos de la "experiencia mística" de William James y la "intuición divina" del poeta William Blake.

Usted nació en Yucatán, en plena revolución mexicana.
Sí y dos tíos míos fueron fusilados, uno de ellos sobrevivió y le decían 'el fusilado Molina', porque lo enterraron y se escapó de su tumba. Recuerdo, sobre todo, la persecución religiosa, yo hice mi primera comunión escondido en un sótano de la ciudad de Mérida a los 11 años. Y estudiaba en un colegio de maristas vestidos de civil, que te decían tú escucha y cállate la boca.

¿Ya desde pequeño le gustaba estar en la naturaleza?
Siempre fui muy naturalista, aficionado a la botánica, me gustaban las plantas distintas. Pero no era muy estudioso, me gustaba tener un hospital para moscas en mi cuarto, las recogía y las hacía revivir, ja ja ja.

¿A qué edad salió de México?
A los 15 años. Fue una época muy difícil porque vino la reforma agraria. Y mi padre tenía tierras, entonces se quedó sin su hacienda. Y como él era un cónsul peruano regresó al Perú. Yo me vine con él y dejé a mi hermano mayor con mi madre... Estudié en el colegio Champagnat, de los maristas.

¿Y fue chocante ese cambio de la sociedad mexicana a la peruana?
Me chocó mucho la forma como la sociedad peruana trataba al indígena, eran sirvientes. Yo vine en 1935 cuando no estaban perseguidos, pero sí excluidos por la sociedad. La revolución mexicana, en cambio, fue hecha por los indígenas.

¿Qué lo llevó a estudiar Medicina en 1937?
Tenía un tío médico, pero todo surgió de mi intención de curar a las moscas, a los insectos. Yo estudié primero y segundo de Premédicas en la Universidad de San Marcos. Pero los que estudiaban esto podían estudiar primero y segundo de Ciencias Biológicas también. Entonces terminé las dos carreras. Era una aventura. Yo estudiaba botánica todo el tiempo, era discípulo de Weberbauer, un alemán que escribió el libro de la flora peruana. Yo lo perseguía en sus viajes por todo el país.

¿Y en Medicina por qué se decidió por la neurología?
Porque es la más complicada...

¿Y en qué momento tuvo tiempo para volverse socialista?
Era alguien puramente teórico. Pero incapaz de tomar una acción directa, yo no fui rebelde. Era románticamente enamorado de las ideas de izquierda, no aprobaba para nada las tendencias gubernamentales en el Perú, donde se trataba a los indígenas como excluidos. Leí sobre todo a Haya de la Torre, cuando mi familia vivía en México, él visitaba mi casa. Mi padre fue fundador del Apra, pero era el cónsul de Leguía en México, entonces no firmó nada. Siempre me he identificado de izquierda, pero nunca he adoptado posiciones que pusiesen en peligro mi estabilidad.

Es que tenía que darle tiempo y lugar a la ciencia, pues.
Ja ja ja. Aún estando en San Marcos yo tenía muchas dudas de si quería o no ser médico. Me quedaba prendado de la biología. Pero muy temprano me pegué a Carlos Monge, el decano de la Facultad de Medicina. Y con él yo también iba a la sierra y realizaba una serie de investigaciones. Cuando me gradué de doctor seguí trabajando con Monge e hice cirugía en la Clínica Delgado.

¿Recuerda sus primeras operaciones, tenía algún miedo?
Me acuerdo que estaba ayudando con una amputación y me quedé con la pierna, cuando ya se había desprendido y me dio náuseas. Mucho de la cirugía que hice fue con anestesia local, porque no había suficiente facilidad para operar con buenos anestesistas, y operaba conversando con el paciente. Ahí uno siente la vida.

Después usted viaja a la Universidad de Pennsylvania a estudiar neurocirugía. Y su profesor fue Karl Schmidt, quien descubrió la efedrina.
El doctor Karl Schmidt había trabajado en formar la delegación norteamericana para desarrollar la escuela de medicina de Beijing. Y trabajamos fuerte. Él me pasó a neurocirugía.

Y usted trajo al Perú, en 1950, el tratamiento quirúrgico contra los aneurismas cerebrales y la cirugía contra la epilepsia.
Es que en Filadelfia operé muchos aneurismas cerebrales. Las operaciones contra la epilepsia las realicé acá en la Clínica Americana...

Sé que en 1953 empiezan sus trabajos históricos por la cultura médica ancestral.
Un día vino a verme un señor que se hizo anunciar y era el doctor Juan B. Lastres, que me dictó clases sobre la forma cómo había evolucionado el conocimiento de la neurología. Y me dijo: yo te conozco desde que eras estudiante y he seguido tu carrera, veo que ahora eres un neurólogo reconocido y ojalá quieras regresar un poco a la historia. Y me regaló dos libros sobre la historia de la medicina y a las dos semanas lo busqué. Sus libros son muy interesantes, le dije, pero los va a tener que regalar porque no los suelto. No, quédate con ellos, me dijo, pero estudiemos juntos. Entonces empezó a venir a mi casa para escribir la historia de la medicina peruana. Pero Lastres se enfermó y se murió. Y yo le hice el libro y lo publiqué con su nombre: "La trepanación del cráneo en el Antiguo Perú".

