Andrea Cabel
No hay primera sin segunda No hay primera sin segunda

Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 21/08/07

–La primera edición de “Las falsas actitudes del agua” fue bien recibida por la crítica y el público, ¿qué te plantea esto a futuro como poeta?
Cierto, la primera edición fue bien recibida y yo agradezco a todas las personas que me leyeron y que colaboraron conmigo para que esta segunda edición exista como tal, parecida, nueva y distinta. Escribir es una tarea diaria que implica compromiso y dedicación. Escribo siempre, aunque no sea poesía, estoy llena de crítica, teatro, y extensas cartas a todas las distancias. Mi futuro como poeta, está subordinado a este compromiso espontáneo e intuitivo, por lo que creo que mi futuro sigue siendo el mismo. Supongo, seguir escribiendo, seguir escribiendo, seguir escribiendo.

–Me parece que es demasiado pronto para una reedición, por la distancia que tomas frente al texto, ¿por qué motivos te animaste a hacerla?
Usualmente pienso que el tiempo es relativo, sobre todo en la poesía, donde parece que no existiese. La segunda edición consta de siete textos inéditos que complementan el conjunto inicial. No rompen el lenguaje ni el hilo conductor del poemario en general, por el contrario, lo hacen más seguro y firme. La distancia que tomé del primero tuvo dos nombres: Amantaní y mi abuelo. Por ellos dos, tuve la decisión de incluir textos nuevos donde sentía que debían ir, fotos y por ellos corregí aquellos que pensé no tocar más.

–¿Qué le faltaba a la primera edición?
Siempre falta “algo”. Siempre alguna coma, algún punto que se ha colado, y esos detalles alteran el ritmo, la manera como uno quiere que lo lean y la estética que uno mismo plantea en sus textos. Desde un comienzo siempre hubo palabras que quise quitar y nunca supe reemplazar; silencios incómodos, incluso, poemas completos que necesitaba formalizar, es decir, acercar más a lo que yo quería. Ahora en la medida de lo posible, he tratado de “corregir” y crear variantes más puntuales y cercanas a mi propósito.

–Con todos estos cambios, ¿qué ha ganado el libro sustancialmente?
El conjunto se ve felizmente afectado, me parece que todo esto ayuda bastante a lograr lo que yo quería, ya no un constante desencuentro y rabia, ahora hay un poco de paz. Un encuentro armonioso. El amor no está disperso, se intenta concentrar en una isla o en un recuerdo.

–Eres una perfeccionista con tu trabajo, ¿qué hay en esa búsqueda sin límite de la palabra exacta y precisa?
Sí. Lo soy. Sin embargo, no sé aún si la poesía es un trabajo o un punto neutro en todas las actividades que realizo. La palabra exacta no existe, solo hay reflejos y yo los persigo. Intento cogerlos y los trabajo para que sean míos. Porque igual que yo, otro puede verlos y puede trabajarlos también. Lo preciso es la sensación que te deja leer un texto que se parece a ti. O que no tiene nada que ver contigo y que, sin embargo, está tan cerca...

–Finalmente, ¿cómo va tu tesis de licenciatura dedicada a Eielson, poeta que admiras?
Va muy bien. Ya tengo un tema claramente definido y vengo desarrollándolo en dos momentos argumentativos; me falta uno. Me ha tomado bastante tiempo pensar sobre todo, cómo hacer de “ese” tema algo original y mío. Y aunque aún no la he acabado, me siento bastante contenta con el trabajo que vengo haciendo, y más contenta aún con la nueva conexión que siento con la obra de Eielson. Ahora es admiración más un insondable cariño.
 

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