Ricardo Ayllón
Desafío de un Plan Lector motivado por la literatura regional Desafío de un Plan Lector motivado por la literatura regional

Por Ricardo Ayllón
Fuente: Ricardo Ayllón, Lima 2009

Tomando como premisa uno de los objetivos básicos del Plan Lector, el de incentivar el hábito de la lectura entre los estudiantes y la comunidad educativa en general, es necesario precisar que por comunidad educativa debemos entender que ésta involucra a todo el grupo humano de una localidad. Tal premisa servirá para entender la literatura (material de lectura) como el producto de la autenticidad creativa de este grupo, como el resultado de su identificación con el medio inmediato y, en este sentido, poder llevar al estudiante a un ámbito temático y espacial en el que se vea reconocido. En otras palabras, incentivar la lectura a partir de obras literarias con temas, personajes, motivos y sucesos propios de la comunidad a la que pertenece el grupo lector.

Uno de los secretos del gusto por la lectura y el goce de aproximarse a la literatura, reside en que el lector (en el caso de la narrativa, por ejemplo) se vea inmerso en los universos recreados por el escritor, en los escenarios donde se desarrollan los hechos materia de fabulación. Además de tomar como referencia la edad y nivel intelectual del lector (categorías que sin duda van de la mano), es necesario partir de su referente cultural y de su origen social. Uno de los éxitos de que libro y lector se complementen en una interrelación activa y fructífera, reside en que el tema constituya un lugar común entre ambos, tomando en cuenta criterios estéticos que no estén divorciados de la concepción de “sociedad” manejada por cada lector, y pensando en la cultura democrática y de equidad que mueve a toda comunidad.

La responsabilidad primigenia del orientador de la lectura (el educador), reside en que éste debe visualizar cada caso concreto por aula o institución educativa, y tomar la decisión respecto del material bibliográfico con el que trabajará basándose en estos criterios de selección. Preguntarse si los libros con los que trabajará satisfacen las expectativas temáticas de los estudiantes.

Quienes seguimos de cerca el proceso de lo que en el Perú denominamos literatura regional, hemos descubierto los resultados gananciales de iniciar al lector de primaria en la lectura de historias y poemas referidos a su ámbito inmediato. El acercamiento del pequeño lector a la literatura partiendo de aquella que se produce en su propio medio, es un tema que no ha sido lo suficientemente aquilatada por los especialistas de la educación. El centralismo generalizado en el país produce habitualmente una disfunción cuando se percibe a éste como la culminación de sus objetivos. No se logra percibir cómo es que la vigorosa labor de los escritores de provincias permite entrever un rasgo aún más particular en la literatura peruana, y cómo las denominadas literaturas regionales han desenmascarado el centralismo de nuestra concepción literaria, obstáculo en el logro de una mayor apertura hacia la lectura.

Las literaturas regionales en el Perú tienen la ventaja de que están compuestas por los elementos que componen la historia y tradición de cada localidad específica, contenidos que motivan al estudiante a involucrarse en la lectura gracias a la cercanía de eventos y costumbres plasmadas en los libros.

En Chimbote, existe un antecedente que viene de más de una década atrás, el trabajo de Río Santa Editores, cuyo promotor y director ha conseguido fijar poco a poco en el estudiante chimbotano (consumidor directo del material ofrecido por la editorial), sus preferencias en lecturas con contenidos de esa localidad. De este modo, autores locales cuyos libros brillaban por su escaso tiraje y demora en ser adquiridos por los lectores, se fueron convirtiendo en lectura obligada en las instituciones educativas. El editor supo cautivar así la atención del conductor o educador, quien poco a poco llegó a comprender que el tema de la identidad no era solo una bella palabra, sino un asunto real, un fenómeno que bien puede despertarse en el espíritu de los pequeños estudiantes, pues en esas lecturas locales estaban su barrio, los personajes de su entorno, los conflictos de su realidad, sus creencias populares, sus expectativas y obsesiones inmediatas… en fin, su propia vida descrita por un creador que había sabido captar los elementos entrañables de su mundo cotidiano. Entonces, ¿cómo no buscar la motivación lectora a partir de tales signos identificables?

La idea de iniciar al estudiante de primaria en textos de su realidad inmediata, no está reñida –sin embargo– con la consabida heterogeneidad cultural, es decir, no se contrapone al cúmulo de culturas, credos y sociedades que conforman la gran sociedad peruana y universal, sino que es únicamente un método de iniciación lectora, un llevarlo de la mano a su primera experiencia con temas familiares, cercanos, cotidianos; logro que constituirá un proceso reactivo, que debe encaminarse hacia una permanencia viva en la lectura y redundar en un hábito que lleve al estudiante a buscar otros universos bibliográficos.

El escritor ruso León Tolstoi aconsejaba a los escritores: “Escribe sobre tu aldea, y serás universal”. Parafraseando esta idea, considero que puede ser legítimo manifestar: “Lee sobre tu aldea para alcanzar lecturas universales”. Las obras clásicas de la literatura infantil universal, nacieron con la recreación de historias populares de determinadas regiones de Europa; los cuentos de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen y Collodi, entre muchos otros, fueron el resultado de acudir a los mitos y leyendas de aquellas aldeas donde fueron inicialmente narrados de boca en boca, asimilados y escritos luego por estos autores que los hicieron populares en todo el continente y posteriormente en todo el mundo. He aquí la forma de cómo acercar al pequeño al mundo de la lectura: aproximarlo primero a historias que parten de la literatura local, para que las recreadas en otras culturas no les sean luego inconcebibles.

La comprensión lectora a partir de tal idea, debe continuar este mismo patrón confeccionándose actividades que redunden en el objetivo de seguir el rumbo de la identidad local, produciendo cuestionarios que recaigan en el estímulo emanado por el conocimiento de su realidad inmediata y trayendo junto con éstas todo el repertorio de la cultura popular local. Lo mismo para la compresión crítica: valorar y juzgar los orígenes, sucesos y consecuencias de los actos sociales y humanos descritos en las lecturas propuestas.

Una didáctica de la lectura basada en este criterio de identidad, junto a sus efectos valorativos, harán del estudiante no solo un lector temprano, sino un observador atento de su medio social, un ciudadano que sabrá estimar el espíritu palpitante de su comunidad.
 

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