Y usted se fue embarcando en exploraciones antropológicas.
Es que todo está conectado...

Pero fue más allá de los límites científicos porque abordó el terreno mágico, espiritual, más allá del conocimiento racional.
Uno arriba ahí porque la próxima página trata de eso y no lo podemos evitar.

En 1975 usted se ocupa de las plantas rituales de la costa norte, el sampedro, y de la selva, la ayashuasca. Y afrontó los prejuicios académicos que las veían como meros alucinógenos...
Yo empecé con la coca, y me metí de frente a pelear con todo el mundo. Y ha costado, porque he mantenido mi visión general de cómo el Perú se caracteriza por explorar ese aspecto de las plantas rituales... el sampedro produce una serie de alucinaciones de locos, y las he relatado desde todo punto de vista.

El encuentro con el universo de la planta es con tu propia psiquis, con tu inconsciente. ¿En su propia experiencia, halló cosas que lo asustaron?
Claro que sí. Hay conocimientos que están más allá de la razón, de todo tenemos que hablar... Con la ayahuasca me fue muy bien, todo depende de la dosis que uno toma y que se aproxime al borde. Porque estando en el borde es dónde mejor se ve todo.

¿En ese borde le sobrevino el miedo a la muerte?
Nunca he sentido miedo a la muerte. La muerte es algo muy pegado a la vida, y si tú ves a la vida cómo debes de verla, no tienes miedo a la muerte. Pero en dónde puedes poner los conocimientos de la ayahuasca, ¿en un libro, para que todo el mundo lo sepa?. No se puede, no puedes transmitir ese conocimiento.

Y sobre todo si hay mucha incomprensión. En 1979, usted fue amonestado por tratar de romper las barreras que separaban a la medicina oficial de la medicina tradicional.
Así es. Me dijeron brujo, qué no me han dicho. Yo tengo 87 años y soy rector de una universidad, entonces conversando con quienes me han ayudado a fundarla me dijeron: A tu edad ya estás muerto, qué vas a hacer. ¿Cómo puedes pedirle a un hombre de 87 años que sea neurocirujano? Debía cambiar de carrera entonces. Y ahora estoy siguiendo otra: haciendo la historia de la medicina tradicional. Me estoy metiendo por todos los costados, trabajando un libro macanudo. Cambié mi objetivo vital de la neurocirugía a la medicina tradicional.

Ya sus deliciosos estudios sobre la uña de gato, la maca, el pan, el ají han demostrado nuestra sabiduría alimenticia milenaria.
Así es... Mi libro sobre el ají casi me cuesta mi ciudadanía mexicana, ellos creen que han inventado el chile, y yo comprobé que viene de Bolivia.

¿En sus experiencias con los "estados alterados de conciencia" cambió su idea o sentimiento de Dios?
Yo no creo en Dios.. sé que Dios existe. No es cuestión de creer, algo muy superior está ahí, lo vemos todos los días.

Estoy seguro de que usted sabe cosas más allá de lo científico, de un conocimiento muy profundo que no puede transmitir, pero que es muy superior.
...Así es. Y no lo puedo transmitir ni empezar a deliberar cómo hacerlo... ¿Seguimos mañana?

La ficha
Nombre: Fernando Cabieses.
Edad: 87 años.
Logros: Rector de la Universidad Científica del Sur. Fundador del Servicio de Neurocirugía del Instituto de Enfermedades Neoplásicas y con sus discípulos fundó servicios similares en los hospitales del Niño, Loayza, Dos de Mayo, Militar, Naval y de Aeronáutica, desarrollando además servicios de consultoría en las provincias. Miembro de la American Medical Association, del American College of Surgeons y de numerosas instituciones académicas. Ha sido director del Museo Peruano de Ciencias de Salud (1976-1990). Y el fundador y primer director del Museo de la Nación, de 1988 a 1990. Profesor clínico de Neurología de la Universidad de Miami, y fundador del Instituto de Medicina Tradicional del Ministerio de Salud. Nombrado Amauta por dos universidades en el Ecuador y en el Perú le fueron concedidas las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta. Premio Roussel en 1988 por su ensayo: "Las plantas mágicas del Perú primigenio".

Obras: "Los dioses vinieron del mar: ensayo etnohistórico". "La coca: dilema trágico". "La uña de gato y su entorno". "Apuntes de medicina tradicional: la racionalización de lo irracional". "Cien siglos de pan: 10.000 años de alimentación en el Perú". "La maca y la puna". "Antropología del ají".
 

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